Catarsis rockera en el asfalto
La tarde fue ayer ajetreadísima en la calle de Alcalá para tipos como Lucas, peruano de 20 años y sonrisa generosa que se hartó a repartir cachivaches promocionales desde sus tres metros de altura. No es que la juventud salga ahora tan crecidita; influye también que el chaval era uno de los 20 zancudos diseminados por la calzada para animar (aún más) el ambiente en la segunda jornada del MTV Day, el fiestorro de rock al aire libre al abrigo de la Puerta de Alcalá. Según Protección Civil, fueron 88.000 los jovenzuelos (frente a los 50.000 de la víspera) que brincaron con los temas de Linkin Park, la diva de ojos angelicales Katy Perry y los jaraneros 30 Seconds to Mars, debutantes en España y acaso la mayor sorpresa de la tarde.
Nos habían vaticinado que el otoño cruel dejaría de comportarse ayer como tierna primavera, pero los dioses de la meteorología concedieron un día más de tregua y la chavalería se lanzó en tromba a la calle. Nada de tiernos infantes a lomos de sus papás ni señores con corbata y cara de estar perpetrando una travesura, como el sábado con Bisbal y Fangoria. Lucas -alumno de la escuela de circo Carampa, en la Casa de Campo- hubo de aplicarse a fondo: "He logrado que perfectos desconocidos se marcasen un agarrao. Y hasta alguno me ha pedido el Facebook, que siempre resulta halagador: es una variante moderna de ligoteo".
Desde primera hora, chavalines de acento sureño lucían sus mejores camisetas ajustadas de Linkin Park y demostraban que por amor se puede hacer de todo. Por ejemplo: tomar un tren a horas intempestivas y esperar ocho horas para disponer de los mejores sitios junto al escenario.
Seguro que la banda californiana de rock metalero con hip-hop no decepcionó a su afición más aguerrida. Les habían reservado el más holgado de los horarios, además del (discutible) Premio MTV al mejor directo. Así, Chester Bennington y su contrincante rapero, Mike Shinoda, pudieron explayarse con un repertorio de casi 20 temas y guitarras densas y bulliciosas. Ese era justo el tipo de bullicio que demandaba la multitud para elevar sus brazos, experimentar la catarsis colectiva y convencerse de que en una noche de domingo también pueden suceder episodios vigorizantes.
Dos horas antes, una atestadísima calle de Alcalá -con los más habilidosos haciendo equilibrio en los zócalos de sus señoriales edificios- había sido testigo del espectacular debut español de 30 Seconds to Mars, la banda que capitanea el actor Jared Leto. Emergió embutido en un modelito blanco como de astronauta, pero aplicó como nadie las consignas del manual para un rockero masivo: pidió que Madrid hiciera "todo el jodido ruido que pueda", ordenó saltar a la muchedumbre y juró encontrarse en "el mejor concierto de nuestras vidas". Se conserva guaperas a sus casi 39 años (aunque no tanto como cuando rodó El año en que murió Elvis) y, por si fuera poco, se sacó de la manga como invitado a Kanye West. Por eso su rock correoso (pero tolerado para todos los públicos) se convirtió en una inyección de adrenalina en vena.
A continuación, Katy Perry se enfundó un mono ceñidísimo de lentejuelas blancas y rojas, convocó a su media docena de bailarines e impartió una lección de pop discotequero. I kissed a girl, su desinhibida oda al amor lésbico (aunque el tema homónimo de Jill Sobule es mejor y más verosímil), sonó con original introducción de club de jazz. Pero lo mejor fue esa virguería de fuegos artificiales que acompañó el tema Fireworks. Aún seguimos sin entender cómo demonios se organiza tal bochinche pirotécnico en un escenario sin achicharrar a nadie, pero... funcionó.
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