Italia prepara una fuerte subida de la tasa turística mientras crece el debate sobre la masificación del turismo
El Ejecutivo planea un impuesto de entre cinco y 25 euros por noche que varía en función del tipo y coste del alojamiento
El Gobierno italiano está estudiando la posibilidad de incrementar de forma drástica la tasa turística que tienen que pagar los turistas por cada día de estancia en la ciudad en la que se alojan. El objetivo es ayudar a las ciudades con problemas de liquidez a aumentar sus ingresos e impulsar el turismo responsable frente al turismo de masas.
La idea, además, es que todos los ayuntamientos del país que lo deseen, unos 8.000 en total, puedan aplicar este impuesto para los turistas. Actualmente solo pueden imponer la tasa turística las capitales de provincia, los ayuntamientos con más visitantes y las mancomunidades de municipios. El gravamen, que se paga por cada noche de pernoctación hasta un máximo de 15, cambia de una ciudad a otra y es proporcional al precio del alojamiento. Por ejemplo, en Roma varía de los 3,5 euros para los campings hasta los 10 euros para los hoteles de cinco estrellas. El planteamiento del Gobierno es que el impuesto aumente considerablemente y vaya desde los 5 euros en el caso de las estancias de menos de 100 euros por noche, hasta un máximo de 25 euros en el caso de los hoteles de lujo cuyo precio supere los 750 euros por noche.
Otra novedad, aún en fase de estudio, es que la recaudación se destine no solo a intervenciones en el sector turístico, como sucede actualmente, sino también a otras actividades, como la recogida y tratamiento de basuras. La limpieza de las calles es un problema sobre todo en las grandes ciudades como Roma y también está ligado a la elevada afluencia de turistas, aunque hasta ahora, el coste de este servicio pesa solo sobre los impuestos que pagan los residentes.
Aunque por el momento se trata solamente de una propuesta del Gobierno incluida en el borrador de un proyecto de ley, los empresarios del sector turístico ya se han puesto en pie de guerra contra el Ejecutivo de Giorgia Meloni. De nada han servido los intentos de las autoridades por calmar los ánimos. La ministra de Turismo, Daniela Santanchè, de Hermanos de Italia, el partido de Meloni, ha asegurado que es tan solo un planteamiento que se discutirá en septiembre en profundidad con las organizaciones de la industria del turismo. “No todos los impuestos son impuestos. La tasa turística no lo es. En tiempos de sobreturismo estamos intentando que sea una ayuda real para mejorar los servicios y para que los turistas que la pagan sean más responsables”, ha escrito la ministra en sus redes sociales.
Federalberghi, la principal asociación de hoteleros, rechaza de pleno la propuesta del Gobierno. “Los empresarios turísticos no están de acuerdo con la propuesta de aumentar aún más el impuesto”, ha zanjado. Y ha protestado porque el Ejecutivo permitió hace unos meses, en vistas del Jubileo que se celebrará en Roma el próximo año, que la tasa turística aumente dos euros y también introdujo la posibilidad de que la recaudación se utilice para cubrir los costes de la recogida de basura, aunque todavía no se ha llevado a cabo. “En la práctica, con la nueva propuesta, por una habitación en un hotel de tres estrellas con un precio de 100 euros, se pagarán hasta 10 euros de tasa por noche. Es como si de un día para otro se duplicara el peso del IVA, que es del 10%”, ha lamentado la asociación de hoteleros. “El objetivo común debería ser apoyar el crecimiento, no frenarlo”, ha afirmado el grupo en un comunicado.
Confindustria Alberghi, otra de las asociaciones del sector, también ha arremetido contra la propuesta del Ejecutivo y ha señalado que los alojamientos turísticos “no pueden ser un mero cajero automático para los ayuntamientos”. Además, ha acusado al Gobierno de traicionar al sector. La presidenta de esta organización, Maria Carmela Colaiacovo, en declaraciones a los medios, se ha mostrado “sorprendida” por los planes del Ejecutivo, que harían “saltar por los aires meses de fructífero diálogo y confrontación con los empresarios del sector”, sobre todo si la tasa turística finalmente se dedica a cubrir los costes del servicio de recogida de basuras.
Según un estudio del Banco de Italia, en 2023, sólo unos 1.200 municipios, aproximadamente uno de cada cinco (el 22%) de los que tienen derecho a la tasa turística, la aplicaron, tal vez por temor a que pudiera disuadir a los turistas. Mientras que en 2018, la cifra ascendía a 5.700 ayuntamientos, en torno al 70% del total. No obstante, la recaudación del impuesto al turismo crece cada año y el año pasado alcanzó los 775 millones de euros.
El turismo en Italia ha experimentado un marcado repunte después de la pandemia del covid-19. 2023 fue un año de récord para el sector turístico, donde se superaron incluso los niveles previos a la pandemia, con más de 134 millones de llegadas y 451 millones de pernoctaciones.
La masificación del turismo ha creado problemas con los residentes en muchas ciudades como Venecia o Roma. El debate sobre las consecuencias del turismo de masas y una gestión equilibrada de los elevados flujos turísticos está latente en Italia desde hace años. Últimamente se ha reavivado a raíz de las protestas de los últimos meses en España que se han seguido con particular atención en el país transalpino. Los residentes protestan porque a consecuencia del turismo excesivo, los centros históricos de las ciudades han perdido su carácter tradicional y la mayoría de apartamentos se han convertido en alquileres vacacionales de corto plazo.
En Roma, varias asociaciones de vecinos como ‘Carteinregola’, ‘Motus’ o el ‘Grupo Romano para la Regulación de los Alquileres de Corta Duración’ han unido sus fuerzas y han presentado sus reivindicaciones al ayuntamiento y al Gobierno central, con un escrito. “El turismo es sostenible cuando tiene límites y es necesario trabajar en ‘índices de saturación’ precisos para que haya un límite de pisos destinados al turismo en bloques de apartamentos, como ocurre en Nueva York, Barcelona y Florencia, para evitar la despoblación del centro histórico”, han señalado. Y han pedido “que se abandone la búsqueda de grandes presencias de turistas, para gobernar los flujos turísticos en armonía con la vida de los residentes”.
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