13 fotosCuando los hijos se convierten en el salarioAlgunas familias argentinas reciben como único ingreso una ayuda por niño que otorga el Estado. Otras viven tan aisladas que aunque le correspondería, ni siquiera lo cobranPablo LindeSalta - 09 abr 2018 - 07:52CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceUn grupo de trabajadores de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), junto a Unicef, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y el Ministerio de Primera Infancia de la provincia de Salta (Argentina), acude al Chaco salteño para regularizar, prorrogar u otorgar distintos subsidios que el Gobierno concede.La Asignación Universal por Hijo (AUH) es un salario de unos 1.500 pesos (unos 60 euros) por niño que se otorga a las familias más desfavorecidas a cambio de que justifiquen que cursan sus estudios y están al día en revisiones médicas y vacunas. En la imagen, una madre y su hija miran la reunión de los representantes del Estado con los caciques de su comunidad, en Rivadavia (Salta, Argentina).Dos niños de etnia wichí juegan en Rivadavia. Estos indígenas han visto cómo a lo largo de los años el ecosistema en el que cazaban y recolectaban iba siendo devorado por los cultivos intensivos.La Asignación Universal por Hijo, que fue impulsada por la administración Kirchner y reforzada por el Gobierno de Macri, “ha tenido mucho éxito en sacar a los menores de la pobreza extrema”, según explica Sebastián Waisgrais, del área de monitoreo e inclusión social de Unicef.Una mujer wichí embarazada, en su casa de Rivadavia. La AUH puede ser concedida a partir del primer trimestre de embarazo y muy a menudo se convierte en el único ingreso de las familias.Tres mujeres wichís regresan tras tramitar los papeles para recibir las asignaciones estatales que les corresponden.Los chicos más marginados, los de las comunidades más desfavorecidas, como los wichís del Chaco salteño, no reciben una herencia económica de sus padres, porque nada tienen que legarles. “Pero sí heredan la falta de sueños y expectativas”, afirma el ministro de Primera Infancia de Salta.“El dinero que reciben no es una garantía contra la desnutrición. Hay algunos que viven en el campo, sin ni siquiera documentos, que están mejor nutridos que otros que han copiado nuestras malas costumbres, como beber gaseosas y productos industriales que no alimentan”, explica Bibiana Gallardo, que lleva más de 15 años trabajando con comunidades en el Chaco.Además de las ayudas, el Gobierno provincial de Salta organiza talleres y centros de día para los niños, que incluyen desde juegos hasta un comedor en el que enseñan a las madres menús nutritivos para sus hijos.En Santa Rosa, un pueblo del Chaco salteño, conviven criollos y pueblos originarios.Uno de los caciques, o líderes comunales, de Santa Rosa, acude a una reunión con representantes del Gobierno que han llegado para a sondear las necesidades de la comunidad. Mientras los hombres se sientan y hablan, las mujeres esperan alrededor de pie, en silencio.Una mujer wichí espera con su hija para completar el papeleo que acredite que ha recibido las visitas médicas y las vacunas necesarias para su edad. Es la condición para recibir la AUH.Varios niños participan en Santa Rosa en un taller organizado por el Ministerio de Primera Infancia de Salta. “Cambiar [la vida de los] adultos es muy complicado, por eso es muy importante trabajar con los niños desde pequeños, para que puedan tener un futuro distinto”, asegura Carlos Abeleira, el ministro.