El último viaje
El chef catalán recuerda sus mejores momentos con Anthony Bourdain
Me van viniendo recuerdos recién enterado de la triste noticia de la muerte de Anthony Bourdain.
Compartí con Anthony buenos momentos, el último, el año pasado en la cala La Pelosa, en la Costa Brava. Fue una comida divertidísima con Ferran, Rafa Zafra y parte de mi equipo, donde se nos hizo de noche entre anchoas, sangría, gambas enormes y un suquet elaborado por los pescadores de Roses.
Y es que el bueno de Anthony, como decíamos en elBulli, era todo “un person”. Era de esa gente que crea un personaje y lo llevan hasta el final, como por lo visto así ha sido. Persona tranquila y pausada, era muy buen conversador, más si acompañaban a la charla unas cervezas intercaladas entre algún que otro chupito.
Precisamente estando yo de charla con José Andrés entre bambalinas en un congreso gastronómico en Nueva York, Anthony nos llamó la atención: con un golpe certero en la mesa nos hizo callar. Era el moderador de un debate, me impresionó verle tan alto y tan serio en el escenario.
Anthony Bourdain no escondía su fuerte carácter, que le hacía estar interesado y atento, para momentos después encontrarse ausente en su particular mundo melancólico, que de hecho era casi todo el planeta Tierra.
Poca gente viajó tanto como él y probó tantas y tantas cosas, no pudiendo esconder su amor por Asia y su cocina.
Una noche cenando en Enigma me confesaba que estaba cansado de dar vueltas y que estaba deseando retirarse a su apartamento de Manhattan.
Por lo visto, su último viaje ha ido más allá de su querido New York.
Albert Adrià es chef de Enigma y elBarri.
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