Carmen Martínez-Bordiú, nueve meses de silencio, un título de duquesa y una deuda con Hacienda
La nueva duquesa de Franco vuelve a ser noticia pese a sus intentos de vivir una época alejada del foco mediático. La Agencia Tributaria la ha devuelto a la actualidad
Carmen Martínez-Bordiú ha mostrado su versión más prudente desde que su madre, Carmen Franco, la única hija del dictador Francisco Franco, que murió el pasado 29 de diciembre a los 91 años. Unas fotos enlutada junto al resto de la familia en el funeral celebrado en la madrileña iglesia de San Francisco de Borja el 12 de enero y después, el silencio.
Ese fue el pacto que marcaron los siete hermanos: blindarse y mantener un tono discreto mientras se resolvieran los frentes abiertos tras el fallecimiento de la matriarca, quien seguía conservando en sus manos la mayor parte de la millonaria herencia de la familia, cifrada entre 500 y 600 millones de euros. El acuerdo afectaba a todos pero muy especialmente a la más parlanchina de la saga, Carmen, la mayor y la más acostumbrada a lidiar con los medios, ya que las exclusivas sobre su vida han sido una constante que la han sacado de más de un apuro económico.
Había muchos flecos colgando y Carmen Martínez-Bordiú ha cumplido y ha callado durante estos nueve meses, también probablemente porque la herencia que está en juego le garantiza una vida más que cómoda que le evitará tener que volver a desnudarse verbalmente en público, salvo que le apetezca. Pero los acontecimientos son más aviesos que cualquier pacto. El 4 de julio el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el traspaso del título nobiliario que ostentaba su madre y desde ese día Carmen Martínez-Bordiú era oficialmente la duquesa de Franco, un título que implica Grandeza de España. La nietísima, como se la conoció en vida de su abuelo, volvía a estar en boca de todos, de los partidarios de su familia y de su persona y de sus críticos acérrimos que reclamaban retirar un ducado concedido a Carmen Franco, la hija de Francisco Franco, como concesión del rey Juan Carlos cuando murió el dictador en 1975.
Este martes se ha desvelado un nuevo y controvertido episodio en la vida de la primogénita de los Franco: la nueva duquesa ha sido condenada a pagar al fisco una multa de 525.063,96 euros. El motivo se remonta a 2006, cuando Carmen Martínez-Bordiú vendió 42 participaciones de unas acciones de la empresa FR Promociones del Suroeste S.A., donadas por su madre, operación por la que ingresó 9,9 millones de euros. Con ese dinero adquirió diversas propiedades en Cantabria y Mallorca, pero realizó la declaración de la renta correspondiente reduciendo la base imponible de la ganancia real de 6,7 millones que ha establecido la Agencia Tributaria a 57.209 euros.
La sentencia, adelantada por Infolibre, se dictó en marzo y revocaba la pretensión de la flamante duquesa de Franco de anular la multa, un pleito que lleva coleando desde 2011. La nieta mayor del dictador no ha respondido a las llamadas de este periódico. Carmen Martínez-Bordiú sigue callada y parece que le ha cogido afición a este nuevo estatus porque este mismo mes de agosto su entorno desvelaba que la nieta de Franco elegía exiliarse para alejarse de los conflictos y de la presión mediática que siente opresiva sobre su familia. La pretensión de exhumar los restos de su abuelo enterrados en la basílica del Valle de los Caídos, los movimientos para rescindir el ducado recién heredado, los pleitos encaminados a recuperar para el patrimonio público el Pazo de Meirás, el palacio de Cornide o las dos estatuas del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela que continúan en manos de la familia, han pesado en el ánimo de la mayor de los Martínez-Bordiú.
El pasado agosto se conoció su decisión de trasladarse a vivir al campo, lejos de España, pero no tanto como para estar a demasiada distancia de sus hijo Luis Alfonso de Borbón y de sus nietos, instalados en Madrid, y de su hija Cynthia Rossi, que reside con su esposo e hijo en Francia. Se habló de una propiedad cerca de Cascais, en Portugal, pero el alcalde de la localidad lo desmintió y ella continúa en silencio. Ya no necesita ruido. Tiene una nueva pareja –el neozelandés Timothy Mckeague, coach emocional y 34 años más joven que ella–, a sus incondicionales para apoyarla y más dinero cuando consigan vender propiedades que les permitan pagar los impuestos correspondientes y repartir la herencia de su madre. Que se peleen otros. Aunque por el momento Hacienda parece haberle ganado la primera batalla.
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