El nacionalismo recela de la descentralización de Sánchez
Los gobiernos de Cataluña y País Vasco creen que el Gobierno cercenó sus competencias durante la pandemia
Las comunidades gobernadas por el nacionalismo ven con escepticismo, incluso con negación, la descentralización que pretende llevar a cabo el Ejecutivo de Pedro Sánchez tras la crisis sanitaria. Los gobiernos de Cataluña y País Vasco han censurado de forma reiterada —y dura— que, bajo la premisa del mando único controlado por el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se asumiera el control de competencias autonómicas y se les dejara sin poder de decisión, si bien los Gobiernos regionales mantuvieron la gestión. Han criticado incluso que cada domingo se celebrara la Conferencia de Presidentes cuando el día anterior el presidente del Gobierno anunciaba las medidas tomadas en el Consejo de Ministros, lo que los convertía en espectadores directos, pero sin poder efectivo de decisión sobre las iniciativas del Gobierno.
“La gestión de la covid no ha sido ningún ejemplo de cooperación ni de coordinación, sino de imposición. Ante la mayor emergencia que hemos vivido nunca, nos retiraron las competencias y el poder de decisión”, se queja el presidente catalán, Quim Torra, que tilda esa actuación como una “falta de respeto institucional” hacia el conjunto de comunidades.
“Lo que se ha potenciado es la centralización a través de un mando único que podía haberse ejercido de otra manera”, coincide el lehendakari Iñigo Urkullu. El presidente vasco va más allá en la denuncia de las supuestas políticas centralizadoras en la etapa post-covid, al referirse al anuncio de la creación en la Comisión de Reconstrucción de una Agencia Nacional de Salud Pública: “No sabemos qué funciones tendría, cuando las competencias en Sanidad están en manos de las comunidades autónomas”.
El presidente vasco, que ha mantenido durante los últimos meses posiciones muy duras contra un Ejecutivo al que su partido ha apoyado en el Congreso, llama a “aprovechar esta oportunidad” y a “tomarse en serio no solo la palabra cogobernanza sino — y sobre todo— el concepto de gobernanza compartida y consensuada que esta palabra tiene detrás”.
El Gobierno catalán, desde sus premisas independentistas, no quiere oír hablar ya de descentralización. “El estado de las autonomías es un modelo caduco y agotado, sin más recorrido”, afirma Torra en defensa de la ansiada “bilateralidad” para negociar un referéndum de autodeterminación y, antes, la mesa de negociación con el Gobierno central. “No nos hemos movido”, insiste en ese punto su número dos, Pere Aragonès, aunque el dirigente republicano sí receta una vía para que Sánchez demuestre si apuesta por la descentralización. “Que Cataluña gestione su parte de los 140.000 millones de euros de los fondos europeos para la reactivación que llegarán a España. Así sería evidente que habría un cambio. Y el Gobierno lo tiene a su alcance”, afirma. “Es demasiado tarde para descentralizar, porque entre los anuncios que se lanzan no vemos alternativa viable al independentismo”, subraya.
Quien no opina como los dirigentes catalanes y el vasco es el presidente de la Generalitat valenciana, el socialista Ximo Puig. Este considera indiscutible que la celebración de 15 conferencias de presidentes ha abierto “un espacio de cogobernanza federalizante que hasta este momento no existía” y que ahora hay que “profundizar”, aunque pide movimientos desde ambos lados. El presidente valenciano no considera que el mando único fuera una fórmula para cercenar las competencias autonómicas, sino para generar “espacios de cooperación institucional” y defiende que en el seno de esos encuentros se logró que algunas comunidades autónomas asumieran posiciones “diametralmente opuestas a las defendidas en un principio”, sobre todo en referencia a los “Gobiernos menos autonomistas”.
Puig solicita la institucionalización de la Conferencia de Presidentes y ha destacado que la cogobernanza ha supuesto “el mayor avance del estado autonómico en toda la democracia”. “Creo que este es el camino: la cogobernanza, la corresponsabilidad, y pensar en el interés general y no en el interés particular”, remarca. “Es necesario un reseteo”, considera Puig, quien afirma: “El centralismo no es inteligente y el aislacionismo tampoco”.
Madrid D. F.
“La Administración la puedes descentralizar administrativamente y centralizarla económicamente, que es lo que ha sucedido en los últimos años”, denuncian fuentes del influyente lobby barcelonés Círculo de Economía, que consideran que el creciente peso económico de Madrid está restando capacidad productiva y competitiva al resto de comunidades, creando ese desequilibrio que ha generado la denominada España vaciada. “El talento llama al talento y la economía llama a la productividad”, recuerdan, y lamentan que apenas se puedan generar islas de prosperidad más allá de lo que su presidente, Javier Faus, ha denominado en algún momento el “Madrid D. F.” (Distrito Federal), donde predominan, afirman, fuerzas centrípetas.
Esa versión la corroborarían los últimos datos del INE sobre la actividad económica en las comunidades autónomas, que revelan que Madrid amplía la brecha con Cataluña sobre todo asumiendo mayor generación de Producto Interior Bruto (PIB) de otros territorios. “A nosotros nos da lo mismo lo que se haga con la estructura político-administrativa, no entramos, pero sí en el reparto económico. Nuestro modelo es el de Alemania”, explica el mismo interlocutor del Círculo de Economía, que, pese a ello, apuesta por una bicapitalidad Madrid-Barcelona.
Con información de Camilo S. Baquero, Juan Navarro y Ferran Bono.
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