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La crisis energética impulsa el regreso del brasero

Crece el uso de calefacciones tradicionales con carbón y madera, que pueden ser peligrosas sin un mantenimiento adecuado

Predes Macías prepara un brasero para calentarse en su casa, en Andavías, Zamora, el 3 de noviembre de 2022.
Predes Macías prepara un brasero para calentarse en su casa, en Andavías, Zamora, el 3 de noviembre de 2022.Emilio Fraile
Juan Navarro

La mesa camilla de doña Predes Macías está acondicionada para todas las estaciones. Sobre ella, hay un matamoscas que la mujer, de 79 años, blande para liquidar los insectos que aún sobreviven a la temporada estival por las altas temperaturas, inusuales para ser otoño. Esto también explica por qué apenas ha empezado a utilizar el sistema de calefacción que esconden las faldas de la mesa: un brasero. La señora explica con salero que en su Andavías (Zamora, 400 habitantes) ya no refresca tanto como antaño, cuando a finales de septiembre tenía que empezar a buscar madera en carretilla y conseguir cisco, como llaman allí al carbón que alimenta chimeneas o braseros como el que la caldea en invierno. “¡Yo aquí soy feliz!”, exclama sentada junto a su gato, Michi, que también disfruta del “calorcito”, mientras la zamorana hace crucigramas o ve la tele al abrigo de las ascuas. Este sistema le permite un importante ahorro en electricidad o en gas, pero entraña riesgos si no se conserva bien.

Predes Macías corta leña para alimentar el brasero y la chimenea.
Predes Macías corta leña para alimentar el brasero y la chimenea.Emilio Fraile

La llegada del otoño y el inminente invierno, sumados a la crisis energética derivada de la invasión rusa sobre Ucrania, han provocado que los siempre recurrentes hogares, chimeneas, glorias y demás antecesores de los radiadores hayan ganado importancia. Macías calcula que al mes gasta unos 30 euros en este combustible natural, mientras que “poner la calefacción es una ruina”. La mujer admite que estos mecanismos necesitan un mantenimiento para evitar disgustos incluso peores que los de las facturas de electricidad o gas cuando bajen las temperaturas de verdad. Así coincide la Asociación de Deshollinadores de España (ASDE), que recopila los accidentes y muertes ocasionales provocadas por malas combustiones, casas que arden, intoxicaciones derivadas de chimeneas en mal estado o braseros que queman lo que no deben porque sus propietarios no los han cuidado adecuadamente. Los datos de esta entidad apuntan a que Galicia y Castilla y León, dos comunidades frías y con elevado volumen de población mayor y rural, sufren especialmente estos sustos.

Doña Predes Macías transporta la leña con una carretilla.
Doña Predes Macías transporta la leña con una carretilla.Emilio Fraile

Los portavoces de la ASDE recalcan “la importancia de las revisiones mínimas periódicas a las que han de someterse las instalaciones de confort térmico”, ya que en las últimas fechas han contabilizado el incendio de una casa en Villarramiel (Palencia) por una gloria desde donde saltó el fuego y provocó grandes destrozos, o en Friera de Valverde (Zamora), donde un matrimonio anciano fue hospitalizado por el humo derivado de un brasero en mal estado. Hace un año, en la vallisoletana de Piñel de Abajo, murieron dos personas víctimas del monóxido de carbono que invadió su vivienda.

Estas sorpresas indeseables, afirma Ana Llorente, gerente de la empresa de instalación de chimeneas DrHumo, en Villalobón (Palencia), se han multiplicado tras la pandemia. Los clientes que se mudan a los pueblos y rehabilitan viviendas con este tipo de sistema de calefacción han aumentado. Además, la subida de precios de la energía ha azuzado su uso como forma alternativa de ahorro. “Antes, la temporada empezaba en septiembre, pero ahora la demanda es continua, el gran peligro está en la falta de mantenimiento y en las malas instalaciones hechas de antemano”, avisa la palentina, con 20 años de experiencia en el sector.

Predes Macías se prepara para encender el fuego.
Predes Macías se prepara para encender el fuego.Emilio Fraile

La ciudadanía, advierte Llorente, sí sabe que anualmente se deben revisar las conexiones de gas, pero en España “no hay costumbre de deshollinar, no hay recordatorios de este peligro y con las chimeneas o estufas de leña el humo puede rebotar hacia la vivienda”, que rara vez cuentan con detectores de humo. Los seguros, destaca, cubren estos percances y “la gente se confía; hasta que no hay un problema real no se buscan soluciones y hay que meter mucho miedo a los clientes para que se lo tomen en serio”. La empresaria dedica un “madre mía, qué locura” al recordar que un potencial instalador de chimenea le ha preguntado esa misma mañana por la posibilidad de poner una caldera de leña en la terraza de un piso, un disparate prohibido por normativas que la gente intenta sortear en su afán por reducir gastos.

Predes Macías aviva el fuego de la chimenea de su casa con un fuelle.
Predes Macías aviva el fuego de la chimenea de su casa con un fuelle.Emilio Fraile

Llorente insiste en que son obras que no puede hacer “algún albañil de confianza” porque esos apaños pueden ser peligrosos, especialmente si de noche, con los residentes durmiendo, se desata un incendio que puede causar víctimas. “Un caso que tuvimos fue que el típico cuñao había hecho una chimenea y no había aislado la madera, por lo que al calentarse empezó a arder el techo”, evoca la mujer, que insta a los usuarios a revisar regularmente estas infraestructuras y a evitar chapuzas por su cuenta. “Menos tutoriales de YouTube y más empresas especializadas, hay muchas ganas de ahorrar pero no siempre se puede”, recomienda.

Predes Macías mete las brasas en el brasero.
Predes Macías mete las brasas en el brasero.Emilio Fraile

Esta clase de comentarios los respalda Predes Macías, a quien no hay frío que le entre con su ropa gruesa reglamentaria y las rodillas a cubierto gracias al brasero que pone cada mañana: “Aquí desayuno yo calentita”. Después, se mantiene el calor que tanto se agradece al meter las rodillas debajo de la mesa camilla, con ascuas naranjas que mueve de vez en cuando. Métodos clásicos y solventes siempre que se vigile bien: “Yo la pongo con mucho cuidado”. La chimenea, ubicada en una salita contigua junto a las dos fotos más valiosas de la casa, una de Jesucristo y otra de su nieto, tiene que tener siempre “el tiro limpio”, bajo riesgo de intoxicación cuando elabora sus afamados chorizos caseros. Ella misma se encarga de ir a por madera y, con vitalidad hasta envidiable, tirar de hacha con soltura para llenar la carretilla de haces de leña y volver a su casa para preparar el fuego del brasero. Las cerillas y el papel de periódicos viejos hacen brotar la llama que acabará calentando sus pies y hará que ese gato “mimosón pero miedica” decida quedarse a su vera al menos hasta marzo.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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