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Las pistas clave que llevaron a Pompeyo: unos sellos únicos, compras en la red y ADN en la basura

La Policía analizó los sobres y los residuos del detenido antes de arrestarlo junto a su piso de Miranda de Ebro como supuesto autor del envío de cartas pirotécnicas

En el centro, con gorra, el detenido por el envío de cartas con material pirotécnico a finales de 2022, ayer, tras ser detenido en Miranda de Ebro.Foto: SANTI OTERO (EFE)
Juan Navarro

Las seis cartas con artefactos deflagrantes enviadas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al embajador de Ucrania y a otros cuatro destinatarios provenían de la calle del Clavel, número 2, piso 3º C, de Miranda de Ebro (Burgos, 35.000 habitantes). El emisor, Pompeyo González Pascual, es un jubilado de 74 años, de marcada ideología prorrusa y prosoviética, a quien la Audiencia Nacional ordenó detener por un delito de terrorismo. La investigación que ha llevado hasta él analizó los sobres deflagrantes y cotejó el rastro de ADN que contenían con vestigios hallados en la basura de Pompeyo, con lo que la policía dio por hecho que este exfuncionario era el autor de los artefactos caseros. El rastro que dejó en la compra de las cartas, los sellos y del material para montar el ingenio sirvió para su arresto este miércoles, entre un enorme despliegue policial apoyado por especialistas en explosivos por si el sospechoso reaccionaba con fuerza. Pompeyo apenas se inmutó.

La operación policial se llevó a cabo con la instrucción de la Audiencia Nacional, que precisaba que el registro en casa del jubilado debía “abarcar la intervención de todos aquellos efectos, instrumentos y objetos de ferretería relacionados con el delito investigado, tales como armas, precursores, sustancias explosivas…”, según información facilitada por el despacho de abogados Herrero-Alegre, que atendió de oficio al detenido. También se subrayaba la importancia de requisar ordenadores o teléfonos del domicilio, pues los agentes comprobaron a lo largo de sus pesquisas como la huella digital del sospechoso ya había revelado que era ferviente consumidor de contenidos a favor de Rusia de la invasión de Ucrania ordenada por Vladímir Putin.

La operación duró más de seis horas y contó con la colaboración de Pompeyo González, que contempló impertérrito los trabajos policiales. La Audiencia Nacional le atribuye “la remisión de las seis cartas, conteniendo en su interior cajas de madera manufacturadas a mano con un artefacto explosivo casero”. Son las enviadas el 24 de noviembre a la Presidencia del Gobierno; el 30 a las instalaciones de la empresa armamentística Instalaza de Zaragoza y a la embajada de Ucrania en Madrid, que causó lesiones a un miembro de la seguridad del edificio al abrir el sobre recibido. El 1 de diciembre llegó otra misiva peligrosa al ministerio de Defensa, otra a la embajada de Estados Unidos en Madrid, y una más al Centro de satélites de Torrejón de Ardoz (Madrid).

El detenido, de escasa vida social, preparó en su vivienda los sobres de cartón sobre los que se centraron las pesquisas. Los matasellos venían de la oficina central de Correos de Valladolid, con el código 47, lo que apuntó a que las cartas explosivas partieron de la provincia de Burgos. Los sellos “Disello cat. General 0,75 euros” y “Monte Santa Trega 2,70 euros”, que lucían las misivas, hicieron descubrir que las dos únicas expendedurías donde fueron vendidos eran los estancos de las calles de San Pablo, 17, y calle de la Sombrerería, 19, en Burgos ciudad.

El continente o sobre de los artefactos caseros, de formato DIN A5 y con una forma de solapa, tipo de cierre y pliegues particulares, condujeron a una empresa especializada, con lo que los investigadores supieron que, el 5 de noviembre de 2022, Pompeyo González adquirió 25 unidades de estas características. Los investigadores también consultaron a la multinacional Amazon, que confirmó que este usuario “entre junio y julio adquirió un kilo de nitrato potásico puro, cable con mecha, interruptores, filamentos de cobre y bombillas incandescentes” y entre octubre y noviembre notificó “la compra de pegatinas adhesivas de 100 x 50 milímetros, bisagras de 25 x 23 milímetros, toda clase de tornillería, brocas de precisión, plantillas para dibujar los números y el abecedario, plantillas para dibujar números y letras del abecedario”.

La comparación y análisis de estos artículos constató que las etiquetas coincidían con las empleadas en los sobres y que la caligrafía muestra “una evidente falta de espontaneidad y de sinceridad, lo que se demuestra por el sistema de construcción empleado, trazo a trazo, con predominio del formato versal [...] paradas frecuentes, reenganches y correcciones, elementos todos ellos que pueden indicar un intento de ocultar el estilo habitual de escritura”. Las bisagras que compró eran iguales que las dispuestas en los artefactos deflagrantes, de 23 por 25 milímetros, mientras que las brocas que encargó se corresponden con piezas del artefacto que llegó a la embajada ucrania, que causó un herido.

Una vez que la policía tuvo cercado al, en apariencia, apacible vecino mirandés, montaron la vigilancia. Una semana antes de la detención, los agentes recogieron el cubo de la basura de Pompeyo del contenedor de la calle. El 18 de enero “fue recogida inmediatamente una bolsa de residuos que depositaba en un contendor cercano a su domicilio, que fue trasladada, hasta la Comisaría de Policía Científica, donde se realiza análisis de las muestras de ADN halladas en el interior de la referida bolsa”. El informe mostró que el ADN de esta basura coincidía con “el perfil genético” recogido en los sellos y en los artefactos.

La Audiencia Nacional atribuye al detenido un delito de terrorismo, definido como “el propósito de difundir una situación de inseguridad por la repetición de actividades, con una capacidad intrínseca necesaria para producir situaciones de terror en la colectividad, por la inseguridad ciudadana que conlleva”. Con esta base se eligió el miércoles 25 de enero para actuar con personal de la Audiencia Nacional, perros especializados provenientes de Valladolid y hasta 40 agentes desplegados en el barrio. A las cuatro y media de la tarde salió del portal el jubilado y terminó la denominada Operación Kovert, que en ucranio significa “sobre postal” como los que enviaba Pompeyo sin que nadie de su entorno lo imaginara.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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