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Los canalones rotos y la humedad amenazan al patrimonio renacentista de Salamanca

Los edificios construidos con piedra de Villamayor sufren la erosión del agua sin apenas rehabilitación o cuidados

Patrimonio Salamanca
Iglesia de la purísima en Salamanca, con humedades en uno de los escudos.Emilio Fraile
Juan Navarro

El legado renacentista de Salamanca está amenazado por canalones que gotean o tejas rotas. La delicada piedra de Villamayor que compone estos edificios históricos sufre por las malas canalizaciones, que arrastran esta piedra arenosa o tiñen de verdín las paredes de emblemas del plateresco español. La decadencia se aprecia en las calles o en los adornos de la Casa de las Muertes, que van camino de morir. Este inmueble en pleno centro urbano tiene su puerta rodeada por vallas de obra y cercados de rediles, una burda protección tras un reciente derrumbe que contrasta con la pulcritud artística aparente desde lejos. Desde cerca, se ve que ornamentos como las características calaveras que dan nombre a la casa de Juan de Álava o detalles de la fachada están erosionados, como otros tantos elementos arquitectónicos del renacimiento charro.

La fría mañana salmantina se combate paseando entre su patrimonio más emblemático y tomando nota de que hay muchas fallas bajo el mismo patrón: la humedad. Jesús Delgado, miembro de la asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio de Salamanca, indica, en un paseo por las calles, daños causados por desagües desatendidos o chapuzas en los tejados. El recorrido comienza en la Casa de las Muertes, cuyo nombre real es Casa de Juan de Álava. Este Bien de Interés Cultural (BIC) del siglo XVI pertenece a los Cobaleda, una familia rica de banqueros que la puso a la venta por tres millones de euros hace tres años. Sin éxito. “Da igual el propietario, hay que conservar el patrimonio, lleva 500 años en pie y ahora tiene daños irreparables”, critica Delgado ante la dejadez de los dueños, pues la normativa de los BIC marca que ellos deben hacerse cargo del mantenimiento.

Fuentes del Ayuntamiento aseguran que a los propietarios de este histórico edificio se les ha instado a mejorarlo y que pronto habrá trabajos de restauración. La fachada de tonos marrones tiene zonas oscuras fruto de la humedad y los líquenes. Hay relieves muy erosionados que apenas se distinguen, desconchones y algunos de los rostros tallados sobre los muros se han quedado chatos. Los viandantes que pasan ante el edificio apenas aprecian los daños sobre la sensible piedra de Villamayor, popular en las fotos que miles de turistas hacen en la ciudad porque en función de la luz que caiga sobre los edificios parece que cambian de color.

Humedades encima de la puerta de la iglesia de La Purísima, en Salamanca.
Humedades encima de la puerta de la iglesia de La Purísima, en Salamanca.Emilio Fraile

El procurador del común en Castilla y León ha recordado recientemente la “especial singularidad por su importancia arquitectónica” de conjuntos como la Casa de las Muertes y ha instado a que la Consejería de Cultura haga un “seguimiento” a las labores de los propietarios para “garantizar la debida conservación”. El doctor en Geología de la Universidad de Salamanca Gaspar Alonso lamenta el “enjambre de despropósitos” que acarrea estos deterioros. “Hay factores climatológicos, los líquenes, las palomas o las personas, hay gente que pasa rascando las paredes o hace pintadas”, lamenta el geólogo, que alerta sobre cómo las salpicaduras y los goteos pueden castigar la sensible piedra de Villamayor: “La maltratan mucho”. El salmantino avisa de que las reparaciones deben hacerse con cuidado, pues el cemento, los barnices o lacas impiden que esta piedra porosa “respire”. El agua se acumula y acaba “atacando” al mineral o causando “chorretones de verdín”, fruto de que el agua aprovecha las malas canalizaciones. Alonso avisa de que este material “sufre con las grandes fiestas” por culpa de los ultrasonidos o las luces muy potentes.

Estas manchas verdes se observan en el convento de las Agustinas o el Palacio de Monterrey, más iconos charros amenazados por desagües en mal estado. Una grieta en un canalón provoca que gota a gota, o incluso en chorro cuando llueve mucho, se erosione esta piedra arenisca hasta el punto de que en el paseo por Salamanca hay pequeños montículos de arena desprendida de las paredes. “No se van a caer mañana pero van camino de ello”, avisa Delgado ante zócalos desmenuzados.

Los musgos que crecen en ilustres edificios también castigan el área de la Universidad Pontificia, la ilustre Facultad de Traducción junto al recordatorio a Miguel de Cervantes, la destacada Puerta de Ramos de la Catedral o la denominada Cueva de Salamanca, donde la leyenda dice que daba clase el mismísimo diablo. Belcebú debería tener cuidado para impartir cátedra ahora mismo. Podría desnucarse si tropieza en esos escalones roídos por el tiempo y la desatención que, para desesperación de Delgado, pisan alegremente unos turistas. Esta antigua cripta tiene libre acceso y una mala canalización origina pequeñas cascadas de agua cuando arrecia. La erosión se aprecia incluso rozando la pared, donde la piedra de Villamayor se queda en el dedo y cae hasta el suelo. Los gamberros o enamorados, que a veces son sinónimos, han llegado a grabar sus nombres o insultos con punzones o llaves en esos edificios históricos.

Detalle del evidente deterioro en el que se encuentran las piedras del monumento de la Cueva de Salamanca.
Detalle del evidente deterioro en el que se encuentran las piedras del monumento de la Cueva de Salamanca.Emilio Fraile

Fuentes del Ayuntamiento destacan que velan por “que se cumpla la normativa vigente y actuar cuando lo requiere un particular”. La asociación patrimonial censura que se hace poco caso al conjunto urbano y que solo se ha actuado, y de forma mejorable, en la plaza Mayor. El Ayuntamiento encargó en 2018 un informe sobre la Cueva de Salamanca y la plaza Mayor. El estudio, elaborado por la geóloga Jacinta García y el investigador del CSIC Carlos Iñigo, acreditó que “la piedra de Villamayor utilizada en la Cueva de Salamanca se encuentra en un estado avanzado de deterioro y presenta eflorescencias salinas, costras, grietas…”, e instaba a una “restauración y conservación” que según Delgado no han llegado. “La plaza Mayor se encuentra mucho mejor aunque requiere intervenciones para evitar que el agua de lluvia recorra los alzados de los pabellones”, añadía el análisis. Delgado señala que las “eflorescencias salinas” de la plaza Mayor se aprecian mirando con ojo crítico. Efectivamente: el medallón de Carlos II El Hechizado ahora tiene una blanca calvorota por restos de sal que han goteado sobre él.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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