La policía tailandesa concluye que el asesinato de Arrieta fue premeditado y que Sancho lo apuñaló antes de descuartizarlo
Los investigadores sostienen que las pruebas son “suficientemente consistentes” para acusarle de asesinato premeditado, un delito que puede conllevar la pena de muerte, y afirman que actuó solo
La policía tailandesa ha concluido que la muerte del cirujano colombiano Edwin Arrieta fue premeditada y que el español Daniel Sancho le apuñaló y luego lo descuartizó. El subdirector de la Policía de Tailandia, Surachate Hakparm, ha anunciado este martes el fin de la investigación de este crimen, ocurrido en la isla de Koh Phangan el 2 de agosto, con una rueda de prensa en la que se han mostrado parte de las pruebas recabadas. La policía del país asiático descarta que la muerte fuera accidental, como había alegado el cocinero en un primer momento, y también ha descartado la posible intervención de terceras personas, ya que no han encontrado ni restos de ADN ni imágenes en las cámaras de los alrededores. “Hemos consultado al fiscal sobre algunas de las pruebas y son suficientemente consistentes para acusarle de asesinato premeditado, lo que conlleva la pena de muerte”, ha afirmado Hakparn, informa Efe. El mando policial ha añadido que ahora será el fiscal quien establezca la petición de pena de cara al juicio. Daniel Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho, ingresó en prisión provisional en la isla de Samui el 7 de agosto.
Los investigadores han contado los supuestos motivos que Daniel Sancho, de 29 años, ofreció para explicar el asesinato de Edwin Arrieta, de 44. “Daniel ha confesado que mató a Edwin porque quería dejar la relación y Edwin no lo quería así”, ha asegurado el mando policial, conocido en el país como Big Joke. Rodeado por los periodistas españoles y con una traducción de escasa calidad ―hasta tres personas han hecho de intérpretes de Hakparn en apenas 45 minutos― el subdirector de la policía tailandesa ha descartado de forma tajante la hipótesis de que la muerte de Arrieta fuera accidental. “La policía está segura de que no fue un accidente, fue un asesinato premeditado porque antes había planeado comprar material, como un cuchillo y una navaja. Además, la víctima tenía marcas de apuñalamiento en el lado derecho del pecho”, ha revelado, mientras mostraba en una tableta electrónica imágenes de la camiseta de Arrieta con cortes del tamaño de la hoja de un cuchillo. Hakparn ha calificado el crimen como “asesinato con premeditación”. Sancho dio negativo en los exámenes que se le han practicado para encontrar restos de drogas o alcohol.
La reconstrucción policial contempla que Daniel Sancho apuñaló a Edwin Arrieta en el pecho y este, al caer, se golpeó en el lavabo del baño de la habitación de hotel que compartían en Koh Phangan. Esta secuencia ―junto a la compra previa de cuchillos, guantes, bolsas y útiles de limpieza― ha llevado a los investigadores tailandeses a descartar la hipótesis de una muerte fortuita. Lo que la policía no ha podido discernir es si la causa inmediata de la muerte fue el apuñalamiento, el golpe o el propio descuartizamiento. “La causa de la muerte se está investigando”, ha manifestado el mando policial. Según el relato aportado ante los medios, Daniel Sancho confesó a la policía que había apuñalado a Arrieta, cayó y se golpeó la cabeza y murió. También informaron de que había tardado unas tres horas en descuartizarlo y empleó un día más para limpiar la habitación del hotel. En la caja fuerte del cuarto del investigado intervinieron 9.000 dólares estadounidenses. “No sabemos la razón por la que trajo ese dinero”, ha manifestado el agente.
La policía no contempla que ninguna otra persona haya participado en el crimen, dado que no han encontrado ni restos de ADN ni imágenes en las cámaras de los alrededores. Preguntado por un periodista, Hakparn ha sido de nuevo tajante. “No puede haber otra persona, no hemos encontrado grabaciones [de otras personas] en las cámaras de seguridad ni restos de ADN de otras personas” en los escenarios del crimen. Los agentes también mantienen que el material genético encontrado en una camiseta de la víctima refuerzan que Sancho sea el único sospechoso.
Sancho y Arrieta habían quedado el 2 de agosto en Koh Phangan, una isla muy turística conocida por albergar la fiesta de la luna llena, en la que las playas se abarrotan de personas celebrando con música hasta el amanecer. Los restos del fallecido han sido encontrados en varias zonas de la isla, entre ellas un vertedero, y en el mar.
A pesar de dar por cerrado el caso, los investigadores han reconocido que les queda trabajo pendiente. El mando ha asegurado que están analizando los mensajes telefónicos que se cruzaron Sancho y Arrieta, algo sobre lo que ha rehusado dar detalles, y también quedan por conocerse los resultados de la autopsia que pueden precisar la causa de la muerte. Hay diversos enseres que todavía no han sido hallados, como un cuchillo que consideran relevante para la investigación, el teléfono de la víctima, y algunos objetos pertenecientes a Arrieta que el investigado confesó que había tirado.
Reconstrucción del crimen
En la conferencia de prensa, celebrada en la comisaría local, se han expuesto una serie de paneles explicativos sobre la investigación. En ellos aparecían fotogramas de cámaras de seguridad de supermercados de la zona en las que aparecía una persona con características similares a Daniel Sancho, y cuyo rostro había sido tapado en la imagen con una banda negra; también había fotografías de la reconstrucción policial del crimen tomadas en un baño. En una de ellas se aprecia a Daniel Sancho sentado en cuclillas y de espaldas, mientras otra persona del equipo de investigadores, con camiseta roja, aparece tendida en el suelo. En otra, el investigado está de pie, vestido y metido en una ducha. En los paneles también se apreciaba un collage de fotografías del equipo policial tailandés.
La Policía tailandesa tenía 84 días para terminar la investigación, pero la colaboración del autor confeso del crimen ha acelerado todo el proceso. Los investigadores tienen ahora que entregar su informe a la Fiscalía para fijar la fecha del juicio. La legislación tailandesa, especialmente severa, castiga los asesinatos y homicidios con tres tipos de penas, en función de las circunstancias. La más grave es la condena a muerte, aunque también contempla la cadena perpetua o hasta 20 años de reclusión. Aunque no es extraño que la justicia tailandesa imponga la máxima pena, en la mayoría de los casos no se ejecuta y se conmuta por cadena perpetua. Fuentes conocedoras del sistema judicial del país asiático aseguran que la pena capital solo se aplica en casos en los que las víctimas son miembros de las fuerzas de seguridad o altos cargos de gobierno, y no se conocen casos recientes en los que el ajusticiado haya sido un ciudadano extranjero.
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