Abascal quiere forzar un referéndum sobre la reforma constitucional que elimina el término “disminuidos”
La italiana Meloni y el argentino Milei arropan al líder de Vox tras proclamarse presidente del partido ultra hasta 2028 sin someterse a votación
Ante el goteo de bajas en sus filas y unas encuestas desfavorables, el líder de Vox, Santiago Abascal, ha emprendido una huida hacia adelante. Abascal ha aprovechado este sábado su proclamación como presidente de la formación ultra hasta 2028 para lanzar un órdago: ha anunciado que pedirá al PP y al Grupo Mixto que le cedan la firma de dos diputados para que, sumados a sus 33 escaños, complete el 10% del Congreso necesario para forzar un referéndum sobre la reforma de la Constitución. Vox, que inicialmente se abstuvo y al final votó en contra de la modificación del artículo 49 de la ley fundamental para cambiar la palabra “discapacitados” por personas con discapacidad, alega ahora que la reforma discrimina a los hombres porque añade que “se atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y los menores con discapacidad”.
La iniciativa no tiene visos de prosperar, ya que todos los demás grupos parlamentarios apoyan el cambio, pero Vox aspira a recuperar protagonismo en un momento en el que intenta marcar perfil propio frente al PP. Por vez primera, la formación ultra se ha desmarcado de la manifestación convocada este domingo por los populares contra el Gobierno de coalición y Abascal ha desenterrado hoy el calificativo de “derechita cobarde”, que no empleaba desde hace años, para descalificar al partido de Alberto Núñez Feijóo.
La primera ministra italiana Giorgia Meloni y el presidente argentino Javier Milei han respaldado a Abascal con mensajes grabados en el acto en el que se ha entronizado al frente de Vox por cuatro años más. La líder de Fratelli d’ Italia le ha instado a prepararse ante la “muy importante cita” de las elecciones europeas del próximo 9 de junio, “para dar por fin a la Unión Europea el cambio de rumbo que esperábamos desde hace tiempo”. Por su parte, el nuevo presidente argentino, que se ha definido a sí mismo como “liberal libertario”, ha llamado a su “queridísimo amigo” Abascal “a no bajar los brazos, a seguir peleándola porque somos pocos pero buenos los que peleamos por la vida, la libertad y la propiedad”.
La asamblea general de Vox propiamente dicha apenas ha durado media hora. No ha sido un congreso a la búlgara, con más votos que votantes, como auguraba la exdirigente del partido Macarena Olona, ya que ni siquiera se ha votado. La presidenta del comité electoral interno, Gema Herrero, ha asegurado que la lista encabezada por Abascal era la única que ha obtenido el aval de más del 10% de los afiliados ―aunque no ha revelado cuántos avales ha recibido― y, de acuerdo con el candidato a la reelección, ha decidido proclamar su victoria sin someterlo al voto de los afiliados, según ha explicado. Es lo mismo que Abascal hizo en el anterior congreso, en 2020.
El líder del partido ha asegurado más tarde: “Me he presentado a la reelección porque me lo han pedido los afiliados, los simpatizantes y los votantes de Vox. No me lo ha pedido ningún medio de comunicación”.
A falta de urnas, el aplausómetro ha sido el termómetro para medir el apoyo de las bases a los distintos dirigentes de Vox. A medida que se leían los nombres de los nuevos integrantes del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), estos se levantaban a saludar al público y ahí se ha visto que, después del propio Abascal, el más aplaudido ha sido el ex secretario general Javier Ortega Smith, quien primero fue degradado a vicepresidente y ahora se ha quedado como simple vocal de la ejecutiva.
En el mitin que ha seguido a la asamblea general ―celebrados ambos en el salón de actos de un hotel de Madrid, con 2.000 asientos de aforo―, Abascal ha calificado de “película de ciencia ficción” la existencia de divisiones o corrientes en el seno de su formación y la ha atribuido al “ruido ensordecedor” provocado por las “noticias falsarias” sobre su partido. Los ataques a la prensa han sido constantes en un acto en el que se ha vetado el acceso a varios medios de comunicación; entre ellos, EL PAÍS.
Abascal ha presumido de que su partido gobierna ya sobre 14 millones de españoles y ha exhibido músculo haciendo desfilar por la tribuna a los cuatro vicepresidentes de los gobiernos autonómicos de coalición con el PP, a los que ha incorporado a la nueva dirección. Todos ellos han agradecido su nombramiento a Abascal y varios, como el castellano Juan García-Gallardo, han mostrado la cara más xenófoba de Vox, atribuyendo la delincuencia a la inmigración, llamando a defenderse frente a “la islamización de España y de toda Europa” o reclamando un “bloqueo inmigratorio”.
Aunque ha saludado desde la tribuna al candidato de su partido a la Xunta en las elecciones del 18 de febrero, Álvaro Díaz-Mella, Abascal ha desaprovechado la ocasión de darlo a conocer cediéndole el micrófono en un acto en el que han intervenido ocho oradores. Paradójicamente, la convocatoria de este congreso, adelantado en teoría para que el partido se centre en los próximos procesos electorales, no evitará que tenga que celebrar otro en los meses venideros, pues no se han aprobado las cuentas anuales de la formación como es legalmente preceptivo.
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