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EH Bildu se hace con el jardín socialdemócrata

Viaje a los nuevos barrios jóvenes de clase media en Vitoria, donde la formación ‘abertzale’ ha arrasado en las últimas elecciones en el País Vasco y que constituyen una de las claves de su éxito

Una calle del barrio de Salburua, en Vitoria, donde Bildu cosechó uno de sus mejores resultados en las elecciones vascas.
Una calle del barrio de Salburua, en Vitoria, donde Bildu cosechó uno de sus mejores resultados en las elecciones vascas.Fernando Domingo-Aldama
Antonio Jiménez Barca

El barrio de Salburua, situado al este de la ciudad de Vitoria, es nuevo, limpio y acogedor. Empezó a levantarse a principios de este siglo y aún no está terminado. Pero cuenta ya con avenidas amplias con tiendas de casi todo atravesadas de relucientes carriles-bici. Buena parte de las viviendas son de protección oficial. Muchos de sus aproximadamente 20.000 habitantes son jóvenes, de clase media y media baja. Muchos, trabajadores bien pagados de Michelin o la Mercedes. Hay un tranvía silencioso que desde hace un año une el distrito con el centro de Vitoria en 10 apacibles minutos. Hay parques infantiles concurridos cuando no llueve y escuelas públicas que funcionan. No se ven muchos coches. No hay ruidos molestos. El centro cívico, corazón social del distrito, es un ejemplo de cómo tiene que ser un edificio de estas características: barato y subvencionado (95,40 euros al año por utilizar a discreción la piscina cubierta, por ejemplo), ofrece bibliotecas surtidas, salas de encuentros a disposición del vecindario, canchas de baloncesto y futbol sala y decenas de clases, cursos, charlas y actividades para todos. A las cinco de la tarde, los días que llueve o hace frío, que en Vitoria son muchos, los padres jóvenes (tantos padres como madres, por cierto) llegan con sus hijos pequeños en bicicleta al centro, aparcan en la puerta, pasan a una gran sala y juegan todos juntos mientras meriendan. El barrio de Salburua es una suerte de moderno paraíso urbano socialdemócrata para el trabajador que uno podía imaginar en Oslo o en Helsinki hace años. Pero está en Vitoria. Y en 2024. Y ha sido uno de los viveros del voto de EH Bildu en las últimas elecciones vascas, una de las explicaciones de su éxito, particularmente significativo en Álava.

En esta provincia, EH Bildu ha sido el partido más votado, con un 29,44%, lo que se ha traducido en ocho escaños, dos más que en las pasadas elecciones. El PNV, segunda fuerza, ha obtenido siete, dos escaños menos. En Vitoria, el porcentaje de voto a EH Bildu es de un 26,59%. Pero en el barrio de Salburua escala hasta un 33,7%.

Aitor Idígoras, de 47 años, vecino del barrio, profesor de escuela pública, conoce bien Salburua. “Ha coincidido la expansión del barrio con el viraje de Bildu, alejándose de sus esencias independentistas y haciéndose más socialdemócrata. Además, los miembros de Bildu estaban ya en la calle, en las AMPA de los colegios, en las asociaciones de vecinos. La gente aquí aboga por los servicios públicos. Y aquí se ha votado, creo, más por un voto de reafirmación social que de reivindicación”.

Imanol Zubero, sociólogo, exsenador por el PSE en 2008 e impulsor del movimiento Gesto por la Paz, coincide en destacar el golpe de timón socialdemócrata de Bildu, tanto en el País Vasco como en Álava: “Ciertamente, las nuevas generaciones han votado a un Bildu muy del modelo de Oskar Matute, un Bildu social, un Bildu muy socialdemócrata. Mi pregunta es ¿Cuánto va a aguantar Bildu así? Porque el votante clásico de Bildu está convencido de que todo esto es una estrategia. Ahora mismo es una fuerza política con dos almas”. Y añade: “La cuestión no es si está cambiando Álava, sino si está cambiando Bildu. Pero de verdad: que se institucionalizara de verdad. Si esto ocurriera, podría pensarse en un cambio definitivo, pero tengo mis dudas. No hay que olvidar que Álava ha sido el territorio histórico vasco con los votos más fluidos y cambiantes”.

Agustín Plaza, viejo sindicalista de UGT de 76 años, es un ejemplo de esto último: votó al PSE, al que ahora considera un partido desgastado por su acercamiento al poder con el PNV; después a Podemos, que llegó en Álava a ser la fuerza política más votada en las elecciones de 2015; y ahora, tras el hundimiento de los morados y su desunión de Sumar, se ha decidido por EH Bildu. “Lo he hecho por conciencia social. Y por el problema de la vivienda para la gente joven. Y para que se regenere la Sanidad Pública”. Plaza, vecino de Salburua, recuerda que en los primeros tiempos del barrio había un porcentaje respetable de vivienda protegida, pero que eso ha desaparecido en las promociones actuales.

Ramón Rabanera, histórico líder del PP alavés, de 76 años, exdiputado nacional y exsenador, también recuerda esa victoria de Podemos en 2015. “¿Que a qué se debió? Pues todavía estoy buscándole una explicación. Pero todos esos votos de Podemos han ido ahora a Bildu. Yo atribuyo el éxito de Bildu, en parte, a una ideologización en las escuelas, especialmente en los pueblos; por otra, a que la gente quiere olvidar el pasado, a ETA, y yo entiendo que la gente quiera olvidar, porque no es agradable —a mí me quemaron mi negocio siete veces, me quisieron matar varias y viví muchísimos años con escolta—, pero también creo que recordar es una vacuna para que lo que pasó no vuelva a pasar. Y luego está la postura de Sánchez en Madrid con respecto a Bildu, que los fortalece aquí”.

Pueblos y localidades pequeñas

De las 327.000 personas que viven en Álava, 250.000 lo hacen en Vitoria. Por eso su voto es clave. Pero en las últimas elecciones vascas se ha consolidado también la conquista de EH Bildu de los pueblos y ciudades pequeñas, que empezó hace años desde el norte, pero que ya se ha extendido a toda la provincia, incluida la más refractaria, la zona limítrofe con La Rioja.

Txelo Auzmendi, de EH Bildu, alcaldesa de Asparrena, cercano a Navarra, de 1.700 habitantes, considera que el respaldo electoral se debe a un factor primordial: “Hacemos una labor conectada con las preocupaciones de la gente de los pueblos, no teórica ni política: los cuidados, la movilidad, la salud, la vivienda. Por ejemplo, estamos en contra del trazado del tren de alta velocidad, porque por donde pasa aquí arrasa cultivos y deja a pueblos aislados, pero ofrecemos una alternativa de un tren social que una pueblos y que transporte mercancías”.

Joseba Azkarraga, alavés de 74 años, ha sido político nacionalista, ex secretario general de Eusko Alkartasuna y exconsejero de Justicia con el Gobierno de Juan José Ibarretxe. Actualmente, ejerce como portavoz de Sare, plataforma en favor de los derechos de los presos de ETA. Azkarraga recuerda que Álava ha sido históricamente “un territorio con un sentimiento de reivindicación social arraigado”, y que Bildu ha sabido hacerse con un voto “identitario aunque no forzosamente independentista”. Algo así como que me gobiernen los míos. También cree que el tema de ETA “está liquidado”. “Lo que no quiere decir que no haya que hacer un ejercicio de empatía con las víctimas, pero no creo que haya decidido mucho el voto”. Y añade otra característica crucial a su juicio para explicar el éxito de Bildu: “No tienen prisa por llegar al poder. Y la gente lo nota. No se ponen nerviosos. Y eso es bueno”.

Óscar Rodríguez Vaz, politólogo y exparlamentario autonómico del PSE-EE, relaciona dos hechos para él fundamentales: la desaparición de ETA y la Gran Recesión, en cierta manera contemporáneos, y que acarrearon una consecuencia clave: la desafección de la gente por los partidos tradicionales, el PP y el PSOE, coincidió con la rendición de la banda terrorista. “Pero nosotros, los del PP y los del PSOE, que no podíamos estar en la calle porque nos mataban, cuando pudimos hacerlo, no lo hicimos. No comparecimos. Y en la calle siguieron los que ya estaban, los de Bildu, que ya estaban en las huelgas, en las asociaciones de vecinos, en las manifestaciones…Bildu gana porque la gente quería una opción alternativa de izquierda, pero también por el ejercicio de desmemoria de la sociedad vasca. Antes, con ETA, había un 75% de indiferentes, un 10% de seguidores, y un 5% que nos enfrentábamos. Ahora se ha pasado de la indiferencia a la amnesia. Es normal. Nadie quiere que un día tu hijo se entere de lo que pasaba y te pregunte: ¿Y tú mientras dónde estabas?”.

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Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.
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