Cosas que aprendes en un encuentro de gastroblogueros
A pesar de que no accedieron a mis peticiones de alfombra roja a la llegada, champán Cristal en la habitación, 20 kilos de fruta orgánica y 40 litros de Evian en el camerino y masajista y peluquería 24 horas ( soy la Mariah Carey de los gastroblogs), debo dar las gracias a los responsables del evento por lo bien que me trataron. Tranquilos que no os brasearé con mi intervención en el mismo: me limitaré a contaros las cosas que aprendí en los dos días que duró #Gastronav, y que os pueden resultar interesantes como lectores de blogs de cocina.
Los blogueros somos gente honrada
El traído y llevado asunto de la honestidad planeó sobre las tres mesas redondas del encuentro. Resumen grueso: algunos blogs gastronómicos publican entradas sobre marcas y productos a cambio de dinero, de viajes o simplemente de muestras de dichos productos, y la sombra de la sospecha amenaza a todo el colectivo. Las empresas han descubierto el poder de prescripción -es decir, de recomendación e influencia en el consumidor- de los blogueros, y como es lógico intentan colaborar con ellos -o, en el peor de los casos, utilizarlos- para transmitir sus mensajes.
El debate, que puede parecer nuevo, se lleva dando en los medios tradicionales desde hace décadas. En mi humilde opinión, las recetas para encarar estas cuestiones no pueden ser muy diferentes: tratar de mantener tu integridad, no venderte por muy atractiva que sea la oferta, no dar gato (publicidad) por liebre (información) a tus lectores, pensar en lo que les interesa a ellos y a ti antes de en lo que interesa a las marcas, y mantener una relación con éstas lo más honesta y transparente posible.
Traducido: cuando te invitan a un viaje para conocer tal queso, habla de ello si el queso es bueno y la historia es interesante para tu audiencia. Pero si el queso es una basura, no la engañes porque te hayan pagado un fin de semana a todo trapo o te estén metiendo publicidad en el blog. Tu credibilidad depende de ello.
Hay marcas que lo hacen bien
Frente a la marca alimentaria que pretende que saques un post por haberte mandado cualquier birria o haberte llevado de paseo, hay otras que están aprendiendo no sólo a relacionarse con fluidez con los bloggers, sino a utilizar la Red y los medios sociales para comunicar con el público en una era en la que la publicidad tradicional se muestra cada vez menos efectiva.
En Estella se vieron varios ejemplos, como el de Guía Repsol, ganadora del premio al Mejor Uso Corporativo de Medios Sociales en el encuentro, Nomaders o La Rioja Turismo, responsable de la fantástica campaña 'Un año sabático'. Los propios organizadores del evento, el Instituto de Calidad Agroalimentaria de Navarra y su marca Reyno Gourmet, son la mejor muestra de cómo hacer que la gastronomía y los productos de la región tengan una importante difusión en la Red sin necesidad de megacampañas o de presiones absurdas a los blogueros. Si viste los trending topics españoles de Twitter el viernes, allí te encontrarías #Gastronav. Y eso es hacer marca.
Se puede vivir de un gastroblog sin tener que hacer la calle en los ratos libres
Algunos blogueros gastronómicos que han alcanzado un volumen de tráfico o de popularidad notable han logrado sacar rendimiento económico a lo que empezó como afición. Los autores de Gastronomía&Cía (premio al mejor blog del encuentro), El Cocinero Fiel, Isasaweis (este no es sólo gastronómico, pero incluye recetas de cocina) o Lions and Pancakes viven de su blog y/o de actividades relacionadas con él.
¿Son auténticos blogs personales estas bitácoras profesionalizadas? ¿Es el concepto "blog" un simple formato, o debe contener una visión personal? Estas cuestiones cuasi-metafísicas fueron discutidas entre vino y vino en las mesas y corrillos del encuentro. Lo que parece claro es que ya no hay tantos complejos a la hora de hacer del blog un negocio (honesto), y que la cuestión no tiene que ver con la calidad: hay blogs amateurs fantásticos y blogs profesionales que son un pestiño.
Los blogs gastronómicos prestan poca atención a los niños
No era un tema programado, pero Nacho Vázquez lo puso sobre la mesa y dio juego. El cocinero/bloguero/gastropirado, que pidió una asignatura de alimentación en primaria, insistió en que si los niños no aprenden conceptos básicos sobre la cocina y la comida, no hay futuro. No le falta razón: como sigamos así, dentro de 30 años lo único que sabrá de cocina el 95% de la población será meter una pizza de Findus en el horno. Yo ya me lo he anotado como asignatura pendiente, aunque añado dos cosas: los adultos estamos tan necesitados de educación culinaria como los críos, y ya existen blogs como Pimienta Rosa o Webos Fritos bastante sensibles al mundo infantil.
Perú tiene alguna lección que dar
Una de las intervenciones más interesantes del encuentro fue la de Pierina Papi, autora de Cucharas Bravas. La bloguera peruana explicó cómo se ha revalorizado la cocina y los productos locales de su país en los últimos años; la aparición de escuelas, programas de televisión y premios gastronómicos; el papel de Gastón Acurio como gran propagandista internacional y la importancia que le dan los restauradores y las marcas a la presencia en las redes sociales. Resultado de todo ello: Perú brilla en el mapa de la gastronomía mundial.
Papi nos dejó además dos perlas: una declaración -"como nuestros futbolistas son un caos, los cocineros son los nuevos héroes"- y un fantástico vídeo de promoción gastronómica de Perú.
El lechón pío está que te mueres
Uno de los platos con los que se sació la gula de los blogueros fue el lechón pío que se sirvió en el lugar donde se celebró el encuentro, el Hotel Tximista. Este adorable cerdito negro con nombre de Papa pertenece a una raza autóctona vasca prácticamente extinguida a principios del siglo XX y recientemente recuperada. El que nos comimos, un gorrín (así se llaman los lechones en la zona) de producción integrada de Navarra, llegó a la mesa asado tras pasar por las manos del cocinero David Yárnoz. Yo destacaría su intenso sabor, que lo pone bastantes puntos por encima del cerdo blanco.
La verdura navarra es imbatible
Un encuentro de estas características te sirve para probar in situ loables vinos ecológicos como los de la Bodega Aroa o maravillosos quesos artesanales como el Idiazábal de Aisa, en el valle de Yerri. Pero para mí la estrella del viaje fueron las verduras. Dios sabe que por la sangre que llevo en las venas siempre he defendido los productos de La Rioja, pero al menos por esta semana, permítanme mis parientes de Haro defender la verdura de nuestros vecinos como un auténtico tesoro nacional.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un plato como con el panaché de verduras que tomamos en la bodega Señorío de Arínzano, de Chivite. Qué espárragos. Qué alcachofas. Qué borraja. Brutal. Claro que el resto de los platos orquestados por Enrique Martínez, del Hotel-Restaurante Maher, no se quedaron atrás: el rabo de novilla guisado será difícil de olvidar. Evito hablar de los vinos de la colección 125 y de los de pago que acompañaron porque ya vale de dar envidia.
Foto: Marta Miranda
Trucos del iPhone y cosas de Twitter
No tiene nada que ver con la comida, pero en #Gastronav aprendí dos cosas importantes de tecnología. Si estás escribiendo algo en el iPhone y quieres eliminarlo, no hace falta que le estés dando al "borrar" un buen rato, sino que basta con agitar el teléfono y te saldrá un mensaje para suprimir el texto entero. Y en Twitter, si respondes a alguien tu tweet sólo lo ve él y las personas que os siguen a los dos, y no todos tus seguidores. Darme cuenta de que ignoraba ambos trucos -y quedar expuesto en público por ello- fue la cura de humildad perfecta para un gastrobloguero con ínfulas de estrella del pop como yo.
Los blogueros parecen amigos, pero se apuñalan por la espalda. Foto: Marta Miranda
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