A cierraojos
Un lector me indicó que en el ‘Diccionario’ figura en tres palabras: “a cierra ojos”. Lo corregí en la web, pero seguí dándole vueltas
Escribí la locución “a cierraojos” en un artículo publicado el 10 de julio en As y relativo a una nación con dos nombres: “Holanda” y “Países Bajos”. Me refería allí a que los periodistas españoles parecían tener vetada las opciones “Holanda” y “holandés” durante la Eurocopa de fútbol, porque siempre elegían “Países Bajos” y “neerlandés” como si les dieran calambre el exónimo y el gentilicio tradicionales. Algo que me parecía ejecutado “a cierraojos”: sin examen ni reflexión.
Resumo los argumentos, para no dejar al lector con la intriga, y enseguida vuelvo a la locución mencionada:
En español se documenta “Holanda” ya en el siglo XVI, y “holanda” (con minúscula) se llaman desde entonces las delicadas telas fabricadas allá; la propia hinchada holandesa muestra banderas y bufandas que apoyan a un país llamado Holland (y no Nederland), y cantan Hup, Holland, hup; y no les causa problema que dos de sus provincias se llamen “Holanda del Norte” y “Holanda del Sur”. (Algo similar sucede con “Panamá”, “Guatemala” o “México”, nombres que designan un trozo del territorio –la capital– y también su totalidad). Finalmente, el nombre oficial “Países Bajos” no anula el tradicional, como tampoco pasa con “República Helena” y su equivalente “Grecia”. Eso argumentaba yo, frente a las posturas que entendía expresadas “a cierraojos” en aquellos días.
El caso es que un lector me hizo ver que el Diccionario recoge la grafía “a cierra ojos”, en tres palabras, y no “a cierraojos”. Como él tenía razón, decidí corregirlo en la versión de internet (ya era imposible en el diario impreso). Sin embargo, seguí dándole vueltas al asunto.
¿Por qué había escrito yo “a cierraojos”? Seguramente porque latían en mi memoria ortográfica las locuciones “a machamartillo”, “a matacaballo”, “a rajatabla”, “a duermevela”, “a quemarropa”…, todas las cuales se escriben mayoritariamente con las dos palabras unidas. Y porque tanto en “a cierra ojos” como en “a regañadientes”, por ejemplo, percibimos tras la preposición una sola unidad léxica, un solo acento de palabra. Se aprecia una diferente pronunciación entre “a cierraojos” (de corrido) y “a ojos cerrados” (por separado). Y entre “a pierna suelta” y “a tocateja”.
La misma percepción de “a cierraojos” me la sugería la locución “a botepronto”, que sin embargo las academias reflejan también en tres palabras.
Ni la Nueva Gramática ni la Ortografía ofrecen un criterio uniforme para estas locuciones, sino que se remiten a los usos históricos documentados, generalmente a cargo de escritores (sin que ello nos alcance para saber cómo las pronunciaban). De hecho, el Diccionario de Autoridades (1737) ya escribe “a cierra ojos”, tomada de Francisco López de Úbeda en La pícara Justina (1605).
Los bancos de datos académicos (800 millones de formas ortográficas) ofrecen 9 ejemplos de “a cierraojos” (Sánchez Ferlosio, Elena Soriano, Pedro Antonio de Alarcón entre otros); y 34 de “a cierra ojos”, separado (Delibes, Baroja, Menéndez Pelayo, Max Aub, Azorín, Larra…). Esa diferencia explica la grafía que elige el Diccionario.
En mi opinión, hoy por hoy resultaría más congruente la escritura de todas estas locuciones por igual, con las dos palabras unidas cuando las percibiésemos comúnmente como un solo término. Es decir, me inclino por reflejar junto lo que suena junto, sin excepciones. Por tanto, si la autoridad y los lectores me lo permiten, lo haré así en adelante. Pero ya de manera más reflexiva, y no a matacaballo, ni a bocajarro, ni a vuelapluma. Ni a cierraojos.
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