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reportaje

Un general para desafiar a Netanyahu

El centro político se desmorona mientras la derecha afianza posiciones en Israel

Ana Carbajosa
El nuevo líder de Kadima, Shaul Mofaz, visita el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén el pasado 28 de marzo.
El nuevo líder de Kadima, Shaul Mofaz, visita el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén el pasado 28 de marzo.MENAHEM KAHANA (AFP)

A Shaul Mofaz, un hombre que ha pasado buena parte de su vida vestido de militar, le corresponde ahora la hercúlea tarea de recomponer el centro político israelí, hecho añicos e incapaz de hacer sombra a una derecha que se ha vuelto imbatible de la mano del primer ministro Benjamín Netanyahu.

Con las encuestas a favor, el Likud de Netanyahu, y sus aliados imponen sin grandes resistencias su agenda de Gobierno, dominada por la política nacional y por el cuándo y el cómo atacar Irán. Cuestiones de primer orden como alcanzar la paz con los palestinos, mitigar el creciente aislamiento internacional de Israel o redefinir las relaciones con sus vecinos, en una región que la llamada primavera árabe ha puesto patas arriba, no figuran de momento entre las prioridades de esa agenda de Gobierno. El centroizquierda debilitado y preocupado en sus batallas internas, parece tener poco que añadir de momento.

Mofaz, antiguo ministro de Defensa, ha ganado de calle las primarias del centrista Kadima, celebradas esta semana. La victoria tiene un sabor agridulce. Hereda este judío de origen iraní un partido dividido y en caída libre, pese a haber sido el más votado en las elecciones pasadas (2009) y el que más escaños ocupa en la Knesset (el Parlamento). Con apenas seis años de vida, el partido que inventara Ariel Sharon vive sus horas más bajas, como muestran las encuestas publicadas la semana pasada.

La estrepitosa derrota de Livni en las urnas indica que su labor al frente de la oposición ha defraudado a muchos

Una campaña a cara de perro ha dejado el partido roto y ha propinado una aplastante derrota a Tzipi Livni, la política israelí que gusta más fuera que dentro de su país. Muchos en el extranjero pensaron que con la que fuera jefa de la diplomacia israelí hasta hace tres años podría haberse alcanzado la paz entre palestinos e israelíes. De Mofaz, uno de los arquitectos las sangrientas operaciones militares y de los asesinatos selectivos de la segunda Intifada no se esperan de momento grandes propuestas de paz.

Mofaz ya ha advertido que hará de la justicia social -entre los judíos israelíes indignados- su bandera

La estrepitosa derrota de Livni en las urnas indica que su labor al frente de la oposición ha defraudado a muchos, como sostenía hace unos días el diario Haartez en un editorial, en el que criticaba las iniciativas políticas de Netanyahu pero también la pasividad de la oposición: “Con Livni a la cabeza, Kadima parece haberse dormido. Una sucesión de leyes racistas, decisiones diplomáticas equivocadas y una creciente falta de confianza entre Israel y la Autoridad Palestina que ha llevado las conversaciones de paz a un punto muerto. Nada de esto parece haber bastado para despertarla”, rezaba el editorial.

De Mofaz dicen que encarnará un Likud B, que será más de lo mismo. Pero también apuntan los analistas que Mofaz, a diferencia de los actuales gobernantes israelíes, es un hombre de la calle; un hombre gris, de pocas sonrisas pero hecho a sí mismo y que a pesar de su falta de carisma es capaz de conectar con un electorado crecientemente enfadado con el coste de la vida en Israel. De este antiguo jefe del Estado mayor dicen que sabe cuánto cuesta el pan e incluso el autobús y el propio Mofaz ya ha advertido que hará de la justicia social -entre los judíos israelíes indignados- su bandera.

El fracaso de Livni y la ascensión de Mofaz también refleja la preferencia de buena parte del electorado israelí por hombres con credenciales militares como Netanyahu y Mofaz, en tiempos en los que las ambiciones nucleares iraníes se viven en Israel como una amenaza existencial. “La inmensa mayoría de los israelíes no conoce los datos, no sabe cómo de real es la amenaza iraní, así que se fían de sus líderes. Es casi una cuestión de fe”, opina Avraham Diskin, profesor de ciencia política de la Universidad hebrea de Jerusalén, quien añade, que la victoria de Mofaz supone un giro a la derecha para Kadima. Si la ciudadanía no maneja la información necesaria, los políticos teóricamente más conectados tampoco. “No nos dan información. No tenemos mucha más información de la que aparece en la prensa”, explica un miembro del comité de seguridad y Defensa del Parlamento israelí. Convertido el posible ataque a Irán en una cuestión de fe, a muchos israelíes parece resultarles más fácil creer en un hombre de sobradas credenciales militares como Mofaz.

La importancia de las primarias de Kadima radica en que constituyen el inicio del proceso de reestructuración del bloque de centroizquierda en un país que en los últimos tiempos se escora hacia la derecha. A la izquierda de Kadima, los laboristas empiezan a levantar cabeza tras su partición, pero sin posibilidad de convertirse de momento en amenaza seria.

Y más allá, la izquierda de Meretz que aglutina a unos pocos votantes poco representativos del sentir mayoritario. Junto a los partidos árabes, completa el panorama político de centroizquierda un partido nuevo, el que dirigirá Yair Lapid, un popular presentador de la televisión israelí. “Hoy en día, no hay candidato capaz de hacer sombra a Netanyahu; sobre todo teniendo en cuenta que los partidos en la oposición son muy heterogéneos e incapaces de unirse para hacer frente a Netanyahu”, interpreta Gil Hoffman, analista político del Jerusalem Post. Incluso si fueran capaces de unirse, el bloque de partidos de derechas y religiosos cosechan de momento más apoyos en Israel, según las encuestas publicadas estos días al calor de las primarias de Kadima.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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