El ataque de Orlando altera la campaña entre Hillary Clinton y Donald Trump
El republicano cree que la matanza le da la razón sobre los musulmanes; la demócrata opta por la cautela y evita citar al rival
Un atentado homófobo como el de Orlando el domingo revela el carácter de un país y de sus políticos. Si coincide con una campaña presidencial, todavía más. El atentado es una instantánea que expone las virtudes y defectos de los aspirantes a gobernar un país, en este caso Estados Unidos. Donald Trump reaccionó a la matanza celebrando que esta le diese la razón en sus diatribas contra los musulmanes, y pidiendo la dimisión del presidente Barack Obama y de Hillary Clinton, su rival demócrata en noviembre. Clinton suspendió un mitin que tenía previsto con Obama y evitó entrar en la pelea.
La campaña electoral entra en una nueva fase. La semana pasada, Clinton se convirtió en la candidata virtual del Partido Demócrata, al sumar suficientes delegados para ser la nominada. Trump es desde hace un mes el candidato del Partido Republicano. La amenaza terrorista y la regulación de las armas de fuego pasarán a ser los temas centrales en los próximos días y meses. La posición de cada candidato sobre Orlando le definirá en un momento en que los votantes empiezan a hacerse una idea sobre a quién prefieren, o quién les disgusta menos.
No está claro hacia qué lado inclinará la balanza, si la inclina, el ataque de Orlando, cuyo autor, en una llamada telefónica, juró lealtad al Estado Islámico, o ISIS. El historiador Julian Zelizer, de la Universidad de Princeton, cree que Clinton lo usará para cuestionar si Trump es la persona con el temperamento adecuado para gestionar en la Casa Blanca crisis como la actual. Trump lo usará para reclamar que él tenía razón cuando alertaba al país del peligro del terrorismo yihadista.
“[Orlando] se convertirá en parte del debate pero no dictará el resultado”, dice Zelizer por teléfono. "Probablemente no sea una crisis que cambie el resultado por sí sola", añade.
Trump, un magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad sin experiencia política, ha ascendido al liderazgo del Partido Republicano rompiendo todas normas. Después de la matanza de Orlando, rompió otra al precipitarse a politizar la desgracia.
Primero, se felicitó a sí mismo por haber avisado con antelación de que un ataque similar ocurriría tarde o temprano. Acusó a Clinton de querer dejar entrar a inmigrantes de Oriente Medio. Instó a Obama a dimitir y a Clinton a abandonar la campaña por no usar las palabras “islam radical” para referirse a la matanza. Y reprogramó un discurso en New Hampshire inicialmente dedicado a rememorar los escándalos pasados de los Clinton. Ahora lo dedicará a la inmigración y el terrorismo. También suspendió un mitin previsto después en el mismo estado.
Zelizer explica que no es insólito que se politicen cuestiones como el terrorismo, pero lo habitual es que pasen unos días o semanas después del atentado. “Como es habitual, Trump lo acelera todo”, dice el historiador. Trump se exhibió el domingo como un político exultante porque, en su opinión, los hechos le habían dado la razón, feliz de restregar ante las narices de sus rivales y críticos que el responsable del atentado, Omar Saddiqui Mateen, hubiese declarado su filiación yihadista antes de asesinar a 50 personas.
Trump lo ve como un argumento que confirma la necesidad de una de sus medidas más discutidas: la de cerrar las fronteras de Estados Unidos a los musulmanes. La realidad es que Mateen nació en Estados Unidos y es estadounidense, por lo que el veto que quiere aplicar Trump habría sido inútil para impedir su presencia aquí. Las víctimas de Mateen en la discoteca Pulse de Orlando son en gran parte latinos, otro sector de la población estadounidense hostigado por Trump.
Clinton adoptó una posición opuesta a la de Trump. No hay peligro de confusión entre ambos. Envió un mensaje de solidaridad a la comunidad gay, pidió restringir el acceso de las armas más peligrosas a terroristas y criminales, y llamó a la unidad nacional. Usó la misma frase que Obama: “Es un acto de terror y es un acto de odio.” No citó a Trump. Delegó en sus colaboradores las críticas al rival.
Por ser la matanza con armas más mortífera de la historia, la de Orlando es excepcional. Las reacciones no lo son. Los progresistas piden una mayor regulación de las armas de fuego. Una primera medida podría ser reinstaurar la prohibición de los rifles de asalto, armas de guerra como el AR-15 que Mateen adquirió legalmente, fabricadas para matar a muchas personas en poco tiempo. Cualquier intento de regular las armas ha topado en los últimos años con el bloqueo del Congreso.
La reacción de los conservadores incide en otras causas. En algunos casos puede ser la salud mental del pistolero. En el ataque de San Bernardino (California) y en el de Orlando, es su supuesta religión y el origen afgano de su familia.
Después del mayor atentado después del 11 de septiembre, ¿en quién confían más los estadounidenses? ¿En Trump y sus promesas de unos Estados Unidos ganadores y su mano dura con musulmanes e inmigrantes? ¿O en Clinton, experimentada en la política exterior pero, según el trumpismo, débil ante las amenazas a la patria y cegada por lo políticamente correcto, que aparentemente le impide llamar las cosas por su nombre? El triunfalismo de Trump y sus alardes, ¿refuerza la confianza ante nuevos ataques o es motivo de intranquilidad?
Hoy comienza una nueva campaña con el factor terrorismo en el centro. Y Trump, de nuevo, domina la escena.
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