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Pesadilla antes de Navidad: los drones de Gatwick

Ni el despliegue del Ejército ni el uso de alta tecnología logran evitar el caos en el segundo aeropuerto de Londres

Rafa de Miguel
Pasajeros en el aeropuerto de Gatwick, tras ser reabierto este viernes.
Pasajeros en el aeropuerto de Gatwick, tras ser reabierto este viernes.F. ARRIZABALAGA (EFE)

“Encarcelad a los responsables de los drones”. Por una vez, la tendencia a la exageración y al histrionismo del tabloide The Evening Standard parecía acertada. Y hasta se quedaba corta. La rabia acumulada por decenas de miles de pasajeros a punto de comenzar sus vacaciones navideñas contra los responsables del caos sufrido en el aeropuerto de Gatwick, el segundo con más tráfico de Londres, no obtenía respuesta. Las autoridades decidieron este viernes cerrar de nuevo la pista principal y cancelar todos los vuelos después de que se avisara del posible avistamiento de otro dron sobrevolando las instalaciones aeroportuarias. De nada sirvió que horas antes hubiera un despliegue policial masivo, o que se incorporara el Ejército a la tarea de búsqueda de los responsables del sabotaje. O que se activara un sistema de alta tecnología para detectar y abatir estos artefactos.

“Gatwick está analizando informes sobre la posibilidad de un nuevo dron. Como medida de precaución, hemos suspendido todas las operaciones. Seguiremos informando”, explicaba en su cuenta de la red social Twitter la autoridad aeroportuaria. Nadie tiene claro cuántos drones han sobrevolado el aeropuerto o desde qué distancia se han dirigido por control remoto los responsables del sabotaje. Y la frustración aumenta a medida que pasan las horas.

Gatwick vive en estado de caos desde la noche del pasado miércoles. “Se trata de un incidente sin precedentes. No es un problema del aeropuerto de Gatwick. Ni siquiera es un problema de Reino Unido. Es un problema internacional”, admitía con resignación el director de las instalaciones, Chris Woodroofe. “Hemos estado trabajando con proveedores de tecnología durante los últimos doce meses, pero estamos donde estamos. No existe una tecnología comercial que podamos desplegar”, admitía. Y aunque la tecnología existiera, la combinación del pánico a lo desconocido, la necesidad de tomarse en serio cualquier sospecha y las delicadas fechas elegidas por los saboteadores para llevar a cabo su acción han paralizado a las autoridades británicas.

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Durante todo el jueves y este viernes pudieron verse en los alrededores del aeropuerto a supuestos francotiradores preparados para actuar, pero ni siquiera esta opción contaba con el beneplácito final de los responsables de la seguridad, por el riesgo que entrañaba una bala perdida en las inmediaciones del aeropuerto. “Probablemente una de las medidas menos eficaces”, descartó el vicecomisario jefe de la Policía Metropolitana, Steve Barry. Como el resto de los que están al mando de la operación, sus respuestas iban más encaminadas al futuro que al caos presente, para el que no tenían una solución inmediata. “Lo que necesitamos es trabajar con los proveedores de tecnología y con el Gobierno para ampliar nuestras posibilidades de hacer frente a la amenaza que suponen los drones en los aeropuertos”, dijo.

A media tarde de hoy, en torno a las seis, Gatwick reanudó su actividad, después de dar por falso el nuevo avistamiento de drones. Miles de pasajeros tuvieron que pasar al menos una noche en las instalaciones del aeropuerto, a medida que las compañías aéreas les iban reubicando en nuevos vuelos. Hubo un constante baile de cifras difícil de convertir en definitivo con las constantes aperturas y cierres de la pista principal, pero al menos 110.000 personas y casi 800 vuelos se vieron afectados por el incidente. La policía anunció a primera hora de la tarde de ayer que había identificado a determinadas “personas de interés” que estaban siendo investigadas, según informaron varios medios de comunicación británicos. Pero no fueron capaces de dar más detalles ni de explicar los motivos aparentes de los supuestos responsables.

“Se trabaja en un amplio espectro de posibilidades”, dijo ayer el vicecomisario Steve Barry. “Desde un comportamiento propio de la alta criminalidad a la posibilidad de individuos aislados que buscan simplemente provocar el mal”. Durante horas corrió la sospecha de que detrás de los sabotajes podrían encontrarse organizaciones medioambientales que luchan contra el nivel de ruido y polución provocados por uno de los aeropuertos con mayor tráfico aéreo del mundo. La Comunidad contra las Emisiones de Ruido de Gatwick (CAGNE), que ha sido blanco de críticas y amenazas en las últimas horas, se vio obligada a desmentir que tuviera responsabilidad alguna en el caos provocado, aunque aprovechó para resaltar “cómo durante estas horas hemos tenido un breve recuerdo de en qué consistía la tranquilidad”, dijo su portavoz, Sally Pavey.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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