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El coronavirus pone a prueba a Ucrania

En los territorios levantinos, el conflicto abierto durante seis años se expresa ahora también en la pandemia y lo hace con diferentes narrativas

Pilar Bonet
Un guardia fronterizo con guantes y mascarilla, este domingo en la estación de tren de Kiev.
Un guardia fronterizo con guantes y mascarilla, este domingo en la estación de tren de Kiev.SERGEY DOLZHENKO (EL PAÍS)

En Ucrania llueve sobre mojado. La Covid-19 pone a prueba de nuevo la capacidad de Kiev de afrontar los retos que tensan el Estado desde 2014. En los territorios levantinos, por donde pasa el frente con los secesionistas prorrusos (las autodenominadas “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk o RPD y RPL), el conflicto abierto durante seis años se expresa ahora también en la pandemia y lo hace con diferentes narrativas.

Más allá de los relatos oficiales de las partes en conflicto, las personas afectadas de las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk (3,4 millones, de ellas 1,5 millones en áreas controladas por el Gobierno y 1,9 millones en las “repúblicas”) corren el riesgo de que la atención médica que requieren se convierta en rehén de la política. Del conjunto de afectados por el conflicto en el Este de Ucrania, según cifras reconocidas por la ONU, 1,1 millones son personas de edad, 416.000 tienen discapacidades varias y 430.000 son niños.

En Kiev, Oleksii Réznikov, ministro para “cuestiones relacionadas con los territorios temporalmente ocupados y desplazados” del Gobierno de Ucrania, afirma que “la pandemia del coronavirus ya ha comenzado a influir en el conflicto en el Este”. Réznikov acusa a los representantes de “ORDLO” (“territorios especiales de las regiones de Donetsk y Lugansk”, la terminología oficial para designar las zonas controladas por los separatistas) de “esconder la verdad de la población” como hicieron en 1986 los dirigentes de la Unión Soviética cuando “ocultaron la catástrofe en la central nuclear de Chernobyl y expusieron a los ciudadanos a la radiación”. El ministro dice tener información de “una veintena de casos” de infectados ocurridos en territorio controlado por DNR. ”No tienen tests ni antisépticos, ni equipo médico”, afirma en una entrevista telefónica desde Kiev. Las autoridades ucranianas están dispuestas a ayudar, pero no tienen planes específicos para las regiones secesionistas, según explica el ministro. Réznikov esboza la idea de “desplegar grandes tiendas de campaña” con servicios, una especie de Centros Humanitarios Temporales, pero no solo para las zonas de conflicto en Lugansk y en Donetsk o en los accesos a Crimea, sino también en el resto de fronteras. “Estamos dispuestos a ayudar, pero tenemos que ser realistas y pensar que millones de personas, nuestros ciudadanos, que trabajan en Europa, la zona de mayor riesgo, regresan a Ucrania y debemos hacer exámenes médicos y organizar la cuarentena para todos”, afirma el ministro. “Creemos que la ayuda para esta situación sin precedentes debe ser para toda Ucrania y no una tarea específica para ORDLO”, subraya y explica que necesitan máscaras, tests, equipo para facilitar la respiración, trajes de protección”. Recalca el ministro que “no podemos tener un programa especifico para los territorios ORDLO o para Crimea”.

El Gobierno de Kiev mantiene el bloqueo impuesto en 2017 a los territorios secesionistas, una medida que aceleró la integración de estos en el espacio ruso, incluida la circulación del rublo como moneda. El bloqueo continúa en la actualidad, aunque, en vista del coronavirus, el Ejecutivo ucraniano ha suspendido la aplicación de la norma que obliga a los ciudadanos residentes en la RPD y RPL a dar señales de vida cada 60 días en territorio controlado por Kiev para poder cobrar sus pensiones. En las condiciones actuales, los jubilados han sido dispensados de comparecer en el territorio controlado por Kiev hasta el fin del régimen de situación de emergencia, previsto de momento para el 24 de abril. Sus pensiones se ingresan en sus tarjetas de crédito, pero en la RPD y la RPL las tarjetas de crédito ucranianas no funcionan.

Hoy por hoy, todos tratan de protegerse al máximo. Ucrania ha cerrado todas sus fronteras a partir del 28 de marzo, pero ya desde el 22 de marzo estaba suspendido el paso de personas y vehículos por los puestos de control en el Este (entre el territorio controlado por Kiev y el no controlado), aunque el Comando de las Fuerzas Conjuntas de Ucrania, responsable del territorio, se reservaba el derecho a tomar decisiones individuales en función de las circunstancias. Si Ucrania fue la primera en cerrar fronteras, las medidas tomadas por las “repúblicas” fueron aún más drásticas y bloquean prácticamente el paso de una zona a otra.

Las “repúblicas populares” aseguran no tener un solo caso de infectados de coronavirus, pero este dato, imposible de verificar de forma independiente, contrasta con la situación en las regiones de su alrededor tanto ucranianas como rusas.

“Tras seis años de guerra y bloqueo, la cuarentena no nos asusta. Estamos preparados para ella”, afirma, por teléfono desde Donetsk, Elena Blojá, del servicio de prensa de Donetskaia República (“La República de Donetsk”, una organización que sostiene al dirigente local Denis Pushilin). Explica Blojá que “en la RPD y la RPL están ubicados los mejores hospitales de la región actualmente escindida y las instituciones sanitarias especializadas en socorrer a los mineros, que disponen de equipos para problemas respiratorios”. Además, “Rusia ha facilitado pruebas y ha impartido cursos a médicos en Rostov. Esperamos más de Rusia que de organizaciones internacionales”, afirma.

Moscú está ante el dilema de apoyar a la población del Este de Ucrania, a la que animó y respaldó en su oposición política y militar a Kiev, o proteger a los ciudadanos residentes en la Federación Rusa. Las disposiciones rusas han ido corrigiéndose sobre la marcha. Inicialmente, el Gobierno ruso prohibió cruzar la frontera a los residentes en RPD y RPL que aun teniendo pasaporte ruso no estaban registrado permanentemente en Rusia. El 23 de marzo, Moscú rectificó y abrió sus fronteras a todos los que tienen pasaportes rusos (sin necesidad de estar empadronados en Rusia) y a los que, sin tenerlos, están empadronados en el territorio secesionistas (presumiblemente con pasaportes ucranianos o de las repúblicas). A juzgar por las redes sociales de los separatistas, entre los autorizados a salir están quienes que acuden a la ciudad de Rostov para recoger los pasaportes rusos que Moscú reparte allí.

En la limitación de los desplazamientos en el Este de Ucrania motivada por el coronavirus Ucrania tomó la delantera al suspender el paso de personas y vehículos desde el 22 de marzo. El 28 de marzo, Ucrania impuso nuevas restricciones aplicables a todos los países extranjeros y durante este fin de semana un tren especial realizó un viaje de ida y vuelta entre Kiev y Moscú para llevar a ciudadanos rusos y ucranianos a sus respectivos países.

Fuentes de entidad internacional en Kiev aseguran que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene material listo para enviar a Lugansk y Donetsk, pero que de momento no ha podido enviarlo a la zona no controlada por Kiev debido a la falta de autorización de los convoyes por parte de las autoridades secesionistas.

“Es muy importante que siga fluyendo la ayuda humanitaria para quienes la necesitan en unas condiciones que van a ser bastante duras”, señala Pablo Mateu, representante de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) en Ucrania. “Los dirigentes en Kiev lo tienen claro y esperamos que los representantes del otro lado lo tengan claro también”, afirma. Medios de organizaciones internacionales en Kiev aseguran que la RPD suspendió un convoy humanitario previsto para el jueves 26 de marzo. Negociaciones posteriores entre organizaciones internacionales y las autoridades secesionistas el 27 de marzo, señalan, llegaron a un acuerdo según el cual los convoyes internacionales tienen que estar desinfectados, los chóferes tienen que presentar certificado de no estar infectado y las mercancías deben pasar una cuarentena, señalaron las fuentes.

En las condiciones actuales, se han paralizado los avances para identificar sectores del frente en los que se pueda proceder a la separación de fuerzas. Este punto, que parecía progresar sustancialmente en 2019, es objeto de diálogo en las conversaciones de Minsk (Ucrania, Rusia y los secesionistas bajo la égida de la OSCE). No solo no se avanza, sino que se registra una involución en sectores que parecían a punto de normalizarse, como es el caso del puente en Stanitska Luganskaia sobre el rio Siversky Donetsk, en la provincia de Lugansk. “Antes para trasladar a un inválido había que llevarlo a hombros sobre los cascotes y ruinas amontonados en el rio, ahora podemos dejarlo al inicio del puente en una silla de ruedas, pero los coches eléctricos destinados a traer y llevar a transeúntes de un lado a otro no han comenzado a funcionar”, afirmaba con amargura una fuente internacional, según la cual, el sábado por la noche hubo tensiones en Donetsk porque representantes de la RPD acusaban a la misión de la OSCE de no respetar las nuevas normas de desplazamiento para llevar equipo médico al territorio.

Un cosmopolita sin pasaporte

El virus no respeta soberanías y se va instalando tanto en Rusia como en Ucrania. Pero los dirigentes de las autodenominadas RPD y RPL, que se extienden a lo largo de casi 410 kilómetros de frontera con Rusia, presentan los territorios que controlan como islas a salvo de los males de sus vecinos. Por la parte rusa, las provincias de Rostov y Belgorod, habían registrado dos casos de infecciones de virus cada una a fecha 29 de marzo y por la parte ucraniana estaban afectadas Donetsk (dos casos), Dnipropetrovsk (siete casos), Zaporizhia (cuatro casos), Járkiv (un caso) a fecha del 28 de marzo. Para el domingo 29 de marzo, Rusia en su conjunto había elevado el número de casos a 1534 (ocho muertos reconocidos) y Ucrania a 418 (nueve muertos reconocidos), según datos oficiales respectivos. En lo que se refiere a la anexionada península de Crimea, la situación en este territorio está recogida por las estadísticas rusas, que le atribuyen 19 casos, mientras Krasnodar, la región “vecina”, al otro lado del puente sobre el estrecho de Kerch, contabilizaba 17 casos el 29 de marzo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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