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Cisma demócrata en Nueva York tras el escándalo de las muertes por covid-19 en geriátricos

El gobernador Cuomo y la facción progresista del partido se enzarzan en una pelea mientras un grupo de legisladores plantea retirarle sus poderes de emergencia

Personal sanitario trasladan a un anciano de una residencia de Brooklyn (Nueva York) por un brote de coronavirus, el 17 de abril de 2020.
Personal sanitario trasladan a un anciano de una residencia de Brooklyn (Nueva York) por un brote de coronavirus, el 17 de abril de 2020.LUCAS JACKSON (Reuters)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, el mismo que recibió un premio Emmy por su “dominio maestro” de la información durante la primera ola de la pandemia y escribió un libro sobre su liderazgo en la gestión de la misma, se halla bajo el fuego cruzado del FBI y de la facción más progresista de su partido, el demócrata, por un caso de ocultación de datos acerca de las muertes por coronavirus en los geriátricos del Estado. Tras rechazar inicialmente las acusaciones, Cuomo tuvo que reconocer esta semana que su Administración falsificó el cómputo por temor a una investigación del Gobierno de Donald Trump motivada políticamente.

Lo que empezó como un caso de supuesta mala praxis administrativa, revelado la semana pasada por The New York Times, está derivando en un escándalo al borde del barro. Cuomo, que se ha visto forzado a aceptar que la cifra de muertos dobla la oficial (unos 15.000, frente a los 8.500 declarados), ha arremetido incluso contra uno de sus correligionarios, Rom Kim, legislador por el distrito de Queens -y destacado integrante de la facción progresista del partido-, cuya carrera, supuestamente, habría amenazado con destruir después de que Kim le acusara de “obstruir intencionadamente la acción de la justicia” y de evadir una investigación federal. Cuomo le llamó, le gritó y amenazó con acabar con él, contó Kim.

La sangre ha llegado definitivamente al río cuando el alcalde de Nueva York, el también demócrata -y enemigo declarado de Cuomo- Bill de Blasio, se ha puesto del lado de Kim al manifestar que está plenamente convencido de que Cuomo le amenazó de esa manera. En declaraciones este jueves a MSNBC, De Blasio afirmó que ese comportamiento “acosador” es típico del gobernador y que lo ha sufrido él también. Un grupo de legisladores demócratas del Estado ha iniciado este miércoles el procedimiento para retirar a Cuomo los poderes de emergencia que le concedieron para gestionar la pandemia, tras demostrarse que durante un año el Estado no incluyó los decesos en hospitales en el cómputo, y que se resistió a proporcionar la información a legisladores y medios. El fiscal federal del distrito este de Nueva York y el FBI han abierto una investigación preliminar.

La primavera pasada un informe de la fiscal general, Letitia James, ya responsabilizó al Estado de “maquillar” el balance de muertes por coronavirus en las residencias; en el cómputo oficial no aparecían los decesos de ancianos que habían sido derivados a hospitales. El mes pasado, la fiscal denunció en otro que las muertes por covid-19 en geriátricos podrían ser hasta un 50% superiores a la cifra oficial (8.500, según el Gobierno estatal), lo que ha obligado a Cuomo a rectificar, para muchos demasiado tarde.

A nadie extraña la animadversión que se profesan Cuomo y De Blasio; sus diferencias son públicas y notorias y se han puesto especialmente de relieve en la gestión de la pandemia, con medidas antitéticas -por ejemplo, las relativas al cierre de establecimientos para evitar contagios- que llegan al extremo de utilizar dos métricas distintas para calcular la prevalencia del virus. Pero esa punta del iceberg, ahora al rojo vivo, oculta una marejada de fondo, “la lucha a muerte por el alma del partido demócrata”, según definición de un militante demócrata progresista de Nueva York que declina ser identificado.

Andrew Cuomo
Andrew Cuomo, gobernardo de Nueva York, este miércoles en una conferencia de prensa.Mary Altaffer (AP)

Es decir, una pelea a cara descubierta entre el establishment demócrata, del que Cuomo, reelegido por tercera vez, es destacado representante, y la savia de la renovación que hace suya el legado de, entre otros, Bernie Sanders. Que Cuomo recibiera en su día el premio Emmy especial por su “manejo televisivo” de la información sobre la pandemia, con conferencias de prensa diarias, no tiene nada de extraño: su hermano Chris es uno de los presentadores estrella de la CNN, otro claro exponente del establishment demócrata. Pero pertenecer al núcleo duro, al sanctasanctórum del partido, no le blinda ante la polémica; al revés, parece convertirle en un imán. Hace dos semanas se conoció la renuncia en cascada de una decena de expertos en Salud Pública, a la sazón altos funcionarios del Estado, tras rechazar Cuomo los protocolos de vacunación existentes para imponer, sin previo aviso, los suyos. El gobernador ha controlado desde marzo las decisiones sobre confinamientos o administración de vacunas.

El cisma demócrata está servido: lo que a nivel federal se intuye sutilmente, ha eclosionado en Nueva York. Las elecciones a gobernador del Estado, previstas para el próximo año y a las que Cuomo, en principio, va a concurrir -a la espera de saltar eventualmente a la arena política nacional, apuntan algunos-, son vistas ya como el catalizador del cambio en el partido demócrata. Grupos progresistas como Working Families Party, y un número no pequeño de legisladores demócratas, darán la batalla por el cambio, mientras el escándalo de las residencias se cierne como una losa sobre el futuro político del controvertido Cuomo y su peculiar estilo de gobernar ejecutivamente.

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