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Decenas de miles de polacos defienden su europeísmo frente al desafío a Bruselas

La oposición y la sociedad civil responden al desafío del Gobierno ultraconservador a Bruselas con manifestaciones en todo el país

Varios manifestantes ondean banderas de Polonia y la UE, en una marcha este domingo en Cracovia.Vídeo: ART SERVICE 2 (EFE) / REUTERS-QUALITY
Gloria Rodríguez-Pina
Varsovia (Enviada especial) -

Decenas de miles de polacos salieron este domingo a las calles de más de 100 ciudades del país y de algunas capitales europeas para reivindicar su europeísmo frente al monumental desafío de esta semana a la Unión Europea del Gobierno ultraconservador polaco. “Polonia está en la UE y estamos orgullosos”, “Nosotros nos quedamos”, gritaban a coro miles de voces en la plaza del Castillo de Varsovia, con el Himno a la Alegría de Beethoven de fondo, símbolo de la Unión, y banderas europeas ondeando. Un funcionario en la cincuentena que no quiso revelar su nombre por miedo a represalias, resumía por qué había acudido a la protesta: “Polonia se está quedando sola, se está aislando, y tenemos miedo”.

La sentencia del Tribunal Constitucional que el pasado jueves declaró la prevalencia del derecho polaco frente al europeo se encontró este domingo con la resistencia multitudinaria de la oposición y la ciudadanía. La plaza de Varsovia quedó desbordada por entre 80.000 y 100.000 manifestantes —según un portavoz del Ayuntamiento citado por el periódico Gazeta Wyborcza—, más mayores que jóvenes, que se concentraron a las seis de la tarde. Pese a la pandemia y al miedo a que grupos nacionalistas reventaran la protesta —lo intentaron, pero la policía les impidió acercarse—, la convocatoria de Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo y líder de Plataforma Cívica, el principal partido de la oposición, fue un éxito.

“Queremos una Polonia independiente, europea, democrática, y que respete la ley y la justicia. Estos principios son aplastados hoy por el poder desprovisto de conciencia y moral”, dijo el dirigente ante la multitud. Para Tusk, Polonia se encuentra en su momento histórico más importante desde la caída del comunismo en 1989. La protesta buscaba defender que Polonia es europea —más del 80% de los ciudadanos se declaran europeístas— y que el mensaje, casi de auxilio, llegase a Bruselas. Pero sobre todo querían que le quedara claro al Gobierno ultranacionalista y conservador del partido Ley y Justicia (PiS), de Jaroslaw Kaczynski. “Estoy aquí porque me importa Polonia. Soy polaca y europea, y quiero seguir siéndolo”, defendía Karolina Skora, una participante en la protesta de 25 años, que trabaja en relaciones internacionales.

La manifestación fue también un vehículo de resistencia civil, un alarido frente al autoritarismo y la deriva reaccionaria del Gobierno, que ataca el Estado de derecho a base de minar la independencia de los jueces, pero también los derechos de las mujeres, del colectivo LGTBI, de los migrantes y de otras minorías. Wotel Sova, economista de 55 años, explicaba —mientras esperaba que comenzasen las intervenciones de 12 líderes de la política y de la sociedad civil—, que el fallo del Constitucional forma parte de “unas políticas que están llevando a Polonia hacia una autocracia”. “Es una locura; no sabemos cómo van a reaccionar otros países. No queremos que nos excluyan en Europa”.

Los coorganizadores de buena parte de las protestas de todo el país, el Comité de Defensa de la Democracia (KOD, en sus siglas en polaco), comparten esa incertidumbre. “Queremos demostrar que lo que el Gobierno dice y hace no es lo que la gente quiere. Queremos seguir en la Unión Europea y tenemos miedo de que el Polexit ya esté sucediendo realmente”, explicó a este periódico antes de la protesta el activista prodemocracia y vicepresidente de KOD, Lukasz Szopa.

Ese alejamiento de Bruselas arrancó en 2015, cuando el PiS llegó al poder, según Bogdan Klich, senador por Plataforma Cívica y presidente de la comisión de Asuntos Extranjeros y Unión Europea del Senado polaco. “El proceso comenzó cuando el Gobierno socavó el papel del Tribunal Constitucional”, apunta. El desafío de la sentencia del jueves “supone un Polexit legal, que abre la puerta a uno real”, sostiene Klich.

El antiguo Defensor del Pueblo polaco, Adam Bodnar, que ejerció entre septiembre de 2015 y julio de 2021, ha sufrido en persona las dificultades de enfrentarse al Ejecutivo de Mateusz Morawiecki. Para Bodnar, el fallo judicial es “una decisión dramática desde el punto de vista de los derechos de los ciudadanos polacos”, porque garantiza que “el Gobierno continuará ejerciendo su poder autoritario”. El exdefensor, que se dirigió a los manifestantes desde el escenario, aseguró antes a EL PAÍS que el PiS “seguirá haciendo todo lo posible para subyugar al poder judicial, la última rama de las instituciones de todo el sistema polaco que intenta ser independiente”.

Frente a la deriva autoritaria del Ejecutivo, queda la resistencia de la sociedad polaca, como ha quedado patente este domingo. El PiS intenta sin embargo socavarla a través del control de los medios de comunicación. “Desde finales de 2015, el Gobierno utiliza en la radio y la televisión pública los mismos métodos que el régimen comunista. Ha convertido los medios de comunicación públicos en una gran maquinaria de propaganda”, explica Klich. Los privados están también amenazados y vigilados. “El drama es que por razones geográficas, en pueblos y ciudades pequeñas donde vive un tercio de la ciudadanía, la única fuente de información son los medios públicos”. Y en ellos, se amplifica el mensaje del Gobierno estos días: que la sentencia del jueves defiende la soberanía nacional frente a la interferencia europea en decisiones que afectan a Polonia. Este domingo el rótulo que acompañaba las informaciones sobre las manifestaciones decía: “Protesta contra la Constitución”, según Reuters.

Marta Lempart, activista de los derechos de la mujer y fundadora del movimiento Strajk Kobiet (Huelga de mujeres), es optimista. Según explicó a este periódico horas antes de subir al escenario y dirigirse a los manifestantes, la sociedad civil polaca nunca ha estado tan organizada como desde 2015, el año que marcó el antes y el después en el país. El fin a la deriva del Gobierno pasa por que los ciudadanos “protesten y se organicen”, asegura. Para presionar a Varsovia, pero también a las instituciones europeas “para que luchen por los polacos”.

“En algún momento, lo sé, este Gobierno populista de extrema derecha caerá y conseguiremos tener un estado secular con los derechos humanos como parte fundamental de la democracia”, manifiesta Lempart. Tras la concentración en Varsovia, la activista lideró una marcha con un pequeño grupo de manifestantes hasta la sede del PiS.

“Ganaremos, sin ninguna duda, la cuestión es cuándo”, dijo también el senador de Plataforma Cívica. Klich evocó las huelgas masivas de 1980, todavía bajo el régimen comunista, “que llevó al establecimiento del sindicato Solidaridad y que reunió a 10 millones de personas”. Volverá ese tipo de movilización y los polacos terminarán “con el proceso de decadencia de la democracia”, vaticinó.

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