Los rebeldes de Siria toman la estratégica ciudad de Homs y llegan a la periferia de Damasco
Amigos y enemigos del dirigente se unen para pedirle un acuerdo político que ponga fin a la guerra
El castillo de naipes del régimen sirio se desmorona a una velocidad que apenas dos semanas atrás habría sido considerada política ficción. Los rebeldes han tomado a última hora del sábado la tercera ciudad del país, la estratégica Homs, sin encontrar apenas resistencia, con el ejército del presidente, Bashar El Asad, y decenas de milicianos de Hezbolá huyendo ante la incapacidad de contener el imparable avance. Cortan así la comunicación entre Damasco y la zona costera alauí, de donde proceden los El Asad y su aliada Rusia tiene una base marítima y otra aérea. Insurgentes locales se han hecho, además, con todo el suroeste en apenas 24 horas, hasta situarse a apenas 30 kilómetros de Damasco. El ministro de Interior, Mohammed al-Rahmun, ha señalado que un “cordón de seguridad y militar muy sólido” protege la capital, pero la impresión general es que el régimen vive sus últimos días. Tanto los países que acudieron en su ayuda, como Irán y Rusia, como los que han apoyado a los rebeldes, como Qatar y Turquía, se han unido de forma insólita para reclamar a El Asad en un comunicado conjunto que alcance un acuerdo político para poner fin a la guerra.
Los rebeldes también han tomado la ciudad de Daraa, particularmente simbólica por ser la cuna en 2011 de las protestas prodemocráticas, en el marco de la Primavera Árabe, cuya represión por El Asad desencadenó la guerra civil que ha dado estos días un giro insólito. Es una muestra de que la revuelta no se limita ya al avance a velocidad de crucero desde el noroeste (Idlib) de las fuerzas rebeldes lideradas por la fundamentalista Hayat Tahrir al Sham (HTS), sino que prende en otras zonas, como el este, donde las milicias kurdo-árabes han comido terreno al régimen y tomado Deir al Zor, donde también mantiene una presencia creciente el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS en sus antiguas siglas en inglés)
En las redes sociales pueden verse imágenes de estatuas quemadas y tiroteadas, o carteles arrancados, de los El Asad, el padre e hijo que han dirigido consecutivamente Siria en el último medio siglo. Un vídeo grabado en uno de los suburbios de la capital muestra a un joven derribando un busto del padre del actual dirigente, Hafez el Asad, quien gobernó el país con mano de hierro entre 1971 y 2000. Ha sido en Yermana, un suburbio de mayoría drusa técnicamente en manos del régimen, a 10 kilómetros de Damasco.
La agencia oficial siria, SANA, ha desmentido este sábado las informaciones de que el mandatario hubiese huido, puntualizando que sigue en Damasco, trabajando. Mientras, sus defensas se vienen abajo, huyen o repliegan sin apenas presentar batalla, y sus aliados (Rusia, Irán y la milicia libanesa Hezbolá) se ponen cada vez más de perfil, conscientes de la dificultad de revertir el avance rebelde, a diferencia de 2015, cuando la entrada de Moscú y su aviación en escena salvó a El Asad, arrinconado por las milicias rebeldes y el ISIS.
Hoy, el contexto de Oriente Próximo y el resultado de los combates es distinto, y los ministros de Exteriores de Irán y de Rusia, Abbas Araqchi y Serguéi Lavrov, respectivamente, han lanzado mensajes muy similares, al considerar “lo más importante” que el Gobierno y los “grupos legítimos de oposición” comiencen cuanto antes un diálogo político. Al frente de esta oposición se sitúa el Gobierno Interino Sirio, paraguas político del Ejército Nacional Sirio (ENS), la otra fuerza armada que, bajo la sombra de Turquía, ha participado en la ofensiva iniciada el pasado 27 de noviembre.
En otra prueba de la descomposición de las defensas del régimen, unos 2.000 soldados han cruzado la frontera a Irak para buscar refugio, según ha informado a la agencia Reuters el alcalde de la localidad fronteriza de Al Qaim, Turki al Mahlawi. Algunos están heridos y reciben atención médica.
Donald Trump, el presidente electo de Estados Unidos que tomará posesión en enero, ha dejado claro que su país no debe involucrarse en modo alguno en lo que está sucediendo en Siria, donde mantiene unas pocas tropas (menos de un millar) en defensa de sus aliados kurdos. “Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, y Estados Unidos no debe tener nada que ver con ello. Esta no es nuestra lucha. Dejemos que se desarrolle. ¡No nos involucremos!”, ha escrito en su red social, Truth. “Los combatientes de la oposición en Siria, en un movimiento sin precedentes, han tomado totalmente numerosas ciudades, en una ofensiva altamente coordinada, y ahora están en las afueras de Damasco, obviamente preparándose para hacer un movimiento muy grande hacia la eliminación de El Asad”, ha añadido.
La ofensiva sobre Damasco apuntala una operación relámpago lanzada hace 11 días por fuerzas antigubernamentales desde el norte (ENS) y suroeste (HTS) de Alepo, segunda ciudad en importancia y uno de los símbolos del dominio rebelde hace una década. Los grupos armados han avanzado sin prácticamente resistencia para penetrar ya el 29 de noviembre en el centro de la ciudad norteña hasta llegar a su ciudadela, al tiempo que otras columnas se dirigían hacia el sur de camino a Hama y Homs para cortar las comunicaciones con la capital. La embestida de estos grupos ha logrado en un puñado de batallas controlar una porción del territorio al que solo pudieron acceder con las revueltas de 2011 tras meses de guerra civil.
La situación “cambia minuto a minuto”, como ha señalado este sábado el enviado especial de Naciones Unidas para Siria. Geir O. Pedersen ha pedido “un proceso urgente y serio, fundamentalmente diferente de lo que se ha llevado a cabo hasta ahora”, porque “la necesidad de una transición política ordenada nunca ha sido más urgente, empezando por la urgente formulación de acuerdos de transición inclusivos y creíbles”. “Debe ser el comienzo de un proceso que conduzca a la realización de las aspiraciones legítimas del pueblo sirio y a la restauración de la soberanía, la independencia, la unidad y la integridad territorial de Siria”, ha agregado.
Lo ha dicho en Doha, donde el principal respaldo al Gobierno sirio (Teherán y Moscú) y a los rebeldes (Ankara) se han reunido en el denominado Formato de Astaná, creado en 2017 para tratar de poner fin a la guerra. El comunicado de los ministros de Exteriores no apunta a acuerdos concretos. Se limita a un llamamiento en abstracto al “respeto a la integridad territorial y la soberanía de Siria”, al “cese inmediato de las acciones bélicas y al comienzo de un diálogo entre el Gobierno y las fuerzas opositoras legales”, en palabras del representante ruso, Serguéi Lavrov.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.