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Macron rompe la unidad en la izquierda y avanza hacia un acuerdo sin Mélenchon ni Le Pen

Los partidos políticos, a excepción de La Francia Insumisa y el Reagrupamiento Nacional, se reúnen con el jefe del Estado, que se compromete a nombrar un primer ministro en 48 horas

Partido Socialista de Francia
La delegación del Partido Socialista de Francia, justo antes de entrar a la reunión convocada este martes por el presidente, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, en París.MOHAMMED BADRA (EFE)
Daniel Verdú

La situación política en Francia sigue siendo extremadamente complicada, pero la jornada del martes abrió la puerta a nuevos experimentos que permitirían al presidente de la República, Emmanuel Macron, formar un Gobierno sin la espada de Damocles de la ultraderecha. Durante casi tres horas, el jefe del Estado se reunió en el Palacio del Elíseo con todas las fuerzas políticas, excepto con los extremos: La Francia Insumisa y el ultraderechista Reagrupamiento Nacional. La foto es ya un avance para sus ambiciones de aislar a Jean-Luc Mélenchon y Marine Le Pen y construir una suerte de frente republicano a través de un acuerdo que, al menos, se comprometa a no tumbar al próximo Ejecutivo en la primera curva.

A la salida de la reunión, cada una de las partes dio su versión y marcó una serie de líneas rojas de las que puede extraerse un mínimo común denominador: si el primer ministro es alguien salido del campo progresista y La Francia Insumisa (LFI) permanece al margen de cualquier alianza, podría haber acuerdo. Pero el nuevo Ejecutivo deberá renunciar también a aplicar el artículo 49.3 de la Constitución, que le permite aprobar sus iniciativas por decreto. “Sobre esta idea simple, tenemos la sensación de que las cosas han progresado, vemos en ello una pista de aterrizaje para permitir que el Parlamento recupere todos sus derechos”, apunto el líder de los socialistas, Olivier Faure, que también excluyó la idea de una gran coalición.

El primero en dar su visión para construir el puzle del futuro pacto fue el líder de Los Republicanos (LR), Laurent Wauquiez. El líder del partido de la derecha tradicional señaló que su grupo votaría una moción de censura solo “en un único caso: un Gobierno que incluya miembros de LFI y cuyo programa sea el del Nuevo Frente Popular (NFP)”. Según el diputado, esta reunión demostró que “no habrá discusión sobre un contrato de Gobierno con personas cuyas valores no compartimos”. Es decir, nada de coalición. “Espero que pueda haber un acuerdo al menos para no hacer caer a un Gobierno. Pero no creemos en la posibilidad de discutir un contrato con personas que no comparten la misma visión de lo que hay que hacer por Francia” añadió. Hasta aquí nada distinto de lo que se esperaba antes de la cita.

Tras Wauquiez, fue la secretaria nacional de los ecologistas, Marine Tondelier, quien reveló más claves de la reunión y la posición de su partido. “Salgo sin poder decirles que el bloque presidencial haya cambiado un ápice. Lamento mucho por los franceses que nos están viendo”. Esa era la obligada bofetada.

Además, explicó que los representantes ecologistas, comunistas y socialistas hicieron “un gesto fuerte” desde el inicio de la reunión. “Nos comprometimos a no utilizar el artículo 49.3 [si Macron nombra a un primer ministro proveniente de la izquierda]”. Además, Tondelier aseguró que Macron “se ha comprometido a nombrar un primer ministro en las próximas 48 horas” y a no volver a depender del RN para gobernar. “Es una decisión sensata. Pero si realmente su objetivo es frenar el ascenso del RN, les dijimos que necesitan cambiar su política”.

La unión alrededor de un pacto de no agresión de todos los partidos que estuvieron presentes en la reunión debería contar con los números suficientes para excluir al RN de Le Pen, es decir, una mayoría absoluta de la que se quedó alejado el bloque presidencialista el pasado septiembre cuando Macron nombró a Michel Barnier como primer ministro. Justamente, ese fue el motivo por el que su Gobierno transitó su mandato de escasos tres meses en una fragilidad que terminó provocando su descarrilamiento.

La situación fue fruto del resultado de las últimas elecciones legislativas, en las que el Parlamento quedó fragmentado en tres bloques casi iguales. El Nuevo Frente Popular (NFP) —la alianza integrada por La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, socialistas, comunistas y ecologistas— logró 182 de 577 diputados, pero quedó muy lejos de la mayoría absoluta de 289. El bloque presidencial, formado por tres partidos de centro y centroderecha, obtuvo 168; y el ultraderechista RN, 143. El partido de Le Pen, pese a terminar tercero en ese esquema de bloques, se convirtió en el árbitro de la contienda al no encontrar el presidente Emmanuel Macron una mayoría absoluta estable en el Parlamento.

La situación ha cambiado, fundamentalmente, con la salida de LFI de la coalición de izquierdas. Y es muy relevante. No es oficial, pero el Partido Socialista dio por muerta la alianza que obstaculizó en la negociación de hace tres meses llegar a algún tipo de acuerdo. Pierre Jouvet, secretario general del PS, afirmó el martes que Mélenchon será “el candidato de la extrema izquierda”, un término que hasta ahora solo utilizaban la derecha y los macronistas, tras los ataques del líder de La Francia Insumisa contra los socialistas, a los que acusó de “destruir” el NFP al participar en discusiones con la derecha y el centro.

“Mélenchon ha decidido romper la unión de la izquierda. Todo lo que hace, todo lo que defiende, todo lo que construye está orientado únicamente a preparar y afirmar su destino personal y presidencial. Es responsable, con sus declaraciones, de la desunión de la izquierda”, sostuvo Jouvet. Estas palabras son música para los oídos de Macron después de tres meses esperando esta ruptura. Pero ahora deberá encontrar un nombre para liderar el futuro Ejecutivo que convenza a sus interlocutores.

El presidente de la República tenía en la cabeza nombrar como primer ministro a François Bayrou, líder del partido de centroderecha MoDem, con quien siempre ha mantenido una buena relación. Su figura genera bastante consenso entre los partidos, pero no responde a la premisa de un líder salido de la izquierda, como reclaman el Partido Socialista y los ecologistas para alcanzar un pacto.


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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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