Santiago Motorizado: “En Latinoamérica nos gusta vivirlo todo a flor de piel”
Él mató a un policía motorizado toca en Tijuana, tras pasar por el imponente Zócalo de Ciudad de México. El vocalista conversa acerca de ‘Súper terror’, el álbum que da nombre a su gira, la salud del rock argentino en la actualidad y del sentimiento sobre el escenario
Apenas pasan unos minutos de las cuatro de la tarde cuando los chicos de Él mató a un policía motorizado entran al vestíbulo de un céntrico hotel de Ciudad de México. Acomodan las maletas y los instrumentos en un rincón del lugar, junto a los ascensores. Es la primera parada del grupo argentino tras bajar del avión que les ha traído desde Buenos Aires, casi 10 horas de vuelo. El cantante de la banda, Santiago Motorizado (La Plata, Argentina, 44 años), sale a la calle por un momento. Faltan unas horas para su concierto del viernes en el Zócalo de Ciudad de México, donde han actuado ante miles de personas. ”Espero no ponerme nervioso”, dirá el cantante durante la entrevista. No lo estará sobre el escenario. Motorizado conversa con EL PAÍS en esos momentos previos sobre Súper Terror (2023), el álbum que da nombre a la gira, el estado de salud del rock argentino en la actualidad y su actuación en la gran plaza capitalina. Este sábado completarán su cita con México en Tijuana.
Santiago Barrionuevo ―nombre real del vocalista― viste camiseta negra del grupo escocés Primal Scream y unos pantalones cortos deportivos de un verde llamativo. Se coloca los cascos blancos y escucha temas de Charly García por unos momentos. Se sienta sobre uno de los sofás de la entrada del hotel. Sin prisas, Motorizado responde y reflexiona de manera cercana. Entre medias de la conversación se preocupará por dónde está su maleta de viaje, “la azul”.
Pregunta. En sus letras, la melancolía juega un papel importante. ¿Le inspira ese sentimiento?
Respuesta. Bueno, a mí me inspira todo, ¿viste? La alegría, la melancolía. Todos los sentimientos. Pero también es verdad que cuando tengo la energía para escribir o hacer canciones, o ponerme a trabajar, por lo general es un momento alegre. No es que la melancolía me lleve a trabajar, todo lo contrario, la melancolía me lleva a no hacer nada. En el momento de escribir, lo que sale, lo que se manifiesta ahí, está atravesado por la melancolía; y no sé bien cómo funciona, pero entiendo que, de alguna manera ―no lo pensé mucho― ese ejercicio de sacar la melancolía en forma de canción, de letra, de lo que sea, quizá me ayude al día a día, a atravesarla. Sí estoy convencido de que en el momento de la creación y todo eso tengo que estar atravesado por sentimientos más positivos.
P. Entonces no entra triste al estudio.
R. Todo lo contrario. En el momento en el que estoy deprimido, triste, no hago nada. Me inspiro indirectamente en algún punto, porque todos esos sentimientos después se transforman, un poco más lejano en el tiempo, en canciones, en frases. Pero en el momento en el que estoy escribiendo, trabajando, tengo que estar, diría que incluso enamorado. Ese es el momento ideal.
P. Crearon Súper Terror en 2022 (publicado un año después). Hablaban de que fue un año “intenso e inolvidable”. ¿Por qué?
R. Fue un año intenso porque fue el primer año después de la pandemia, que volvimos a tocar después de casi dos años. Elegimos esperar hasta que todo volviera a parecer un poco a como era siempre. Pasó bastante tiempo, en el medio surgieron cosas, lo de Okupas (la serie argentina reestrenada en 2021 con nueva música, compuesta por el líder de Él mató)… Eso nos mantuvo un poco activos en el estudio ya en la segunda parte de la pandemia, cuando te podías juntar a grabar. Y 2022 fue un año donde se acumuló. Primero muchas invitaciones nuevas y algunas que se habían postergado y queríamos hacer todo.
P. Creía que me hablaría de la Selección Argentina (campeona del Mundial de fútbol aquel año).
R. Bueno, eso a fin de año, es verdad. Fue como un gran final de año. Era algo que deseaba desde siempre y tengo la edad justa para no recordar, era muy pequeño, cuando Argentina salió campeona en el 86. No lo recuerdo. Tengo unas imágenes muy borrosas. Entonces, tengo conciencia y amor por el fútbol a partir del Mundial siguiente. Vi todas las derrotas posibles que se podían ver. Así que deposité mucho mucha energía en eso. Es algo que me interesa mucho. Sobre todo el Mundial. Soy futbolero, pero el momento del Mundial, cuando convergen todos los países, me parece fascinante.
P. ¿Cual cree que es el estado de salud del rock argentino en la actualidad?
R. Lo veo bien. Creo que después de la pandemia hubo como como un efecto resorte de cosas que estaban por arrancar, que la pandemia en medio le cortó la onda; y veo un montón de bandas nuevas que es donde yo pongo el foco primero. Bandas de pibitos que tuvieron que atravesar ese momento y que después aparecieron con mucha energía.
En ese sentido, lo veo bien si hablamos de rock; y si hablamos de más allá, también. Hay cosas en esta disputa de la cultura urbana con el rock, a ver quién tiene el centro de atención. Esa disputa es algo que no me importa mucho, pero sí veo que después de la explosión de toda la música urbana, hay como un post eso que me interesa. Me entusiasma que hay un montón de cosas nuevas, hay una movida también electrónica, pop, oscura, que también tiene contacto con las cosas que me gustan de la música urbana y de esta nueva escena rockera argentina. Hay algo de la oscuridad que me interpela. Y me gusta que responda a esta cosa medio artificial de la ostentación que no me copaba tanto, sobre todo en el contexto que se vive en Argentina. Veo como una respuesta a eso un poco más oscura, que coincide con los tiempos que vivimos.
P. ¿Qué evolución artística han visto en sus más de 20 años tocando?
R. Me gusta que siempre fuimos explorando y que todos coincidíamos con eso. Para que una banda cambie y empiece a tomar caminos nuevos, lo primero que hay que hacer es coincidir con los demás, hay que ponerse de acuerdo. En la historia de la música hay bandas que tenían miembros que eran más conservadores con lo que ya habían logrado y otro que querían experimentar. Eso era un conflicto. Acá es siempre fuimos en búsqueda de algo más, todos están dispuestos a ir atrás de eso.
P. Han viajado muchas veces a México. ¿Han tomado influencias del país?
R. Uh, seguro, pero no directamente, ¿viste? No te puedo decir que escribí esto pensando en eso. Pero sí tomamos mucho de la estética, de las cosas que nutren visualmente o musicalmente a Él mató. Las letras, todo, tiene que ver con los viajes y con lo que uno aprende en el camino. Por lo pronto, ahora de lo que me acuerdo es de uno de los últimos vídeos que hicimos, Diamante Roto, está filmado acá en México 100%, y con toda una estética de lucha libre que nos copa, que siempre me gustó de chico y me pareció una buena oportunidad para mezclar eso con nuestra música.
P. ¿Sentían nervios cuando subían al escenario en sus inicios?
R. Al principio me ponía muy nervioso, sentía miedo, pánico total, aunque era algo que quería hacer, estoy contento de no haber esquivado eso. Después, con el tiempo, pensaba que quizás haya algo en el vértigo que nos llama, a ir a meterte de cabeza al lugar del miedo. Con la repetición fui sorteando un poco de eso. Uno se va acostumbrando al escenario, volviendo más cómodo con eso, y te empieza a gustar la idea de bueno, a ver qué pasa si hago esto, qué pasa si voy más allá.
P. ¿Ya no tiene ese vértigo?
R. Tengo otra sensación, en aquellos primeros recitales tenía miedo. Era el nervio más asociado al miedo, y hoy es una vibra más asociada a la excitación, a la ansiedad del disfrute. Cuando estoy arriba del escenario disfruto un montón. Ya no tengo esa sensación de los comienzos, para nada. Ahora me pasa con cosas muy puntuales. El año pasado tocamos en Luna Park, es un escenario mítico de Argentina, de Buenos Aires, y estaba tranquilo hasta el momento que subí y sentí un miedo parecido al de los comienzos. Algo del contexto me perturbó, me molestó un poco, no quería que sucediera, con el correr de las canciones me tranquilicé.
P. Dicen muchos artistas europeos que el público latino es muy diferente.
R. Es un poco la forma en cómo vivimos este tipo de circunstancias, con esa pasión y con mucha cosa corporal de lo físico. Me encanta. Igual también me gusta vivir los diferentes públicos, generalizando, pero por ahí en Europa lo veo un público más intelectual, por decirlo de alguna manera. Y me gusta también ese desafío de ese tipo de atención. Quizás un público totalmente festivo, que ya no importa lo que esté pasando, no sé cuán bueno está. Pero disfruto mucho de las dos cosas. De tanto recorrer Latinoamérica también te puedo distinguir diferentes públicos, pero en general hay un patrón que nos une, que nos gusta vivir a flor de piel, pero todo: la música, el fútbol, la política. Todo se vive con mucha pasión, a veces nos pasamos de rosca, pero me gusta que sea así.
P. El Zócalo de Ciudad de México es un lugar imponente. ¿Qué se siente al llegar a un lugar tan emblemático como este?
R. Cuando nos llegó la invitación nos pusimos muy contentos. Soy muy amigo de Vicentico (cantante de Los Fabulosos Cadillacs, que lograron un récord de asistencia en el Zócalo el año pasado), y me acordaba de cuando tocamos hace mucho en un festival que se hacía en el Zócalo, la Semana de la Juventud. Ahí no nos conocía nadie. Igual era imponente ver toda la plaza llena, y también fue divertido. Me encanta tocar gratis para el público, que cada tanto no tengan que gastar dinero, y nos puedan ver. Eso me entusiasma. Y espero no ponerme nervioso como te conté recién, que yo estoy tranquilo.
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