El progresismo brasileño es joven y femenino
El resultado actual del sondeo IDDC ofrece para el futuro de Brasil un rayo de esperanza de que puedan ser los jóvenes de hoy, y más aún las chicas, las que con mayor ahínco defienden las pautas progresistas
Si siempre se dijo que Brasil es machista hoy será necesario revisar ese viejo prejuicio. No que haya habido ningún milagro. El país sigue dominado por los cánones masculinos más rancios, pero algo está cambiando. Algunos nubarrones ultras están entrando en crisis. Lo acaba de revelar un sondeo realizado por el Instituto de la Democracia (IDDC) según el cual hoy los avances en el campo del progresismo social y político lo representan sobre todo los jóvenes y entre ellos principalmente las mujeres.
Según el sondeo, posiciones clásicas del progresismo como el del matrimonio gay o la adopción por parejas del mismo sexo o el tema del aborto son claramente mayoritarias entre los jóvenes (54% contra 37%). Ese dato ha sido confirmado también en las últimas elecciones presidenciales que eligieron al gobierno progresista de Lula a quien votó un 62% de las mujeres, sobre todo jóvenes, contra el 47% de varones.
El dato de que son las mujeres y las más jóvenes las que representan sobre todo el elemento progresista en costumbres está siendo estudiado hasta por la ciencia en su campo de la Neuropolítica, que estudia la intersección entre cerebro y política. Mientras los varones revelan una dosis doble de ambición y asertividad, las mujeres poseen mayor cantidad de oxitocina que las inclina a políticas sociales y de defensa de los derechos sociales.
En Brasil, hoy el apoyo a los derechos progresistas en personas de más de 65 años, y no solo entre los más jóvenes la mayoría, un 54% contra un 37% son mujeres. Y en lo que se refiere a los jóvenes aparece claro que los chicos son más de derechas que las chicas. Ello explica que haya habido tantos jóvenes varones que votaron a los ultras de derechas, Trump y Bolsonaro y al parecer también a Milei.
El resultado actual del sondeo IDDC ofrece para el futuro de Brasil un rayo de esperanza de que puedan ser los jóvenes de hoy, y más aún las chicas, las que con mayor ahínco defienden las pautas progresistas, ya que ellos son la esperanza de un futuro que aparece ensombrecido por el recrudecimiento de la extrema derecha machista mundial.
Lo que parece ser una nueva primavera progresista y femenina brasileña, queda aún, sin embargo, ofuscada por las cifras espantosamente masculinas de las instituciones del Estado, sobre todo del Congreso y del Senado donde la discriminación de género es brutal y donde los jóvenes tienen que forcejear para conseguir saltar ese muro machista.
Hoy en el Congreso, conservador con poca o ninguna empatía por las causas progresistas del feminismo, un 82,62% de los diputados es masculino contra un 17,7% femenino y en el senado 66 son varones y solo 15 mujeres. Y mientras por primera vez en todos los parlamentos del mundo existe ya una presencia media femenina de un 26,5%, en Brasil es de un 18,2%.
Los analistas políticos brasileños, a pesar de todo, creen positivo ese aumento de jóvenes, sobre todo mujeres, que defienden causas progresistas y forcejean por participar en la política activa lo que ha llevado a que, por primera vez, el Congreso cuente con dos diputadas trans, algo impensable sóoo ayer.
El gran reto, sin embargo, en Brasil, en la participación política y social, es el de la presencia de mujeres negras teniendo en cuenta que ellas son mayoría en el país y que cargan en sus hombros el peso de las consecuencias de las lacras sociales que aquejan al país más rico del continente.
Es una evidencia que sin la contribución heroica de las mujeres negras pobres hacinadas en los grandes y deshumanos suburbios de las grandes ciudades, en su gran mayoría teniendo que hacer frente, solas, sin el marido, en llevar adelante la familia, Brasil se habría hundido. Ellas son la verdadera resistencia.
Quizás por ello, por esa presencia mayoritaria femenina, que son hoy las columnas sociales y a veces hasta morales del país, verdaderas heroínas, las más de las veces anónimas, resulta esperanzador que sean hoy las más jóvenes, que además son negras, quienes aparezcan en los sondeos como las más progresistas y defensoras de las nuevas conquistas libertadoras.
Y que lo sean, justamente, en el momento en el que la política mundial, se inclina hacia los antivalores del machismo, del desprecio por la democracia y del resurgir de los viejos demonios del nazismo que creíamos sepultados para siempre.
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