18 fotosMineríaMineros artesanales de Colombia: manos de oro No es fácil ganarse el espacio para trabajar en las minas, y menos en una región que alberga gran parte de los conflictos y violencias que aquejan al país. Pero algunas familias cuidan los yacimientos como si se tratara de ellos mismos Cisneros (Colombia) - 02 ago 2022 - 05:30CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceDon Polo Panameño sostiene en sus manos un recipiente que alberga las “guías del oro” o balines. Son piedras de tamaños diversos que, cuando se encuentran, invitan a la excavación, ya que son el indicio de que el metal precioso está cerca. Dahian CifuentesDoña Culebra, de 56 años, trabaja como minera en Villa Estela, Bajo Calima. Asegura que cuando la maquinaria pesada entra en la selva, no solo contamina y desvía el cauce de los afluentes, sino que también echa a perder algo que es irrecuperable y secundario al oro: la fauna.Dahian CifuentesDon Polo y doña Culebra son esposos. Trabajan hombro a hombro, todos los días, en la mina que construyeron con sus propias manos. Sus útiles de trabajo son una pala, dos bateas, guías del oro y mucha paciencia: un día con suerte extraen de la tierra 0,5 gramos de oro. Más, es algo similar a ganarse una pequeña lotería.Dahian CifuentesLa quebrada es el escritorio sobre el cual se ejerce el oficio minero. No se contamina porque desemboca en el río del cual extraen los peces que forman parte importantísima del esquema alimenticio local.Dahian CifuentesMarlenys Ramos, de 58 años, es sobrina de don Polo y doña Culebra. Ha visto el deterioro de la naturaleza que rodea su comunidad gracias a la explotación de aluvión. Cuenta que, a finales de los años ochenta, en una sola faena logró extraer y limpiar, con su esposo, 34 gramos de oro y que desde entonces no volvió a sacar más de un gramo en un solo día.Dahian CifuentesAsí funciona la labor minera: se araña el terreno y se lleva a la ciénaga para lavarlo y retirar piedras, malezas y raíces hasta que, a partir de movimientos circulares, sincrónicos sobre la batea, van quedando las exequias de la tierra: una arenisca leve, negra, que llaman jagua y, cada tanto, un brillo mínimo, como estrella distante en noche despejada: oro.Dahian CifuentesUna jornada de trabajo dura ocho o nueve horas, bajo el recalcitrante sol de la selva tropical del Pacífico colombiano. Solo se interrumpe la labor una sola vez por jornada, tanto para almorzar como para atajar la sed.Dahian CifuentesMinería artesanal en la Quebrada Melquiades, Valle del Cauca, Colombia. No es fácil ganarse el espacio dentro de la comunidad para trabajar o “minear”, como se le conoce coloquialmente a la labor, y menos en una región que alberga gran parte de los conflictos y violencias que aquejan al país. Don Polo, doña Culebra y Marlenys cuidan la mina como si se tratara de ellos mismos, con el agradecimiento y el respeto a la naturaleza, siempre de por medio. Dahian CifuentesLos más chicos de la familia Hurtado Rodríguez, una numerosa familia de mineros en la comunidad de Cisneros, Valle del Cauca, acompañan a sus mayores a trabajar, diariamente, con el objetivo de aprender el oficio. Dahian CifuentesLisney Esterilla, Victoria Hurtado, Mélida Hurtado y Raquel Rodríguez son mineras artesanales desplazadas del departamento de Nariño, Colombia. Ellas se niegan a ser consideradas mineras ilegales y luchan porque su trabajo sea reconocido y respetado por las autoridades para evitar un nuevo desplazamiento como el sufrido años atrás desde El Patía, en el departamento de Nariño. Dahian CifuentesEl río Dagua, principal víctima de la minería ilegal a gran escala. Famoso porque entre 2009 y 2011, a la altura de Zaragoza, en el Valle del Cauca, fue menoscabado y contaminado hasta más no poder por una fiebre de oro que duró el tiempo necesario para derrochar lo extraído, en su mayoría por gentes de otras partes del país comandadas por operarios extranjeros. Dahian CifuentesLos más chicos se entrenan en la elegancia de los movimientos concéntricos para cuando llegue el momento de batear. Ellos, sin saberlo, demuestran que la minería no solo es una forma de autodeterminación, sino una clara manera de transmisión de identidad afro.Dahian CifuentesUn “cubo” es un hueco en la tierra, como un pozo, pero sellado por largos trozos de maderas que cumplen la función de contener las paredes que se van formando en la medida en la que se va dragando. Pueden llegar a tener una profundidad de hasta 50 metros, y son construidos sin ninguna ayuda más que las manos de los mineros y sus herramientas como cinceles, palas y baldes. Este pertenece a la familia Hurtado.Dahian CifuentesYonan Hurtado, de 39 años, en el fondo del “cubo” que construye la familia Hurtado Rodríguez. No cuenta con ningún tipo de protección y, una vez alcanzada la profundidad pretendida, espera extraer por lo menos 50 gramos de oro que le permitan justificar a toda la familia el trabajo de hasta dos meses.Dahian CifuentesCada parte de la construcción del “cubo” es absolutamente artesanal y se van reciclando, de “cubos” anteriores, los elementos que sobreviven a los daños que deja el trabajo pesado, además de la humedad y el calor de la región.Dahian CifuentesCisneros está ubicado sobre la carretera que comunica la ciudad portuaria de Buenaventura con el centro y sur del país. Es una zona controlada por bandas criminales, narcotraficantes, disidencias guerrilleras y paramilitares. La familia Hurtado Rodríguez sobrevive en medio tanto del fuego cruzado, como de las presiones y amenazas de todos y cada uno de los grupos.Dahian Cifuentes“Al mal tiempo buena cara y más trabajo”, dice Victoria Hurtado ante la pregunta del porvenir de su familia. Todos sus miembros, desde distintos frentes, aportan un granito de arena para sobrellevar con éxito la labor minera. Dahian CifuentesEl talismán de doña Raquel Rodríguez, la matriarca de la familia Hurtado Rodríguez: una piedra de oro de cuatro gramos que, según ella, funciona como protección para la labor minera de su larga descendencia. Dahian Cifuentes