Maltratadas, abandonadas y marginadas: el infierno persigue a las niñas secuestradas por los terroristas de Boko Haram tras su liberación
Amnistía Internacional ha recabado testimonios de decenas de jóvenes secuestradas en Nigeria, que describen los crímenes sufridos durante su cautiverio, los abusos del ejército tras ser rescatadas y la falta de asistencia del Gobierno
H.A. era una adolescente cuando aceptó casarse con un miembro de Boko Haram para salvar la vida de su padre después de que el grupo terrorista invadiera su aldea, en el noreste de Nigeria, y la secuestrara. “Mi marido quería intimar conmigo, pero yo me negaba. Entonces él me denunciaba y otros combatientes venían y me azotaban. A veces llamaba a sus amigos que me sujetaban brazos y piernas para que él me penetrara. Sucedió todos los días, durante casi un año”.
Esta chica, que finalmente escapó, es una de las 82 supervivientes con las que Amnistía Internacional habló entro 2019 y 2024 para elaborar un informe que publica este lunes en el que denuncia la esclavitud, violencia sexual y trata que sufren estas jóvenes durante su cautiverio, que puede durar años. Hace una década que el conflicto armado entre el ejército nigeriano y Boko Haram ha provocado unos 40.000 muertos y dos millones de desplazados en el noreste de Nigeria. Desde el secuestro de las niñas de Chibok en 2014, cuando 276 estudiantes fueron raptadas por el grupo yihadista, un hecho que atrajo la atención internacional, esta región del país se ha visto sacudida periódicamente por este tipo de actos criminales. El pasado marzo, por ejemplo, varios grupos armados secuestraron a unas 500 mujeres y niños en el norte de Nigeria en una semana.
Pero la investigación de Amnistía va más allá y subraya los delitos que perpetran las fuerzas nigerianas contra estas jóvenes, cuando huyen o son liberadas. Muchas terminan detenidas ilegalmente por el ejército o abandonadas a su suerte en campos de desplazamiento, donde a veces se encuentran de nuevo con sus esposos de Boko Haram y vuelven a ser víctimas de abusos. Además, el informe también critica el abandono total que sufren estas mujeres por parte de las autoridades locales, lo que impide su reinserción en una sociedad que las señala con el dedo por haber sido esposas de un yihadista.
“Queremos visibilizar a estas mujeres, mostrar que su liberación no significa un final feliz para ellas, ya que empieza un capítulo nuevo con muchos obstáculos”, explica a este diario Olatz Cacho, portavoz de Amnistía Internacional España. “Porque hay varios niveles de abusos: primero Boko Haram, luego los delitos que sufren durante la custodia militar, aunque la situación ha mejorado algo en este aspecto, y finalmente la falta de apoyo especializado por parte del Gobierno para ayudarlas a sobrellevar todo lo que llevan encima”, agrega.
Según este informe, “todas las partes en el conflicto han cometido crímenes de derecho internacional y otras violaciones y abusos de los derechos humanos”, pero “la impunidad reina”.
Queremos visibilizar a estas mujeres, mostrar que su liberación no significa un final feliz para ellas, ya que empieza un capítulo nuevo con muchos obstáculos.Olatz Cacho, Amnistía Internacional
En abril, Amnistía Internacional entregó las conclusiones principales de su investigación a las autoridades estatales y federales de Nigeria, a la oficina de Unicef en Abuja y al coordinador humanitario de la ONU en el país. Las fuerzas armadas nigerianas “negaron todas las acusaciones, dijeron que respetan los derechos humanos en sus operaciones y calificaron las fuentes de Amnistía Internacional de no fiables”.
“La reacción del Gobierno muestra la falta de respeto que sienten hacia estas mujeres, que han vivido situaciones terroríficas. Nos queda claro que no las toman en serio, que piensan que su situación está solucionada con la liberación y asunto cerrado”, lamenta Cacho.
“Nos casaron a todas”
Presenciar el asesinato de sus padres, ser violadas cada noche, ver cómo otras compañeras de cautiverio eran torturadas o ejecutadas por no respetar las “normas” del grupo terrorista, dar a luz sin ninguna asistencia y ver morir a sus bebés, pasar hambre y sed durante meses o años, quedar viudas y volver a casarse por la fuerza con otros combatientes, ser usadas como kamikazes en los atentados. Los testimonios descritos en este informe muestran sin tapujos la vulneración de los derechos más básicos de estas mujeres, la sordidez y violencia de su cautiverio y la falta de oportunidades que sufren si logran sobrevivir.
“Llegaron a nuestro pueblo y fueron casa por casa. Nos juntaron a todas en una vivienda, éramos unas 100. Yo tenía seis años y pasé dos años encerrada. Después nos casaron a todas.”, explica S. D. una de las jóvenes secuestradas.
“Pasó mucho tiempo sin lograr quedar embarazada. La ataron y le arrojaron piedras hasta que murió. Nos explicaron lo que la mujer había hecho y dijeron: si descubrimos a otra mujer tomando estas pastillas la mataremos también“, explica GH refiriéndose a una mujer que tomó a escondida píldoras anticonceptivas. “A veces sueño con los cadáveres que vi, o las lapidaciones de mujeres a las que asistí. Cuando abro los ojos, ya no puedo volver a dormirme”, agregó esta chica, que pasó 10 años secuestrada.
Cuando los soldados traían comida nos daban una porción en la mano y sopa en un cuenco para compartir entre todas. Usábamos una bolsa de plástico como retrete.Superviviente de Boko Haram
En el informe de Amnistía no hay nombres, ni fotografías de frente, ni mucho menos videos de las mujeres que han dejado atrás el cautiverio. Ni siquiera la mayoría de las iniciales usadas para identificarlas corresponden a su verdadera identidad. También se han cambiado detalles para que sea imposible reconocerlas. “No ha sido fácil que hablen, pero al mismo tiempo ellas quieren que su historia se conozca porque necesitan mucha ayuda”, explica Cacho.
Casi 50 niñas y mujeres jóvenes contaron a Amnistía Internacional que habían arriesgado su vida y la de sus hijos para huir de Boko Haram. Muchas tuvieron que realizar viajes de hasta 12 días, sobreviviendo con la escasa comida y agua que podían encontrar. Algunas fueron “rescatadas” por las fuerzas armadas nigerianas o por milicianos respaldados por el Estado, y pasaron largos periodos detenidas de manera arbitraria. “Cuando los soldados traían comida nos daban una porción en la mano y sopa en un cuenco para compartir entre todas. Usábamos una bolsa de plástico como retrete”, cuenta N.V., que tenía 20 años cuando huyó en 2021 tras ocho años de cautiverio y pasó dos meses en detención ilegal en la localidad de Madagali, en el Estado de Adamawa.
Un total de 31 niñas y mujeres jóvenes contaron que habían permanecido detenidas durante periodos que oscilan entre varios días y casi cuatro años entre 2015 y mediados de 2023, casi siempre por sus relaciones con el grupo yihadista. Algunas contaron que los soldados las insultaban y las llamaban “esposas de Boko Haram” y varias describieron palizas y otros malos tratos. Ninguna de las entrevistadas tuvo acceso a un abogado ni fue acusada de ningún delito.
GN era una niña cuando Boko Haram atacó su aldea en Bama, en el noreste de Nigeria, en 2015 y la secuestró. Fue obligada a casarse, fue violada y obligada a presenciar las torturas contra las niñas que intentaban escapar. Tenía 16 años cuando los soldados la encontraron, al atacar el poblado en el que vivía. Terminó en una prisión y luego en un campo de desplazados donde se volvió a casar. “Después, mi marido de Boko Haram, me llamó para que volviera, pero me negué”. Un vecino la denunció por supuestas relaciones con el grupo terrorista y volvió a ser detenida y torturada por los soldados pese a estar embarazada. Regresó a casa con su hijo un año después y se enteró de que su primer marido los había denunciado ante un tribunal islámico, que les condenó a pagar unos 200 euros. La mujer, su segundo esposo y su hijo viven de nuevo en un campo de desplazados y están pagando a plazos esta multa.
“Una carga”
“A estas niñas, muchas de las cuales ya son mujeres, les robaron la infancia y las sometieron a un sinfín de crímenes de guerra, de lesa humanidad y otros abusos contra los derechos humanos”, afirma en la presentación de este informe Samira Daoud, directora regional de Amnistía Internacional para África Occidental y Central. “Ahora, estas mujeres están enviando un mensaje muy claro al Gobierno nigeriano y sus socios internacionales. Necesitan con urgencia más ayuda especializada para rehacer su vida”, agrega.
Esta ayuda va desde la atención sanitaria y el acceso a la educación para sus hijos, hasta la protección social para luchar contra el estigma y el rechazo. Muchas entrevistadas dijeron que miembros de su comunidad las insultaban, las miraban con recelo y extendían el rumor de que podían matarlos y contagiarles enfermedades. “Siempre nos insultan y no nos dan nada, sentimos todo el tiempo que somos una carga para ellos”, explicó Z. C., de 19 años, que vive en un campo de desplazados.
Estas mujeres están enviando un mensaje muy claro al Gobierno nigeriano y sus socios internacionales. Necesitan con urgencia más ayuda especializada para rehacer su vida.Samira Daoud, Amnistía Internacional
Amnistía Internacional recalca que el acceso a servicios de salud mental y apoyo psicosocial es sumamente limitado en todo el noreste de Nigeria. Esta carencia se ve agravada por las restricciones impuestas por el gobierno del Estado de Borno, en el noreste, a los agentes humanitarios desde 2021 para prestar asistencia a las personas necesitadas, lamenta el informe.
La ONG pide al Gobierno de Nigeria, los organismos de la ONU y los gobiernos donantes que habiliten con urgencia unos servicios de reintegración a medida para estas niñas y mujeres jóvenes. Además, la organización de derechos humanos reclama a las autoridades nigerianas que garanticen a estas mujeres una alternativa real, que no sea volver con sus maridos yihadistas.
“Junto con sus socios internacionales, las autoridades nigerianas deben apoyar a estas niñas y mujeres jóvenes en su reintegración social, dando prioridad a su acceso a asistencia médica, educación y formación profesional. Deben recibir la ayuda que necesitan para rehacer su vida en condiciones dignas y seguras”, pide Daoud.
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