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Irán acoge a millones de afganos, pero la hostilidad crece contra ellos: “Creen que pueden borrar el problema enviándolos a su país”

Activistas de derechos humanos iraníes denuncian el aumento de las deportaciones y las actuaciones policiales violentas contra esta comunidad. Las llegadas se multiplicaron tras el retorno de los talibanes al poder en Kabul en 2021 al país que más refugiados recibe del mundo

Afganistan
Un migrante afgano sale por la puerta de la Embajada de Afganistán en Teherán.Tooba Moshiri

Ali tiene 21 años y prácticamente la mitad de su vida la ha pasado en Irán. Cuando él y su familia huyeron de las montañas de la provincia de Daikondi, en el centro de Afganistán, hace ocho años, su país se tambaleaba debido a la pobreza y las secuelas de años de guerra. Irán les ofreció refugio, pero en los últimos meses, el Gobierno ha emprendido una campaña de detenciones y deportaciones de afganos a su país de origen, ahora controlado por los talibanes. Activistas de derechos humanos y ciudadanos denuncian una creciente “afganofobia”, que se pone de manifiesto, por ejemplo, en publicaciones en redes sociales y en actuaciones policiales violentas.

Como Ali y su familia, otros afganos que habían recibido asilo en la República Islámica viven ahora con el temor constante a ser expulsados. Salir de casa o del taller de costura cerca de los hornos de ladrillos del barrio de Azadegan, en el sur de Teherán, se ha convertido en un grave riesgo, relata el joven, que prefiere utilizar un seudónimo por miedo a ser perseguido. “La situación ha empeorado, hay mucha represión y, si me detienen y me deportan, tendré muchos problemas en Afganistán. Así que intentamos ser más cautelosos a la hora de movernos por la ciudad”, explica Ali en una llamada telefónica con este diario.

Si me detienen y me deportan, tendré muchos problemas en Afganistán. Así que intentamos ser más cautelosos a la hora de movernos por la ciudad
Ali, refugiado afgano de 21 años en Teherán

Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Irán se convirtió en 2023 en el primer país del mundo que más refugiados acoge (3,8 millones) seguido de Turquía, debido sobre todo a la afluencia de afganos desde el retorno de los talibanes al poder, en agosto de 2021. El Gobierno iraní estima que al menos 4,5 millones de afganos viven en el país, la gran mayoría mujeres y niños, aunque según ACNUR rondarían los 2,6 millones. Esta entidad de la ONU calcula además que 631.000 afganos fueron deportados desde Irán entre enero y noviembre de 2023.

Numerosos vídeos que se hicieron virales muestran el trato hostil que reciben los afganos a manos de las fuerzas de seguridad y de algunos ciudadanos. Uno de ellos, publicado a principios de agosto, muestra la detención de un migrante afgano de 15 años. Un agente de policía pone una rodilla en el cuello del adolescente hasta provocarle una fractura, según informaron medios de comunicación locales.

El incidente respalda las denuncias de activistas de derechos humanos locales e internacionales sobre la caza de brujas emprendida por el Gobierno. Aunque las autoridades iraníes afirman que estas detenciones y deportaciones solo afectan a afganos que residen ilegalmente en Irán, los defensores de los derechos humanos aseguran que la campaña es indiscriminada y que se repiten los arrestos repentinos y traslados forzosos a las fronteras con Afganistán.

“Racismo grave”

La noticia del adolescente afgano herido durante su arresto también despertó la preocupación de algunos iraníes, que denunciaron en redes sociales una campaña que promovía la “afganofobia respaldada por el Estado”. Uno de ellos escribía en la red social X que “esta oleada de odio ha alcanzado un racismo grave” y que “el problema es la inmigración ilegal, pero no la raza”.

Pero según Moein Soleymani, un activista involucrado en organizaciones que defienden los derechos de los inmigrantes en Irán, las redes sociales también son origen de un preocupante sentimiento antiafgano. “Los ataques contra los migrantes suelen deberse a los bulos y a la desinformación”, afirma este hombre, que usa un seudónimo para evitar represalias, en una entrevista telefónica con este diario.

A pesar de llevar décadas viviendo y trabajando en Irán, muchos inmigrantes afganos carecen de permiso de residencia oficial. Esto les crea una situación precaria y estresante
Moein Soleymani, activista involucrado en organizaciones que defienden los derechos de los inmigrantes

El activista explica que bajo el hashtag “deportar a los afganos”, se difunden mensajes de ira y de odio e información falsa. “Esto demuestra que la tendencia es deliberada, con el objetivo de crear una ola mediática” en contra de estos refugiados, opina.

Pocos días antes de la detención violenta del adolescente afgano que sufrió la fractura en el cuello, la agencia de noticias iraní IRNA informó de que la policía de la provincia de Hormozgan había cerrado 123 comercios por emplear a extranjeros sin permiso de trabajo. Aunque esto no es nuevo, la violencia con la que se implementan estas normas sí lo es.

El general de brigada y portavoz de la policía iraní, Saeed Montazer Almahdi, escribió en una publicación en redes sociales: “El jefe de la policía nacional ha hecho hincapié en la determinación de la policía para identificar y deportar a los extranjeros indocumentados. Este plan, que está en línea con las legítimas demandas del pueblo y para mejorar la seguridad pública, continuará con toda su fuerza”.

Sin rendir cuentas

Mohammad Sheikhi, activista por los derechos de los migrantes afganos en Irán, también cree que las deportaciones no solo afectan a quienes carecen de documentos de identidad, y califica el acoso a los migrantes por parte de la policía y las fuerzas de seguridad como arbitrario e ilegal.

“Un agente puede detener a un migrante y entregarlo a un campamento sin tener que rendir cuentas”, dice Sheikhi a EL PAÍS, señalando que un sistema que permite arrestos al azar debe ser reformado, ya que afecta a centenares de personas diariamente.

Las autoridades creen que pueden borrar el problema enviándolos de vuelta a su país
Mohammad Sheikhi, activista por los derechos de los migrantes afganos en Irán

Los afganos llevan huyendo a Irán desde la invasión rusa de su país en 1979 y han coexistido de forma pacífica con los iraníes, a pesar de que su país de acogida también estuviera inmerso en sus propias guerras y problemas. Sin embargo, la última oleada de migrantes, a partir de 2021, ha despertado estos sentimientos de rechazo y multiplicado los llamamientos a favor de las deportaciones.

“A pesar de llevar décadas viviendo y trabajando en Irán, muchos inmigrantes afganos no son oficialmente residentes. Esto les sumerge en una situación precaria y estresante”, explica Soleymani, quien da clases a adolescentes afganos en Teherán.

Por su parte, Sheikhi opina que a muchos afganos en Irán se les debería conceder la ciudadanía iraní, ya que nacieron en el país, se educaron ahí y trabajan para empresas locales. Sin embargo, al no tener la ciudadanía, se ven privados de derechos laborales, no están protegidos por un seguro y a menudo no reciben salarios equitativos.

“Las autoridades creen que pueden borrar el problema enviándolos de vuelta a su país, pero no funciona, porque muchos de ellos regresan ilegalmente”, señala. “Y a veces sus visados siguen siendo válidos, no necesitan obtener uno nuevo después de ser deportados e incluso pueden volver a entrar legalmente en el país”.

Para Ali, permanecer en la sombra es la única forma de reducir los riesgos de una deportación. “Un refugiado busca cobijo y consuelo porque no los encuentra en su país. Si en Afganistán existieran las condiciones ideales, la gente nunca huiría a un país vecino”, sentencia.

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