El pueblo donde las comuniones se celebran a las nueve de la noche
Así se vive a 44,1 grados en junio en la localidad jiennense de Andújar, epicentro de la primera ola de calor del año
A Pilar Guerrero no le extrañó que le propusieran que la Primera Comunión de su hija Candela se celebrara a las nueve de la noche. En su pueblo, Andújar (Jaén), un 24 de junio, a la una y media de la tarde que pensaba fijarla, "hace un calor de morirse". Y todavía más este año, en el que este municipio de 38.000 habitantes del valle del Guadalquivir batió récords de temperaturas durante la primera ola de calor del año. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en Andújar se alcanzaron los 44,1 grados a la sombra el 16 de junio, "la medalla de plata de la ola".
El oro se lo llevó, con 44,5 grados, el aeropuerto de Córdoba, a 5,8 kilómetros de la ciudad, por lo que el dato de Andújar es el más alto de una estación en zona habitada. El bronce fue para Sevilla, que se quedó en 43,3. Las mínimas también fueron de escándalo. En lo alto del podio, Jaén capital con 27,8 el 17 de junio. En Andújar, no se bajó de 26 ese día. Con todo, no se marcaron récords absolutos. La máxima jamás alcanzada en un mes de junio en España desde que hay registros fueron 45,2 en el aeropuerto de Sevilla en 1965 y la mínima más alta, 29,1 en el de Lanzarote en 2011.
Continuamos con #OlaDeCalor 🌞
— Policía Local Andújar (@PLAndujar) June 16, 2017
Máxima de 🔝🌡42 grados
De 🕑14h a 🕗20h
Manteneos hidratados y no dejeis animales dentro del coche. #Felizfinde pic.twitter.com/s5PX261u4o
En este pueblo, situado a 212 metros de altitud y a las puertas de Sierra Morena, siempre ha hecho mucha calor (aquí es femenino). Si Écija es considerada popularmente la sartén de Andalucía, en Andújar están las brasas. La novedad de los últimos años es que hace más, llega antes y dura más. De hecho, su cota histórica más alta para un mes de junio se alcanzó durante otra ola de calor reciente y temprana: el 26 de junio de 2012, los termómetros subieron a 44,4.
La causa es la continua llegada de masas de aire caliente, que se estancan en el valle y se recuecen durante días por la elevada insolación de estas fechas en un "efecto caldera" de manual, en palabras de Rubén del Campo, portavoz de la Aemet. "Por las noches, como son más cortas, las masas no se enfrían y a Sevilla le alivia la brisa del Atlántico, pero a Jaén no llega", añade. A esta razón de fondo hay que sumar el cambio climático, que hace que España haya sufrido este año la primavera más cálida de su historia según Meteorología, que alerta de que el promedio de las temperaturas de junio están subiendo a un ritmo de entre medio y 1,2 grados por década. El 29 de junio, la ciudad iraní de Ahvaz parece haber alcanzado la temperatura más alta jamás registrada, 54 grados.
¿Cómo se vive a 44? "Con mucha paciencia", contesta Paqui Contreras, embarazada de siete meses, a la que la tensión le bajó muchísimo los primeros días de la ola. "Conseguimos sobrellevarlo manteniéndonos encerrados en las casas y enchufados al aire, saliendo lo justo y solo de nueve a once de la mañana, con duchas y cambios de ropa continuos y bebiendo mucha agua", relata. "Uno de los peores días tuve que salir a las cinco y era como intentar avanzar en una bola de fuego. Un auténtico infierno", recuerda.
Andújar. Deberíamos fomentar el turismo de sectas satánicas con eslóganes tipo "Visita tu propio infierno" y actividades como "curso de adaptación a la vida en el inframundo".
Posted by Manuel Amaro Parrado on Saturday, June 17, 2017
Pasear por las calles entre las doce y las ocho en plena ola es como cruzar un desierto urbano, lo único que falta es el matojo rodante. En las principales vías de este pueblo, que vive sobre todo del sector servicios, el Ayuntamiento instala desde hace años unos toldos que ayudan a los ciudadanos a hacer compras y gestiones y los bares ponen ventiladores en las terrazas, vacías hasta que empieza a caer el sol. Como si fuera posible climatizar la calle. "Que corra el aire, aunque sea caliente", comentan.
Fernando Funes, dueño del popular bar de tapeo El Mesón, confirma los problemas que genera el calor extremo en la hostelería. "Los clientes se esconden los pobres como las lagartijas y buscan otras maneras de refrescarse como irse a la sierra, la playa o las piscinas y los bares nos tenemos que apañar con el fresquito del aire acondicionado, así que vamos mal, muy mal. Yo, que soy un tuerto en el reino de los cielos, cierro en agosto 15 días porque los gastos superan a los ingresos".¿Cómo es ser camarero en estas condiciones? "No tiene precio, sobre todo los cocineros, con 50 grados o más", añade Funes.
Los niños han sido, junto con ancianos y enfermos, la principal preocupación estos días de temperaturas extremas en los que, sin embargo, no ha habido que lamentar golpes de calor mortales o problemas de salud graves, según fuentes sanitarias de la Junta de Andalucía. "Seguimos sin estar acondicionados para tanto calor", da en la clave una vecina, Montse García Valenzuela. "En el cole de mi chica saltaban los plomos si ponían el aire, así que les han tenido que echar agua a los niños en los recreos para refrescarlos", relata. Los llamaban "los juegos del agua". En muchos centros dejaron a los niños ir a clase en bañador, organizaban guerras de pistolas de agua o convirtieron los toboganes en rampas de agua mientras los profesores recurrían a remedios caseros, como armarse con pulverizadores para aliviar a los menores en clase.
La mayoría de los 17 colegios no están climatizados, según fuentes municipales. Hasta ahora, no hacía falta, ya que las clases se habían acabado para cuando llegaba lo peor. Pero en los últimos años, el calor golpea de lleno a final de curso, en plenos exámenes. Pedro Jurado, profesor de Física en el Instituto Jándula, lamenta que a los centros que sí tienen aire tampoco les sirva de mucho, ya que o no lo ponen porque no lo soporta una instalación eléctrica vieja o una potencia contratada insuficiente o sí lo encienden, pero las frigorías no llegan.
"En nuestro centro, en contra de la impresión de los alumnos, el aire estaba funcionando bien pero la verdad es que no se notaba, porque está pensado para 32/33 grados, no para 42/43", resume. "Era entrar en una clase y notar las gotas de sudor chorreando por la espalda. Y los alumnos como pollos, mucho peor, porque tú te vas del aula en una hora, pero ellos están allí seis", recuerda. "Nosotros hasta hicimos el abanico refrescante-educativo del consejero y nada, que seguía haciendo calor en clase, yo es que no me lo explico", ironiza Arancha González, profesora de Química en el Instituto Nuestra Señora de la Cabeza, donde también hay aparatos de aire pero "viejos e insuficientes".
González considera "increíble que esto suceda en centros educativos, sobre todo en los de Primaria con niños pequeños", al tiempo que recuerda que un real decreto no permite superar los 27 grados en los lugares de trabajo. "Pero bueno, como los profesores no trabajamos, no pasa nada", remacha. Tras la orden de la Junta de Andalucía, que llegó a dos días de acabarse el curso y que permitía a los alumnos faltar y a los centros acortar la jornada, apenas tuvieron alumnos. Pero "esto un parche", denuncian. La Junta, según una portavoz de Educación, está realizando un estudio "a fondo" para conocer la situación de sus 4.500 colegios y poder acometer medidas urgentes este mismo verano.
Félix Prieto, albañil, cocinero "y todo lo que salga", cuenta que en Jaén hay jornada intensiva en la construcción, de siete a tres, pero que a partir de las doce trabajar resulta, por decirlo suavemente, "complicado". "Todo depende del jefe que tengas, que el mío es muy buena persona, y de lo que te toque hacer. Por ejemplo, una piscina, donde no corre el aire y el sol te da a plomo, o un tejado, a plena solanera, o con una solería que brilla mucho, que se pone a 60 grados de momento, todo eso es morir por Dios", explica. Su peor día fue uno de julio, cuando que le tocó "picar con un compresor, con el casco, las orejeras, la mascarilla, las gafas y los guantes, era inhumano". ¿Y no le da miedo? "Mis hijos tienen que comer y si a mí me pasa algo, mala suerte", contesta.
En el campo, según cuenta el biólogo Luis Villa, técnico en una empresa de abonos, los agricultores trabajan de cinco a doce porque "a partir de ahí es imposible". Él, que tiene que recoger muestras en las fincas, madruga mucho para hacerlo y deja las labores administrativas para después. "Ha sido bastante duro, estos días lo hemos pasado mal hasta en el aire", confiesa. En verano, explica Villa, se realiza el desbroce de la hierba del olivar a mano o con el tractor y también el "tedioso" desvareto o podado de pequeños brotes a mano con un hacha, la única tarea que no está mecanizada. "También supone un esfuerzo muy grande para el agricultor revisar el riego, gotero por gotero, a pie por toda la explotación", añade.
Al calor, como a todo, se le puede ver el lado bueno. "En Andújar es el lugar donde mejor sienta una cerveza fresquita de toda España", bromea el alcalde, el socialista Paco Huertas, para pasar a detallar las medidas adoptadas por el consistorio, como difundir los consejos de Policía Local y Protección Civil, adelantar 10 días la temporada de la piscina municipal y mantenerla abierta por las noches los fines de semana, revisar las fuentes lúdicas para que estén a pleno rendimiento porque refrescan mucho el ambiente, adaptar la jornada de trabajo de los funcionarios de siete a dos o instalar un deslizador acuático gratuito.
Huertas, que cuenta con la llegada de un millón de euros de fondos europeos Dusi para construir tres parques con chorros de agua tipo Madrid Río, explica que "en Andújar el calor se vive con normalidad". "Estamos acostumbrados, la gente actúa con mucho sentido común y cambia radicalmente de costumbres. La vida entera del pueblo se modifica, los comercios abren más tarde, nadie sale de tres a siete y se disfruta mucho de las terrazas hasta altas horas porque no se puede dormir", explica, para subrayar que su gran reto es "intentar que en la ciudad haya vida en verano".
"Ahora tenemos el concierto de Luis Fonsi el 1 de julio, organizamos jornadas de flamenco en los barrios y en la feria de septiembre este año completaremos el entoldado y la instalación de los microaspersores en el recinto ferial", comenta el regidor, al que le preocupa el fantasma de la sequía. El pueblo sufría duras restricciones de agua en verano hasta que se conectó al sistema de abastecimiento del Rumblar a primeros de los noventa. "Espero que no lleguemos a ese punto", reflexiona. "Por favor, vamos a dejar de hablar de calor todo el día, que me entra más calor", pide Ernesto Rivillas, uno de los invitados a la Comunión. Son las doce de la noche. Hace 32 grados.
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