Mikel Antza, jefe de ETA durante 12 años, queda en libertad en Barajas tras ser entregado por Francia
El exdirigente de la banda terrorista no tiene causas abiertas en España
El histórico jefe de ETA Mikel Albisu Iriarte, alias Mikel Antza, quedó en libertad este martes tras aterrizar en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas después de ser entregado por las autoridades francesas, según han informado fuentes policiales. El que fuera máximo responsable del aparato político de ETA fue arrestado en Francia en octubre de 2004 junto a su pareja, Soledad Iparraguirre, Anboto, que sigue cumpliendo condena allí. La justicia francesa impuso en diciembre de 2010 sendas penas de 20 años de cárcel para Mikel Antza y Anboto al considerar que el primero era entonces el jefe político de la organización terrorista y la segunda, la responsable de las finanzas.
Antza cumplió íntegramente aquella condena el pasado sábado, tras lo que abandonó la cárcel francesa de Réau Sud Francilien, en el norte del país. Sin embargo, las autoridades francesas optaron entonces por trasladarlo a un centro de retención en París a la espera de realizar gestiones para expulsarle con rumbo a España. A la justicia francesa no le constaba que tuviera ninguna reclamación de los tribunales españoles. Fuentes del Ministerio del Interior aseguran a EL PAÍS que "en todo momento" el Gobierno de Emmanuel Macron mantuvo informado a Madrid sobre la salida de prisión del dirigente etarra y los pasos que se daban con él. Finalmente, este martes fue embarcado en un avión con rumbo a Madrid. A su llegada al aeropuerto de Barajas, le esperaban agentes de la Policía Nacional que, tras constatar en la Audiencia Nacional que no tenía causas pendientes, lo dejaron en libertad.
Antza huyó a Francia en julio de 1985 tras participar en la fuga de la prisión donostiarra de Martutene de los miembros de ETA Joseba Sarrionaindia e Ignacio Pikabea, durante la celebración de un concierto del cantante Imanol. Desde entonces, los expertos de la lucha antiterrorista le han situado cerca de la dirección de la organización terrorista cada vez con mayor poder de decisión, sobre todo tras la caída de la cúpula de la banda en Bidart, en 1992. De hecho, estuvo presente en la reunión que la banda armada mantuvo con enviados del Gobierno de José María Aznar en Zúrich durante una de las treguas de la organización. Antza mantuvo este papel destacado hasta que fue arrestado, el 3 de octubre de 2004, en la localidad de Salies de Bearn, al sur de Francia en una macrorredada que se saldó con la detención de 28 personas a un lado y otro de la frontera y el desmantelamiento de cinco depósitos de armas con más de 1.100 kilos de explosivo y dos misiles tierra-aire, además de subfusiles, pistolas, revólveres, munición y detonadores.
La que fue bautizada como Operación Santuario se había iniciado cuatro años antes, durante los seguimientos a Ignacio Gracia Arregi, Iñaki de Rentería, un veterano dirigente de la organización al que se le vio acudir dos días seguidos a una vivienda aislada del sur de Francia. La casa fue sometida a vigilancias esporádicas durante esos años, sin que se pudiera averiguar quiénes eran sus moradores. Pese a ello, los agentes la incluyeron entre los lugares a registrar durante la redada de aquel día. Al entrar descubrieron, por sorpresa, que allí se ocultaban Mikel Antza y Anboto, con su hijo de siete años. "Fue el gran golpe contra ETA", recuerdan fuentes de la Guardia Civil.
Ambos eran considerados ya entonces los máximos dirigentes del aparato político de la banda. Sin embargo, el análisis de la abundante documentación que se intervino —buena parte en un pendrive que estaba oculto bajo un escalón de la vivienda— permitió concretar cuál era el papel de cada uno de los miembros de la pareja. Antza era el responsable político, el responsable de los comunicados. Anboto estaba centrada en las finanzas de la organización. La caída de ambos fue el principio del fin de ETA, en cuyo epílogo ambos siguieron asumiendo papeles destacados. Así, Anboto puso voz en euskera al mensaje de disolución de la organización terrorista de mayo de 2018. Antza era desde 2012 uno de los seis portavoces del colectivo de presos de ETA (EPPK, en sus siglas en euskera).
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