Adiós a bell hooks, la pensadora que se escribía en minúscula para cuestionar a lo grande el sistema
Amor, desigualdad, negritud, desobeciencia y racismo, sobre todo esto pensó en mayúsculas una de las referentes del feminismo moderno. El mejor homenaje es leerla.
La escritora, educadora y activista feminista y antirracista bell hooks murió el miércoles día 15 en su casa de Kentucky, el estado donde nació. La afroamericana bell, una de las intelectuales más importantes que ha dado el feminismo, escribía su nombre en minúscula, combinando los nombres y apellidos de su madre y de su abuela, porque “mayúsculas han de ser las ideas”. Las suyas lo fueron. Nos deja un legado de libros descarnados, disruptivos, polémicos, críticos sobre la mujer, el amor, el racismo, la educación, la negritud, la lucha por la igualdad en todas sus vertientes. Libros que algunas editoriales españolas como Capitan swing, Conssoni o Paidós han recuperado en los últimos tres años. Las tres con este leit motiv: bell supo ver y supo desafiar los sistemas de opresión y discriminación basados en la raza, la clase social, y el sexo y los contó con detalle, haciéndolos estallar en sus textos, para llevarnos a pensar en mayúsculas. El mejor homenaje, como dicen las responsables de Afroféminas, y al que me uno, es leerla.
Cuando esta profesora negra y feminista nació en 1952 en Hopkinsville, un pueblo pequeño segregado de Kentucky (detalle importante) las leyes racistas aún lo colonizaban todo en EEUU. Pero ella estudió, se formó, pensó mucho y en 1981 publicó su libro iniciático ¿Acaso no soy yo una mujer? (Consonni). En aquel tiempo el mundo americano y el europeo estaba en plena segunda ola del feminismo en general. Nacía el Movimiento de Liberación de las mujeres en EEUU. Recomiendo aquí la serie Mrs America, en HBO, una ficción que a Gloria Steinem le pareció ridícula pero que a mi me gustó mucho
Pero de feminismo y negritud, de sus vinculaciones, de sus controversias, nadie hablaba entonces. bell se puso a escribir este libro con 20 años y tuvo que esperar una década para verlo publicado. El resultado fue un texto que aborda con contundencia, con conocimiento de causa un tema complejísimo, incomodísimo incluso hoy, 40 años más tarde, y ya con un mundo convencido de que no se puede no ser feminista y de que ser racista está mal. Bueno, todo el mundo igual no, pero está claro lo que intento decir.
bell siempre quiso ser escritora. Fue una lectora infantil voraz y fueron los libros, precisamente, los que le dieron ideas y principios fundamentales que ella decidió convertir en su ideario. Empezó a cuestionarse conceptos convencionales y e intentó desmenuzarlos, retorcerlos y reconstruirlos para ajustarse a los tiempos, para alumbrar tiempos mejores, en todos sus escritos posteriores.
Su obra es prolija. Yo la descubrí hace apenas tres años (mal por mí) pero ya no pude parar de bebérmela. Hacerlo me ha hecho replantearme mil cuestiones que creí que tenía resueltas. He decidido quedarme con tres asuntos fundamentales que creo que la cuentan bien como mujer y como creadora. Porque fue lo que hizo, crear un universo propio, un corpus entero, escribiendo, leyendo, disertando en sus clases, liderando movimientos con su raza como bandera, y abriendo caminos para que otras jóvenes activistas negras los transitaran. El amor, el feminismo y la negritud, la educación, y la necesidad de desobedecer.
El amor según bell
Su ensayo Todo sobre el amor, publicado inicialmente en 2000 y que la editorial Paidós trajo a España el año pasado cuestiona el amor romántico, el amor tal y como lo tenemos pensado, al que desafía sin contemplaciones, como solo ella puede hacerlo, con datos contundentes y demoledores. Por ejemplo, todo está en la infancia, y todas las infancias hasta ahora han sido patriarcales en conceptos y en normas. La conclusión tras leerlo, cosa que hice en un sorbo, fue clara: hay que cambiar de una vez este paradigma cultural. En un extracto del libro, publicado en febrero en el suplemento Ideas de El País, bell abre una nueva vía de pensamiento:
“Revisando la literatura sobre el amor, me di cuenta de que son muy pocos los escritores, sean hombres o mujeres, que hablan de la influencia ejercida por el patriarcado y de cómo la dominación masculina sobre las mujeres y los niños es un obstáculo para el amor”
Y junto a esta reflexión, otra importante. Se nos ha explicado hasta el delirio la importancia del sexo, sus modos y maneras, pero no se nos ha instruido en el amor.
“No hay ningún aspecto de la sexualidad que no sea estudiado, discutido, demostrado. Hay cursos de introducción a cualquier dimensión de la sexualidad, incluso a la masturbación. Pero no hay escuelas de amor. Se da por sentado que todo el mundo sabe instintivamente cómo amar”
Para bell fue fundamental la figura materna, que tuvo seis hijas a las que espoleó para que fueran independientes y libres (la madre ama de casa, el padre conserje). A ella, a su sentido del amor le debe, dijo, su capacidad para “renovar siempre la alegría de aprender”. De ella dijo: “nos enseñó a mis hermanas y a mi que las mujeres debemos tratarnos con respeto, protección, aliento y amor entre nosotras y que la sororidad empodera”.
Feminismo y negritud, el racismo total
Tengo una hija negra de 16 años, así que leo con fruición todo lo que tiene que ver con el asunto de la negritud. Con el libro ¿Acaso no soy yo una mujer?, Mujeres negras y feminismo, de Consonni, creí haber encontrado el santo grial. Este ensayo de 1981 me llevó a otros libros escritos por jóvenes mujeres negras para las que bell fue un claro referente. Gracias a todas ellas dialogué con mi hija sobre la raza, el racismo sutil que yo creía no tener, y sobre lo necesario que es replantearlo todo, resignificarlo todo por el bien común
bell hooks escribió este libro en 1981, construyendo un furioso y desolador relato sobre la opresión sin límites de las mujeres negras, durante y después de la esclavitud, hasta hoy. Sobre cómo el imperialismo racial ha desbancado incluso al imperialismo sexual. “Nunca, ningún libro de historia de la escuela nos habló del imperialismo racial. En su lugar se nos explicaron conceptos románticos del Nuevo Mundo, el sueño americano o EE. UU. como el gran crisol donde todas las razas se entremezclaban como una sola. Nadie habló de África como la cuna de la civilización”, cuenta bell. El libro aborda cómo las primeras olas feministas también dejaron de lado a las mujeres negras y cómo la ficción, la televisión, las maltrató, las parodió, las estereotipó.
bell contó como pocas lo que fue el racismo voraz, el que nunca se escondía, el letal, el que tuvo un poder real y aniquiló generaciones enteras de mujeres, voluntades e inquietudes. Y dejó claro que el miedo a un planeta negro ha existido siempre, incluso entre las mentes supuestamente avanzadas y tolerantes. También lo ha habido en la ficción, tal y como lo contó en este ejemplo. En 1979, en EE. UU. se emitía la comedia de situación, Detective School. En ella, según cuenta bell hooks se plasmaba la imagen más repugnante de la mujer negra que se había visto en televisión. “A la mujer negra de la serie se la ridiculiza constantemente por su fealdad, su mal genio, etcétera. Cuando no se burlan de ella, los hombres blancos la atacan físicamente, las mujeres blancas contra quienes se la contrapone son rubias atractivas estereotípicas…”. La ficción (en el cine y en la tele) ha estado plagada de mujeres negras retratadas como objetos sexuales, prostitutas, o también “como figura maternal y gruñona y oronda. Incluso las series que incorporan entre el reparto a niñas negras las retratan acorde con estereotipos negativos.
En el cine, continua la autora, tampoco han salido mejor paradas. “Las imágenes positivas de la mujer negra suelen ser las que la retratan como una figura maternal, religiosa y sufridora cuyos atributos mas entrañables son su capacidad de sacrifico y su abnegación hacia sus seres queridos. Los prototipos de la mujer negra aceptable son una mujer asexual, oronda, regañona pero tierna. La matriarca negra es un personaje folclórico”. Esas imágenes de mujeres negras, junto a todas las negativas, “se graban en las psiques de todos los estadounidenses, madres y padres negros incluidos, y mina la autoestima de las chicas negras”, escribió hooks en 1981.
Deja claro hooks que, a lo largo de la historia, las mujeres negras tuvieron enemigos siniestros, insólitos, como la propia mujer blanca, el propio colectivo feminista, que las tuvo en cuenta demasiado tarde, y casi siempre mal. El libro puso patas arriba, además de consideraciones sobre el racismo estructural, mis certezas sobre la bondad universal y sin fisuras de la lucha feminista. Según la propia bell, fue su madre, la relación con ella, la que inspiró este libro, que su madre ya no pudo leer.
“No pasa un día en que no piense en ella y en todas las mujeres negras como ella que, sin un movimiento político que las apuntalara ni teoría alguna sobre cómo ser feministas proporcionaron claves prácticas para la liberación y ofrecieron a las generaciones que las sucedieron el regalo de la elección, la libertad y la plenitud mental, corporal y esencial”.
La editorial Consonni, que elige con mimo historias fundamentales vinculadas al feminismo, apostó por bell hooks porque se ajustaba perfectamente a su ideario: es una voz de mujer feminista que nos hace cuestionarnos el mundo en el que vivimos. Desde la editorial destacan también su reflexión interseccional. “En ¿Acaso no soy yo una mujer?, hooks aborda el impacto histórico del sexismo y el racismo en las mujeres negras. Decidimos publicarlo porque nos parecía (y nos sigue pareciendo) necesario recuperar este tipo de ensayos. Parte de nuestro grupo asesor nos habló de bell hooks y de lo poco que se había traducido hasta entonces. A pesar de ser un libro de 1981, creemos que el discurso sigue vigente y su definición del feminismo marca y seguirá marcando el camino. «… yo opto por reapropiarme del término «feminismo» para subrayar que ser «feminista», en la verdadera acepción de la palabra, es desear la liberación de los roles de género sexistas, la dominación y la opresión para todas las personas». Es muy importante rescatar voces que desarrollan narrativas que nos ayudan a imaginar colectivamente un mundo con más sentido”, me contaban ayer desde la dirección editorial, un colectivo por cierto compuesto íntegramente por mujeres.
Aprender a desobedecer
Su muerte me pilló el miércoles con el libro Enseñar a transgredir, la educación como práctica de la libertad (Capitán Swing) recién acabado de leer. Lo había escrito en 1994, adelantándose otra vez a todo y, como la insurgente que siempre fue, inaugurando, quizá sin saberlo, una senda por la que se ha transitado mucho desde entonces: los escritos, las teorías críticas que animan a desobedecer cuando las órdenes no son buenas, ni correctas, ni sensatas, o simplemente están anticuadas. Del libro dijo entonces el pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire (que fue un referente para bell) que “cualquiera que esté interesado en la educación debería leer este libro”. ¿Y eso por qué? Lo explican los editores de Capitan Swing, esa editorial con una clarísima voz propia, que acaba de editar este libro: “Creemos que Enseñar a transgredir alimenta de forma original el debate educativo actual donde los aspectos metodológicos han sido vaciados de contenido, y trata con especial interés las cuestiones más estructurales de la pedagogía y la educación que son las que afectan al día a día en el aula”
bell es y fue, ya está claro, una autora feminista de referencia. Y su trabajo como escritora y profesora ha sido fundamental. En sus obras queda claro un concepto: hay que tener una siempre una visión intereseccional de clase, de cuestión racial y de género, para cualquier análisis. “Estos eran los ejes fundamentales en la perpetuación de los sistemas de opresión. Sus textos son un legado imprescindible para entender nuestra realidad desde una visión inclusiva y critica, por eso la editamos”, dicen desde la editorial.
El libro cuenta su experiencia como docente en primera persona y da varias claves: si no enseñamos bien, si no cambiamos las normas, si el maestro no logra su objetivo más importante, que es enseñar a los estudiantes a transgredir los limites sexuales, raciales, de clase, para lograr el regalo de la libertad, estamos destinados al desastre como colectivo. Con su optimismo radical invita a los docentes de todo tipo a una apuesta igual de radical por la pedagogía comprometida:
“Yo he buscado maestros y maestras en todas las áreas de mi vida que me desafiaran mas allá de lo que yo podría escoger para mi misma y que dentro de ese desafío me permitieran un espacio de apertura radical donde fuera de verdad libre de elegir, capar de aprender y de crecer sin limites”
Ojalá todos los maestros sean así.
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