Pekín, un cóctel de medidas de emergencia y a largo plazo
En enero, Pekín ha sufrido niveles de contaminación récord. La capital tenía un nivel de partículas finas 40 veces superior al límite de la OMS
Durante el mes de enero, Pekín ha sufrido niveles de contaminación récord calificados de peligrosos, lo que ha obligado en varias ocasiones a las autoridades a tomar medidas de emergencia, como paralizar la actividad en un centenar de fábricas, retirar de la circulación el 30% de los vehículos oficiales, suspender las actividades escolares en el exterior e instar a la población a que no salga a la calle salvo que sea totalmente necesario.
El pasado día 12, la capital alcanzó en algunas zonas una densidad de partículas finas o PM2,5 unas 40 veces superior al límite de seguridad recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Las partículas PM2,5 -las que tienen 2,5 micras o menos de diámetro- son las más dañinas para la salud, ya que pueden penetrar fácilmente en los pulmones.
Esta semana, la ciudad ha estado de nuevo envuelta en una densa nube tóxica, mezcla de niebla, contaminantes y polvo, y ha vuelto a superar el índice máximo que contemplan los gráficos. Las medidas de urgencia adoptadas han contribuido a reducir algo la polución, pero la continuidad de la emisión de contaminantes y las condiciones meteorológicas han mantenido el aire como "muy dañino", según los datos de la embajada de Estados Unidos en Pekín; hasta que el viernes el viento barrió por fin el manto tóxico.
La capital alcanzó en algunas zonas una densidad de partículas finas, unas 40 veces superior al límite recomendado por la OMS
La contaminación es un problema crónico en la capital. De cara a los Juegos Olímpicos de 2008, el Gobierno retiró de la circulación miles de autobuses y taxis antiguos, se sacaron de la ciudad algunas fábricas y en algunos barrios fueron sustituidas las calderas de carbón por otras de gas. Pero los avances que se produjeron entonces han sido agostados por la fuerte actividad de las fábricas y centrales térmicas de carbón situadas en Pekín y las provincias vecinas, y el continuo crecimiento del parque automovilístico. En la actualidad, hay 5,2 millones de vehículos en la capital, frente a 3,13 millones a principios de 2008.
Pekín implantó en 2011 un sistema de sorteo de matrículas para limitar el flujo de coches que llegan a las calles. Aunque el parque automovilístico es bastante moderno, existen muchos vehículos obsoletos y contaminantes. De ahí, que el recién nombrado alcalde de la capital, Wang Anshan, haya asegurado que este año serán retirados 180.000, se controlará el "excesivo" crecimiento de las ventas de coches y se promoverán las energías limpias en los automóviles oficiales. A partir del 1 de febrero, los vehículos de nueva matriculación deberán cumplir una norma de emisiones más estricta. También se estudia prohibir la construcción de nuevas fábricas de cemento y plantas siderúrgicas en la municipalidad.
La principal fuente de contaminación son las centrales térmicas, fábricas e instalaciones que queman carbón para generar energía, y Wang ha afirmado que se sustituirán los sistemas de calefacción y las calderas de carbón de 44.000 viviendas antiguas. Pekín se ha fijado como objetivo reducir un 2% la densidad de los mayores contaminantes atmosféricos este año. Además, impulsará "el uso de nuevas tecnologías y productos que ahorran energía", y reforestará un área de 66.000 hectáreas en los próximos cinco años.
Pero limpiar el aire de la capital será difícil, porque gran parte de la contaminación procede de las provincias vecinas, donde se encuentran muchas de las acerías del país, la mayor parte de las cuales quema carbón. A largo plazo, la solución pasa, según los expertos, por reducir la dependencia del carbón y los combustibles fósiles y bascular hacia un modelo de desarrollo sostenible, que dé menos prioridad al crecimiento rápido y más al medioambiente.
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