Los rastreadores son los infectados
La conversación con mi doctora fue rápida: “¿Tiene síntomas? ¿No? Pues 14 días sin salir y, si nada cambia, ya está”
Me lo notificaron por teléfono: positiva. Me había hecho la prueba en un centro de atención primaria, por necesidades que no vienen al caso y aunque me encontraba perfectamente. Y mira tú por dónde. “En su centro habitual le dirán cómo proceder”.
Avisé a mi pareja, médica. Habíamos estado en Asturias, luego yo había ido a Madrid y Barcelona, finalmente, nos habíamos encontrado en Madrid... Los rastreadores tendrían tarea, nuestra obligación era simplificársela.
La conversación con mi doctora fue rápida: “¿Tiene síntomas? ¿No? Pues 14 días sin salir y, si nada cambia, ya está”. ¿Ya está? ¿Sin repetir control? Siendo asintomática, cabía la posibilidad de que hubieran detectado al bicho cuando ya pensaba en abandonarme… o de que, pasada la cuarentena, se encontrara a gusto y no quisiera dejarme. “14 días. Y ya”.
Lo de mi pareja fue más arduo. Lógicamente, le imponían el aislamiento; pero, quizá no tan lógicamente, se resistían a hacerle la prueba. Ella insistió, si no era positiva, casi podíamos descartar Asturias como lugar del contagio. “Vaaaaale”, acabaron cediendo.
La siguiente batalla fue convencer a quien llamó para darle la cita de que era importante realizarla pronto, esa misma tarde. “Es que nosotros no la mandaremos a analizar hasta mañana al mediodía”. Ya, porfiaba ella, pero cuando den el resultado, el positivo corresponde al día en el que toman la muestra, y dado que en Asturias solo hacen PCR a los contactos de menos de 48 horas... “Vaaaaale”. Llegados a ese punto, osó preguntar: ¿Llamará un rastreador? Y vinimos a descubrir que los rastreadores éramos nosotras.
Así que telefoneamos a Barcelona, donde nuestros allegados fueron convocados rápidamente. Si les salía negativa, tendrían que quedarse en casa 14 días. ¿Si daba positiva? Entonces, dos semanas.
Y llamamos a Asturias, a familiares, amigos, y a dos restaurantes. En ambos nos aseguraron que avisarían a los comensales con los que habíamos coincidido y a los responsables locales de salud. Lo que corresponde, vamos.
Entre la gente con la que habíamos estado hubo de todo: quien llamó a su centro y obtuvo cita; quien, a falta de cita, se pagó la prueba de su bolsillo. Llamativo es el caso de dos amigas que, además de serlo, son vecinas de rellano y trabajan juntas; las dos marcaron el número habilitado por el Principado para la pandemia y explicaron la misma historia. Pues bien, a una le recomendaron que siguiera con su vida y a la otra, que se confinara. Chocante.
Añado dos elementos para el desconcierto.
Confieso que no supimos cómo avisar a Renfe, a pesar de que utilizamos sus servicios en vísperas de nuestros positivos; ni interpelándoles por Twitter.
Por otro lado, aunque la app Radar Covid no estaba operativa en Madrid, dado que la Comunidad había anunciado que se incorporaba al sistema, preguntamos a nuestra doctora si podía facilitarnos el código de diagnóstico.
—¿Es la aplicación gubernamental, la que ha hecho el Gobierno? No lo sé, y el que es experto en este tipo de cosas se ha ido a hacer avisos. La llamará.
Hasta hoy. Por si mi nimia peripecia los preocupa, sepan que estoy bien. Las dos lo estamos. Encerradas, pero bien. Decepcionadas con el sistema, pero bien.
Eva Orúe es periodista.
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Descárguese la aplicación de rastreo para España
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.