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El Abad de Montserrat recoge la medalla de oro del Parlament sin mencionar a las víctimas de pederastia: “A lo largo de mil años también se cometen errores”

Una decena de personas protesta frente a la Cámara catalana contra el reconocimiento a la congregación: “Es una violación simbólica y una forma de volver a victimizarnos”

El abad de Montserrat, Manel Gash, recibe la Medalla de Oro del Parlament, este martes en presencia de presidente del Parlament, Josep Rull.
El abad de Montserrat, Manel Gash, recibe la Medalla de Oro del Parlament, este martes en presencia de presidente del Parlament, Josep Rull.Gianluca Battista

No fue una catarsis ni seguramente puso el contador a cero, pero las palabras del Abad de Montserrat al recoger la Medalla de Oro del Parlament de Catalunya se dirigieron indirectamente a las víctimas de pederastia que denuncian desde hace tiempo la impunidad de los abusos en la Iglesia. “A lo largo de mil años también se cometen errores. Pero todo ayuda a crecer si se reconoce y se acepta con sinceridad”, planteó en el inicio de su discurso, cargado de contenido social, político e histórico en el inicio de la celebración del milenario de la congregación. Fuera de la sede de la Cámara, un grupo de personas se congregaron contra el reconocimiento a la Abadía. Una comisión independiente que elaboró un informe solicitado por Montserrat concluyó que el monje Andreu Soler, ya fallecido, fue un “depredador sexual y pederasta” que abusó al menos de 12 víctimas durante tres décadas.

A pesar de no pedir disculpas ni mencionar a las víctimas directamente, el padre Manel Gasch asumió se que habían cometido errores. “En estos mil años, ¿Cuántas cosas no habrán pasado que se podrían haber hecho mejor?”, se preguntó. “Algunas las sabemos, las hemos reconocido y procuramos repararlas cada día. Otras, no las sabemos y habrán quedado enterradas en este día a día que representa el paso del tiempo”, prosiguió. Precisamente por los “errores” cometidos durante estos mil años, el Abad agradeció el premio “con humildad”. El anterior abad de Montserrat pidió perdón en 2019 por los abusos cometidos por Soler.

Ante todas las principales autoridades de la comunidad, el Abad defendió su legado, que vinculó al catalanismo y la democracia. “El Parlament nos concede esta medalla por los frutos que nuestra estabilidad benedictina han dado al país. Estamos arraigados a una tierra por nuestra sensibilidad social y política, especialmente cuando hay que defender la democracia, entendida como la libertad del pueblo para elegir el poder y el futuro que quiera escoger”, ha reivindicado.

Convertido en destino de peregrinaje de muchos políticos catalanes [el president Quim Torra incluso realizó en 2018 allí una ayuno de 48 horas en solidaridad con los políticos catalanes en prisión], Montserrat está considerado como uno de los grandes iconos de catalanismo. “La misión de los mil años es comprender qué pide nuestra gente, toda. La fe puede ser también una herramienta de integración lingüística y cultural. Es nuestra apuesta a día de hoy”, señaló. Y mandó un mensaje de integración, en pleno auge de los debates migratorios. “Somos un referente abierto que recibe a casi un millón y medio de visitantes. La identidad nunca está enfrentada a la capacidad de acoger”.

El padre Gasch defendió que las instituciones deben “escuchar la voz de nuestro pueblo”, y señaló que solo en esta voz “reside la legitimidad de cualquier ley”. “Ahora no nos referimos a Dios como la base del derecho [como antes]. El fundamento del derecho reside en el derechos humanos que compartimos”, defendió.

Protesta de las víctimas

Los accesos al Parlament estuvieron blindados desde las 15.00 horas ante la presencia de una decena de manifestantes a las afueras. A ellos se han sumado Miguel Hurtado y Jordi de la Mata, ambos víctimas de abusos sexuales por parte de la Iglesia. Hurtado fue el primer denunciante en 2019 del caso de pederastia de la Abadía de Montserrat y De la Mata el primero del caso de los Jesuitas, además de ser el protagonista de La Fugida, un documental que retrata la impunidad de los delitos de abusos sexuales de dos sacerdotes jesuitas.

Protesta de víctimas de abusos sexuales en la Iglesia, a las puertas del Parlament este martes.
Protesta de víctimas de abusos sexuales en la Iglesia, a las puertas del Parlament este martes. Gianluca Battista

“La entrega de esta medalla es una violación simbólica, una forma de volver a victimizarnos. La Generalitat está encubriendo al sacerdote Andreu Soler, un depredador sexual que abusó de al menos 12 menores durante tres décadas”, ha señalado Hurtado. El escándalo de Soler no salió a la luz hasta 2019, cuando Hurtado reveló el caso públicamente. Tanto Hurtado y De la Mata han criticado que el Estado no dispone de programas de reparación para las víctimas. “Cuando nos llegan casos de abusos no sabemos dónde derivarlos porque no hay recursos. Las indemnizaciones no se pueden cobrar porque todo está prescrito, tanto por la vía civil y la vía penal”, han concluido.

Al término de las intervenciones, ambos se han fundido en un emotivo abrazo con el puño alzado en solidaridad con todas las víctimas de pederastia. Minutos más tarde han protagonizado una cacerolada que ha coincidido con la llegada del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, acompañado del presidente de la Mesa del Parlament, Josep Rull, para la tradicional izada de la senyera.

El acto no ha contado con la presencia de los Comuns por considerar que la institución eclesiástica “ha callado ante los abusos y no ha reparado en las víctimas”. La formación liderada por Jessica Albiach, a través de un comunicado previo a la celebración del acto, ha reclamado que se vuelva a constituir la Comisión de Abusos de la Iglesia.

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