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Ennoblecer el flamenco

Paco de Lucía ha ampliado el registro de ese arte, ha abierto ventanas por donde otros deben respirar, tratando de que el flamenco sea algo vivo

Paco de Lucía retratado por Carlos Saura.
Paco de Lucía retratado por Carlos Saura.

Los grandes intérpretes se hacen en edades tempranas y solo con los años adquieren el poso necesario. Paco aprendió a tocar la guitarra de niño en una familia en donde se cultivaba el instrumento y rodeado de amantes del flamenco. No es de extrañar que como tantos grandes músicos, compositores e intérpretes comenzara su andadura a través de las enseñanzas familiares y en un caldo de cultivo privilegiado para el menester que iba a ser su profesión de por vida. Así, compositores e intérpretes suelen comenzar el aprendizaje a temprana edad. Se dice que la música, como las matemáticas o la física, son conocimientos que se adquieren cuando el cerebro todavía conserva una permeabilidad que más tarde perdemos.

Conocí a Paco de Lucía a través de Antonio Gades para que interviniera en nuestra película Carmen. Lo que más me impresionó de él fue que retomó de la ópera un fragmento conocido y enseguida lo aflamencó y lo hizo suyo con esa facilidad que tenía para la improvisación, algo que luego desarrolló siempre con talento.

Para hacer, interpretar música, tocar la guitarra como lo hacía Paco, no basta con valer para ello sino que son necesarias horas y horas de trabajo y una buena dosis de capacidad de sacrificio. Lo sé de buena tinta porque mi madre, que fue pianista profesional, decía que si un día dejaba de tocar, lo notaba en la digitalización al día siguiente.

La música, que tanta satisfacción procura a quien la interpreta y a los oyentes que la escuchan, es esclava de la perfección, y la única manera de conseguirla es con el continuo ejercicio. Es cierto que el mundo del flamenco difiere de la música clásica y permite una mayor libertad de interpretación, y un guitarrista tan creativo como Paco con frecuencia desarrollaba sus propias versiones de los palos flamencos, añadiendo material de su cosecha.

Que yo sepa Paco no leía una partitura musical, no le hacía falta, aunque quizá con ello hubiera tomado otros derroteros, como su compañero y famoso guitarrista Manolo Sanlúcar, aun así interpretó el Concierto de Aranjuez, del maestro Rodrigo —supongo que fue un desafío consigo mismo—. Lo hizo, en mi opinión, con una gran sabiduría y personalidad. Entonces los puristas vieron en la interpretación de Paco una intromisión en caminos en donde la música se hace de otra manera: se aprende y se estudia en los conservatorios.

En aquellos años de Carmen y más tarde en las películas que sobre flamenco hicimos juntos, Paco fue creciendo como artista y como persona, se le veía más y más centrado, más recogido, más aislado: siempre tuve la sensación de que, a pesar del bullicioso mundo que suele acompañar al flamenco, aquellos que sobresalen se aíslan y solo a fuerza de tesón, trabajo y sabiduría consiguen descollar en un mundo competitivo en donde por suerte siempre ha habido y hay grandes virtuosos.

He visto a Antonio Gades ensayar hasta la extenuación, y lo mismo a Cristina Hoyos, a Sara Baras y a tantos otros cantaores, guitarristas y bailaores que han hecho que hoy el flamenco sea respetado en todo el mundo.

Paco de Lucía ha ennoblecido el flamenco, ha ampliado su registro, ha abierto ventanas por donde otros deben respirar, tratando de que el flamenco sea algo vivo y no la mortaja que algunos ortodoxos le quieren imponer.

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