Canaletes, ahora sí, un fiestón
La afición 'culé' abarrota la fuente por tercera vez en 11 días, esta vez para celebrar un título
-Que gane el peor, ¿no? Porque vosotros sois mejores.
-Si yo fuera imparcial, querría que ganaseis vosotros.
La escena, entre dos seguidores, del Athletic y del Barcelona, uno de cada bando en perfecta armonía, se dio en unos servicios del estadio de Mestalla. Faltaban unos minutos para que arrancase en Valencia la final de la Copa del Rey. Los dos aficionados, uno al lado del otro, se desearon suerte... A su manera. Con cierto estilo.
Una marea rojiblanca tomó Mestalla como horas antes había tomado la ciudad de Valencia. Claro que aquello de ser mayoría en el estadio generó más polémica que el hecho de que miles de vascos ocuparan el antiguo cauce del Turia, pues habían viajado sin entrada. El Barcelona protestó por lo que consideró un trato desigual en el reparto de entradas para ambos clubes: tres cuartas partes del estadio estaban ocupadas por el Athletic.
Los festejos se extendieron desde la Rambla hasta la plaza de Catalunya
Tanto las aficiones como los jugadores rivales se aplaudieron en Mestalla
Y como había ganado, justamente o no, la batalla del color y del ruido en las gradas, también pegó primero el Athletic. Nueve minutos de juego y la locura tomó Mestalla: "¡Que bote San Mamés!", gritaban.
Los rojiblancos se habían pasado el día acobardando a los culés con sus cánticos, pues eran más, muchos miles más. Tanto que, en ocasiones, parecía que el Barça estuviera jugando en San Mamés. Pero los azulgrana no se acobardaron. Despertó Touré a la afición azulgrana con su gol y a la del Athletic con un corte de mangas por el que Eto'o tuvo que pedir perdón.
La tensión mudó en júbilo cuando Messi, tras el segundo, se marchó a una esquina a jalear a sus seguidores. Estaban desbocados, como el fútbol del Barça, que tuvo premio; como también lo tuvo Bojan, que hizo el tercero. Los azulgrana acariciaban el título. Y los rojiblancos lo perdían de vista. La desesperación se apoderó del algún aficionado, que lanzó un bote ante un saque de banda de Alves. Acertó. Pero los seguidores del Athletic, en un gesto que les honra, señalaron al culpable. No tardaron más de unos minutos en localizarlo y expulsarlo del campo.
Desde entonces, triunfó sólo el fútbol. Como cuando, al despedir a Xavi todo Mestalla coreó su nombre y aplaudió. Sí, todo, también, los seguidores del Athletic aplaudieron. Como también siguieron coreando el nombre de su equipo, pese a la derrota.
Y por tercera vez en 11 días Canaletes, en la Rambla de Barcelona, volvió a ser un fiestón. Y esta vez con un título en el bolsillo. Ya no se trataba de celebrar la goleada del Bernabeu ni el pase a la final de la Champions después de ganar al Chelsea. Esta vez había caído la Copa del Rey. Quizás precavidos después del chasco del domingo -cuando el Barcelona empató en el Camp Nou y no pudo celebrar la Liga en casa-, y porque la emisión en pantalla gigante no comenzó hasta la segunda parte, apenas cuatro gatos se concentraron en la plaza de Catalunya durante el primer tiempo.
La céntrica plaza comenzó a animarse a partir del gol de Messi en el minuto nueve del segundo tiempo. Ya no paró de llegar gente y más gente. Y de ahí, a Canaletas, a sólo unos metros. La plaza concentró una divertida amalgama de culés, desde chavales muy jóvenes o una abuela ataviada con parafernalia azulgrana de pies a cabeza, hasta empleados de traje y corbata -¿salían a esa hora del trabajo?-, pasando por muchos, muchísimos, turistas que se apuntaron a la fiesta.
Cantaban el himno del club, gritaban "Campeones", y coreaban aquello de "Eo, eo, eo, esto es un chorreo" o el tradicional "Visca el Barça i visca Catalunya".
Por otro lado, la derrota del Athletic puso final al sueño rojiblanco en la Copa del Rey. Sin embargo, miles de bilbaínos seguían en la calle con una fiesta que comenzó mucho antes de que Medina Cantalejo pitase el final. Más de 40.000 seguidores del club vizcaíno llenaron San Mamés desde las 19.30, para animar a su equipo desde la distancia. "Si gritan así ahora, cuando empiece el partido van a estar afónicos", aventuraba un periodista. Se equivocaba.
El rugido atronador que apoyaba a los leones sólo cedió un segundo, poco después de que se pitase el inicio del encuentro. San Mamés explotó de júbilo cuando las pantallas conectaron con Mestalla y mostraron como primera imagen las gradas ocupadas por los aficionados bilbaínos. De repente, 700 kilómetros no eran nada. Sin embargo, aquel estallido no fue nada con lo que provocó el tempranero gol de Toquero. La Catedral se vino abajo. Bilbao entero se vino abajo al grito de "¡Ari ari ari, Toquero lehendakari!".
Abucheos al himno español, versión censurada y disculpas de TVE
No hicieron distinciones las aficiones cuando empezó a sonar el himno de España, que fue recibido con una sonora pitada por parte de unos y de otros. Momento, por cierto, que La Primera de TVE aprovechó para conectar con San Mamés, donde se habían reunido miles de seguidores del Athletic, y que no fue ofrecido a los telespectadores. No en vano, la Policía había retirado del estadio una pancarta con el lema "Somos naciones de Europa. Adiós España". Aunque, sin mayores incidentes, arrancó el espectáculo en el campo, más allá de que se pudieran ver algunas banderas independentistas en la zona del gol norte del campo de Mestalla, donde estaban ubicados los seguidores del Barcelona.
Nada de esto ocurrió para Televisión Española. En el momento en el que los Reyes llegaban al palco, que coincidió con el inicio del himno nacional, los aficionados comenzaron a silbar y la cadena conectó con San Mamés. La cadena se disculpó en el descanso mediante un comunicado: "Por un error humano el himno nacional no se ofreció en directo antes del comienzo del partido de Mestalla entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao. Dicho fallo se intentó subsanar emitiéndolo íntegramente en el descanso. La dirección de TVE pide disculpas por este hecho".
Mientras los dos equipos aguardaban la segunda parte en el vestuario, la cadena emitió una versión censurada del himno, con los pitidos de los díscolos eliminados y aderezada con imágenes de algunos hinchas respetuosos.
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