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Los desplazados del Catatumbo huyen aterrorizados a Cúcuta: “Se van a meter casa por casa”

Más de 32.000 personas han huido de los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las FARC en la frontera entre Colombia y Venezuela

Personas desplazadas del Catatumbo llegan Estadio General Santander en la ciudad colombiana de Cúcuta.
Personas desplazadas del Catatumbo llegan Estadio General Santander en la ciudad colombiana de Cúcuta.Ferley Ospina
Santiago Torrado

La guerra sin tregua en el Catatumbo se desborda a Cúcuta, en un éxodo de enormes proporciones cerca a la frontera de Colombia con Venezuela. “¿Sabe por qué me vine? Porque anoche dijeron que se van a meter casa por casa. Por eso me vine”, dice vehemente Luz Marina, una mujer menuda de 30 años, recién llegada de Tibú. Conversa con sus paisanas en las tribunas del Estadio General Santander, el lugar que ha dispuesto la Alcaldía para atender a los desplazados que no dejan de llegar por miles a la capital del Norte de Santander. Comunidades enteras huyen del fuego cruzado. La región se desangra después de la feroz arremetida de la guerrilla del ELN, que se enfrenta en la frontera a una facción de las disidencias de las extintas FARC.

Cuando salió de la finca donde vive, con su esposo electricista y sus hijos de 11, 10 y 7 años, se cruzaron con 20 guerrilleros armados hasta los dientes. Los detuvieron. “Hasta aquí fue, pensé yo”, relata la mujer que prefiere reservarse su apellido, como muchos de los desplazados que aceptan hablar. Mientras los pequeños saltan en las gradas, a su celular llegan imágenes de cadáveres apilados que nadie se atreve a recoger. La familia pudo seguir tras alegar que son civiles. Pasaron esa noche en un rancho cerca del pueblo, pero no pudieron dormir ante el temor de que los armados también llegaran hasta allí. Siguieron a Cúcuta, y no tienen claro donde se van a quedar. “Primero la vida. Yo no quiero regresar hasta que no se acabe todo”, dice con los ojos encharcados. “El que lo vive es el que lo siente”.

El drama crece cada día. La defensora del Pueblo de Colombia, Iris Marín, ha elevado el número de desplazados por la violencia en el Catatumbo a más de 32.000 personas. Casi la mitad de ellas ha llegado a Cúcuta, donde se encuentran más de 15.000 ya censadas. Otras 11.000 huyeron en el otro sentido, hacia el occidente, a Ocaña, 5.300 más están en el casco urbano de Tibú y grupos más pequeños en otros municipios. Muchas comunidades siguen confinadas, mientras que la fuerza pública, con el apoyo de Naciones Unidas, mantiene las operaciones para sacar a personas que se encuentran en riesgo extremo. Van más de 435 “evacuaciones”, según las cifras del Ministerio de Defensa. Al menos seis firmantes de paz han sido asesinados. Las comunidades indígenas de la zona, Yukpa y Barí, están en riesgo de desplazamiento.

Vista del Estadio General Santander donde se albergan las personas desplazadas por la violencia en la zona del Catatumbo.
Vista del Estadio General Santander donde se albergan las personas desplazadas por la violencia en la zona del Catatumbo.Ferley Ospina

A falta de precisar el número de muertos, al menos 60, el presidente Gustavo Petro se ha referido a la tragedia humanitaria como un “fracaso de la nación” y “uno de los hechos más dramáticos” en la historia contemporánea del país. La ofensiva también lo llevó a suspender los diálogos con la última guerrilla en armas: “El ELN tomó el camino de la guerra y guerra tendrá”.

Las víctimas se enfrentan a decisiones imposibles. Los grupos armados están reclutando menores de edad en el Catatumbo. Ese es su principal temor, relata en la fila para recibir un sancocho Jazmín, una ama de casa de 35 años y la piel tostada por el sol, madre de cuatro. Llegó el lunes desde la zona rural de Tibú, donde dejaron abandonadas sus gallinas. En los alrededores de su finca hubo masacres, pero prefiere no ahondar en los detalles. Con su esposo, que trabaja en el campo, hicieron las tres horas de carretera en una pequeña moto prestada, sin matrículas, con sus dos hijos menores, de 10 y 6 años, que la acompañan en el estadio. Rompieron un par de camisetas blancas para usarlas como banderas en una caravana que les permitiera llegar a Cúcuta, una postal que se ha repetido a lo largo de la última semana. “En la carretera lo pueden a uno matar. Si uno se pone a pelear, lo matan y lo dejan ahí tirado”, se desahoga. “El estudio ahora no se puede, tenemos es que salvar la vida de nuestros hijos”. La emergencia ha dejado a 46.000 niñas, niñas y adolescentes desescolarizados, advierte la ONU.

Tres mujeres desplazadas esperan a las afueras del estadio General Santander, el 21 de enero.
Tres mujeres desplazadas esperan a las afueras del estadio General Santander, el 21 de enero.

Por el celular, con un poncho al hombro, Jazmín recibe noticias de su vereda. Dice que las disidencias están “quietas” por cuenta de que siguen sentadas en la mesa de negociación con el Gobierno, pero en cualquier momento van a estallar nuevos enfrentamientos. Dejaron a los dos hijos mayores, de 13 y 16 años, resguardados al cuidado de una tía en Tibú. También a dos perros pinscher, “que son como si fueran otros dos hijos”. El papá tiene pendiente regresar a recogerlos, pero en la tribuna le llega un audio de líderes comunitarios, que se riega como pólvora, en el que les transmiten un mensaje de los armados. Prohíben transitar por las vías desde las 6.00 de la tarde hasta las 6.00 de la mañana. “Le toca a uno como buen campesino: aguantar, y esperar”.

En el corregimiento de La Gabarra escucharon desde el jueves los disparos de fusil, sin saber a dónde correr, cuenta Tatiana, de 27 años, mientras sostiene a su bebe de nueve meses en los brazos. Relata la angustia de saber que entre los muertos había conocidos. “Ahí empezó todo: la zozobra, el temor de salir, de estar hasta en la casa”. Solo hasta el domingo vencieron el miedo de quedar atrapados en un enfrentamiento y se decidieron a moverse. En la finca dejaron abandonadas gallinas, cerdos y mulas. Llegaron a Cúcuta en una caravana de motos, con toda la familia. “Para nadie es un secreto que uno vive allá de la coca”, contesta sin rodeos. En el Catatumbo se concentran más de 30.000 hectáreas de hoja de coca, la materia prima de la cocaína. “Los grupos armados se hacían sentir, pero nunca se habían metido con nosotros”, apunta. La Gabarra es recordada por una masacre perpetrada por grupos paramilitares en 1999, cuando ella apenas tenía un año. Sus padres tienen ese episodio muy presente y se llenaron de miedo. “Uno no debe nada, pero pagan los inocentes”, se lamenta.

Cúcuta debate levantar albergues para los desplazados

“Nadie ha dormido en la calle, ni ha tenido la necesidad de pasar la noche en un parque”, afirma el alcalde de Cúcuta, Jorge Acevedo, desde el Estadio General Santander, convertido en centro de atención para los desplazados. A pesar de la solidaridad que se ha dejado sentir, concede que la capacidad de respuesta ya se encuentra al límite. La mayoría se quedan con parientes y conocidos. En un primer momento, la Alcaldía acudió a la capacidad hotelera para atenderlos, pero muy pronto rebasaron todas sus previsiones. Los hoteles del resto de la región metropolitana acudieron en apoyo. A partir de esta semana, se estudia la necesidad de levantar albergues. “Lo que viene es sostener las ayudas para 15.000 personas”, advierte el alcalde.

La Unidad para las Víctimas también ha hecho presencia en los demás municipios que están recibiendo desplazados. “Los testimonios son desgarradores. La gente ha tenido que salir huyendo, en la historia reciente no habíamos visto algo como esto”,  valora su directora, Lilia Solano, luego una visita a Ocaña junto al gobernador de Norte de Santander, William Villamizar. Advierte que vienen otros pasos como organizar la ayuda psicosocial. “Hay gente absolutamente traumatizada, con cada nuevo hecho rememora todo el pánico que vivió”.  Todas las autoridades coinciden en la urgencia de permitir que la gente regrese en condiciones dignas. “En los próximos días, se trabajará por restablecer la seguridad para que la población con arraigo en el Catatumbo pueda retornar a sus hogares”, prometió este miércoles el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, como primer punto para enfrentar la crisis.


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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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