Glencore anuncia un recorte del 50% en la producción de la mina de carbón más grande de América Latina
La operación en El Cerrejón se reducirá debido a los cambios en las prioridades del comercio mundial y el alto costo de los fletes


El ciclo virtuoso del negocio carbonero en el mundo parece haber tocado fin. Tras casi 20 años de beneficios millonarios, espoleados desde China, la industria ajusta su táctica de cara a una nueva fase de repliegue. El Cerrejón, una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo, situada al extremo norte de Colombia, anunció el lunes que comenzará a reducir su producción. El comunicado de Glencore, la multinacional suiza a cargo de la operación y explotación del yacimiento hasta 2034, señala que el recorte será de entre 5 y 10 millones de toneladas del mineral al año, alrededor de la mitad de su producción actual.
La minera suiza ha señalado que tras la decisión se hallan “los precios insostenibles del carbón térmico transportado por vía marítima”. Se trata de un giro radical en la marcha del negocio. Más aún, si se tiene en cuenta que poco antes de la pandemia había sellado un acuerdo con sus socios, BHP y Anglo American Gold, para hacerse con el 33,3% de las acciones sumadas de estos últimos en la mina y consolidar el control del proyecto en La Guajira, un departamento desértico y azotado por la corrupción y la pobreza. Poco después, la invasión rusa a Ucrania disparó los precios del mineral.
Los países europeos necesitaban un plan B para sortear el bloqueo de gas ruso. De esta forma, el capítulo carbonero de Glencore sumaba la mitad de las ganancias de la empresa con sede en la desapacible ciudad de Baar (Suiza). Las sorpresas, sin embargo, no tardaron en llegar. En Colombia, superada la crisis sanitaria, los gremios energéticos han enfrentado todo tipo de obstáculos y cuestionamientos por parte de la Administración del presidente Petro. Un escenario inédito. Guiado, entre otras razones, por las políticas de transición a energías verdes o renovables del Ejecutivo.
Glencore, una compañía cuyos proyectos a nivel mundial han alcanzado en emisiones de CO2 el nivel total de muchos países, ha estado en la agenda del presidente. En los gremios mineros casi todos saben que el mandatario ha querido bloquear la expansión del yacimiento. El año pasado, además, dio un golpe contundente tras decretar el freno a las exportaciones de carbón a Israel, un cliente vital durante cuatro décadas.
Colombia era, de hecho, el mayor suministrador de carbón para la red eléctrica israelí. Glencore y la estadounidense Drummond, con operaciones en varias minas del norte del país, dominaban el 90% del negocio. Sin embargo, para algunos observadores la fiesta se acercaba a su fin. Según el experto en comercio internacional Joaquín Montes, “las exportaciones de carbón colombiano, que alcanzaron 64,5 millones de toneladas en 2024, deben comenzar a disminuir. Casi todo el mundo está abandonando el uso del carbón. Inglaterra, que fue el principal mercado para nuestro país, erradicó su uso hace dos años”, agrega.
La Asociación Colombiana de Minería ve las cosas de otro modo. Dice que la demanda global sigue creciendo, y que en 2024 llegó a un máximo histórico de 8.771 millones de toneladas: “Este crecimiento se concentra principalmente en los mercados asiáticos, donde Colombia tiene una participación significativa que debe proteger y fortalecer”. Un dato que le sirve a Montes para recordar que el carbón colombiano cada vez debe competir en puertos más lejanos.
“Cuando Inglaterra se enfocó en la obtención de fuentes 100% de energías renovables, tuvimos que buscar clientes en Turquía e Israel. Países que ya tienen sus procesos de transición con energía nuclear e instalaciones solares. Luego tratamos en India, pero ahí ya empieza a pesar mucho el precio del flete marítimo”, añade el experto. Entre enero y octubre de 2024, las exportaciones tuvieron una caída del 24% frente al mismo período de 2023. Y si, en promedio, el aporte del carbón al PIB entre 2016 y 2019 giró alrededor del 1,1%, el año pasado se redujo al 0,7%.
El Cerrejón, por su parte, aporta más de 12.000 empleos directos y el 45% del producto interno de La Guajira depende de su operación. La Asociación Colombiana de Minería pone sobre la mesa otros datos: el mineral contribuye con 40 billones de pesos al país en impuestos y regalías; genera 50.000 puestos de trabajo y mueve más de 8 billones de pesos en compras de bienes y servicios locales. No obstante, la cotización internacional de la tonelada en los mercados ya no atraviesa los días boyantes de principios de 2023.
Montes recuerda que hoy se transa a 60 u 80 dólares, cuando en 2023 rompía el techo de los 300 por tonelada. “A eso se suma otra complicación”, precisa el experto, “y es que en la zona del Índico y en Asia el principal proveedor es Australia, que tiene unas minas gigantescas. Entonces los carbones de Colombia deben pagar los fletes al menos hasta el Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), que es otro competidor”.
En resumen, los mercados son cada vez más difíciles. Y la posición colombiana no es estratégica, porque Europa, en opinión de Montes, desapareció. Los latinoamericanos, continúa, tampoco son importantes. Y las dos potencias, que son India y China, quedan muy lejos y en la ruta hacia sus puertos se atraviesan competidores muy grandes.
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