Bolsonaro defiende, ante miles de seguidores en Copacabana, que una elección sin él no será democrática
El Supremo decidirá a partir del 25 si acepta la denuncia y juzga al ultraderechista por liderar un intento de golpe de Estado contra Lula

El ultraderechista Jair Messias Bolsonaro, de 69 años, es el jefe indiscutido de la oposición en Brasil, aunque está inhabilitado para concurrir a las elecciones y a las puertas de que el Tribunal Supremo decida si acepta la denuncia y lo juzga por golpismo. “Unas elecciones sin Bolsonaro serían negar la democracia”, ha proclamado el capitán retirado ante miles de seguidores este domingo en la playa carioca de Copacabana en un clima de precalentamiento electoral. “Si soy tan malo, que me derroten”, ha retado a jueces y rivales el anterior mandatario con la vista puesta en las presidenciales de 2026. El mitin también ha servido para reclamar que los asaltantes de las instituciones en Brasilia queden libres, como los culpables de tomar el Capitolio, en Washington. Allí fue vía indulto presidencial, aquí ya tramitan una ley de amnistía.
Cuatro gobernadores, incluidos los de São Paulo y Río de Janeiro, han arropado a Bolsonaro, además de diputados y senadores, en la cuarta concentración multitudinaria que ha protagonizado desde que perdió las elecciones en 2022. El exmandatario llegó a pronosticar un millón de asistentes, pero la afluencia ha sido muy inferior y eso que en los últimos días desconvocaron los actos en otras ciudades para concentrarse en Río.
El ultra, que ha fagocitado a casi toda la derecha brasileña, vive uno de los peores momentos de su carrera política. La Fiscalía lo acusa de liderar un intento de golpe contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y otros delitos que pueden sumar 43 años de cárcel. Dentro de nueve días, el 25, una de las salas de Supremo empezará a deliberar si acepta la denuncia y lo sienta en el banquillo. Para la bolsonarista jubilada Isis Melo, las acusaciones son una patraña: “A Bolsonaro lo persiguen injustamente. No hubo ningún intento de golpe, nadie en su sano juicio se cree ese cuento. ¿Un golpe sin armas? ¿Sin el Ejército ayudando? Fue un montaje que hicieron para perjudicarnos”, decía en Copacabana bajo el calorazo matutino.
Es la tesis que Bolsonaro viene defendiendo. Este domingo ha vuelto a insistir en que, el día que miles de sus seguidores tomaron al asalto el corazón de la democracia brasileña, actuaban sin un líder y que, en cualquier caso, él estaba a miles de kilómetros, en Estados Unidos . Y ante sus seguidores ha prometido no huir. “No voy a salir de Brasil”, ha proclamado en un discurso en el que también ha dicho “voy a ser un problema para ellos [el Supremo], preso o muerto”. A sus más fieles les ha pedido: “Si me pasa algo, seguid luchando”.
La rotunda victoria de Trump es una potente inspiración para el bolsonarismo. El escenario estaba adornado con la foto del instante en que Trump sufrió un intento de asesinato y reaccionó al grito de “lucha, lucha, lucha” además de las banderas de Brasil, Estados Unidos e Israel.
Bolsonaro sigue actuando como si no estuviera inhabilitado hasta 2030 y tuviera el camino expedito para presentarse a las elecciones. “Tengo dudas si lo conseguirá o no”, decía junto a la playa más famosa de Brasil el jubilado Roberto Dias. Pero si lo logra, le votará porque “no fue corrupto, no robó e hizo cosas buenas para el país”. Si no, votará por quién diga el expresidente, sea Tarcisio de Freitas, gobernador de São Paulo, la esposa, Michelle Bolsonaro; el hijo Eduardo Bolsonaro…
Aunque Bolsonaro se ha quedado muy lejos de la exhibición de fuerza que buscaba, su adversario principal, el presidente Lula, está en un momento bajo con un apoyo del 24%, según el Datafolha más reciente, el peor dato de sus tres mandatos. Y el Partido de los Trabajadores está inmerso en una agria batalla para elegir presidente de la sigla.
El lema del mitin bolsonarista eran los llamados presos políticos, los condenados por el asalto del 8 de enero de 2023 en Brasilia. Para los jueces y medio Brasil, participaron en un intento de golpe; para el otro medio, aquello fue solo vandalismo. Más de 300 de los autores materiales han sido condenados a largas penas con afán explícito de disuadir a posibles emuladores futuros. Mientras el Supremo mira ahora a los acusados de liderar e instigar una trama golpista —Bolsonaro y otros 33 hombres, incluidos muchos otros militares—, el Congreso, donde los aliados de Bolsonaro son mayoría, ya tramita una ley para amnistiar a esos cientos bolsonaristas de a pie que cumplen penas.
“Estoy aquí, sobre todo por la amnistía, por la gente que está presa, la gente mayor sin antecedentes penales le están cayendo 17 años de cárcel, cuando la Justicia brasileña suelta a traficantes todos los días”, explicaba el empresario Vitor Moura. “Estamos luchando por Brasil, porque la economía se va a pique y aquí hay un señor que lo decide todo, Alexandre de Moraes, ese es nuestro dictador”, en referencia al juez que dirige las investigaciones por el intento de golpe y cerró X.
Las mujeres han tenido un inusitado protagonismo en el mitin. Bolsonaro y varios de los oradores que lo han acompañado han evocado los casos de varias de las condenadas, abuelas o madres jóvenes, condenadas a entre 14 y 17 años de cárcel. Entre el público, el profesor João Carlos Francisco Barreto insistía: “No hicieron nada, estaban con run osario en la mano. Sólo pedían honestidad y transparencia en las elecciones, porque claramente hubo fraude”.
A los denunciados que estuvieron en las acampadas que pedían una intervención militar, pero no asaltaron las sedes de los tres poderes les ofrecieron acuerdos. Muchos ni siquiera respondieron, pero medio centenar de personas los ha aceptado, de modo que evitan la cárcel a cambio de pagar una multa, los que tengan dinero; no usar redes sociales en dos años y hacer un cursillo sobre democracia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.