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Yoruba, kimbundo o kikongo: así moldearon las lenguas africanas el portugués de Brasil

El orgullo por esa herencia en las escuelas de samba de Río de Janeiro pone de manifiesto la importancia y los prejuicios que aún genera un legado de más de 3.000 palabras

Artistas de la escuela de samba Mangueira bailan durante las celebraciones del Carnaval en el Sambódromo de Río de Janeiro, el lunes 3 de marzo de 2025.
Artistas de la escuela de samba Mangueira bailan durante las celebraciones del Carnaval en el Sambódromo de Río de Janeiro, el lunes 3 de marzo de 2025.Bruna Prado (AP)

“Exceso de palabras en yoruba”. Fue la justificación que una de las miembros del jurado del carnaval de Río de Janeiro usó para quitar puntos a una escuela de samba. Unidos de Padre Miguel realizó un desfile en homenaje a los orígenes del candomblé, una religión afrobrasileña, y su canción estaba repleta de términos de origen africano. Esa valoración encendió una fuerte polémica y hasta la ministra de Cultura, Margareth Menezes, se pronunció: “Es una falta de respeto a nuestra ancestralidad, la samba nació de la resistencia”, lamentó. Casi todas las escuelas de samba celebraron de una u otra forma la herencia africana en Brasil. Mangueira usó su desfile para loar la cultura bantú, con muchos de sus componentes con disfraces que rendían homenaje a ese vocabulario africano ya integrado en el portugués. No es algo anecdótico, son unas 3.000 palabras: un léxico heredado de los casi cinco millones de africanos que tras ser secuestrados y esclavizados fueron llegando a Brasil entre el siglo XVI y finales del XIX.

La escuela de samba Mangueira actúan en el Sambódromo.
La escuela de samba Mangueira actúan en el Sambódromo.Tita Barros (REUTERS)

Con toda su diversidad lingüística y a pesar de todas las prohibiciones y frenos posibles, acabaron moldeando el portugués que a día de hoy se habla en Brasil. No se trata sólo de vocabulario; la herencia africana también dejó su huella en la pronunciación, la sintaxis y la gramática.

Los principales idiomas que perduraron en Brasil son el yoruba, el eve-fon, el kimbundo y el kikongo, estos dos últimos del grupo lingüístico bantú, el más influyente. Pertenecían a diferentes etnias del África subsahariana, de habitantes de lo que hoy son Nigeria, Benín, Congo o Angola. Una vez esclavizados, sus hablantes fueron obligados a abandonarlas, pero por si acaso, los amos solían mezclarlos para impedir que se comunicaran entre ellos.

La palabra de origen banto 'Cuíca', un instrumento musical, homenajeada en el desfile de Mangueira en el carnaval de Río.
La palabra de origen banto 'Cuíca', un instrumento musical, homenajeada en el desfile de Mangueira en el carnaval de Río.Marco Terranova (Riotur)

Muchas de esas palabras sobrevivieron en los ámbitos más privados, por eso no es casual que la mayoría tengan que ver con el candomblé y otras religiones de matriz africana y con la cocina. El acarajé, una picante empanada convertida en emblema gastronómico del estado de Bahía, es una palabra yoruba que significa, literalmente, “comer bola de fuego”. Los ejemplos culinarios son muy numerosos, igual que los relacionados con la música y con los orixás y los rituales que se practican en los terreiros. A día de hoy, estos lugares de culto y los quilombos, las comunidades formadas por descendientes de esclavizados, sobre todo en zonas rurales, son los últimos bastiones donde aún se oyen los idiomas que llegaron de África.

Pero muchas palabras dieron el salto fuera de los ambientes más relacionados con la resistencia negra y en Brasil se usan de forma cotidiana, muchas veces sin que los hablantes conozcan su origen. Bajar a la playa a darse un chapuzón en tanga o sunga (el bañador masculino) y tomar el sol sobre una canga (un pareo) requiere usar palabras africanas. También lo son la samba o la cachaça de las cairpirinhas, y otras de traducción más difícil, como cafuné: una cariñosa caricia en la cabeza.

Muchos de esos términos africanos acabaron sustituyendo a los que llegaron desde Portugal con las carabelas. Para referirse al pequeño de la familia, los portugueses usan benjamin; los brasileños, caçula. En Lisboa, en el momento de la siesta, dormitam, pero en Río, echan un cochilo. La lista es larga y llevó a la intelectual Lélia Gonzalez, referente en el movimiento negro brasileño, a proclamar que en Brasil no se hablaba portugués, sino pretugués (por preto, negro).

Bandera diseñada por la artista Rosana Paulino sobre el concepto de Lélia Gonzalez.
Bandera diseñada por la artista Rosana Paulino sobre el concepto de Lélia Gonzalez.Beatriz Gimenes

Muchos de los históricos prejuicios con la presencia africana en el portugués de Brasil tienen que ver con la falta de registros escritos y con la dificultad que el mundo académico ha tenido en abordar la complejidad de unas culturas basadas en la oralidad. Uno de los escasos documentos históricos que han servido para ir tirando del hilo es una gramática del kimbundo que publicó en 1697 el sacerdote Pedro Dias. El librito, de menos de 50 páginas y titulado Arte da Língua de Angola fue concebido como un manual, para que los jesuitas pudieran catequizar a los esclavizados que llegaban de la costa occidental africana con más facilidad.

Para la profesora de Lingüística Africana de la Universidad Federal de Bahía (UFBA) Wânia Miranda Araújo da Silva, esa falta de registros es “uno de los mayores desafíos”, unido a la pedagogía social que hay que hacer para poner en valor los conocimientos orales que han ido pasando de generación en generación, sobre todo en comunidades tradicionales. Sólo así se ha podido demostrar que hay un impacto notable más allá del léxico: la entonación, la forma en que se pronuncian algunos fonemas, la tendencia a colocar vocales donde no las hay (frente al portugués de Portugal, tan consonántico) o la doble negación (não vou não, no voy no) también son vestigios de africanidad en el habla de los brasileños, explica por teléfono.

Palabras en banto, durante  el desfile de Mangueira en el Carnaval de Río.
Palabras en banto, durante el desfile de Mangueira en el Carnaval de Río.Marco Terranova (Riotur)

Son factores, comenta Araújo, que añaden tensión a la siempre complicada relación con los puristas de la lengua, sobre todo en la patria de Luís de Camões. “Con Portugal existe tensión, tenemos un acuerdo ortográfico entre los países que hablan portugués, pero la emancipación lingüística entre Brasil y Portugal ya ocurrió hace mucho tiempo, en varios niveles”, defiende.

En las universidades brasileñas cada vez son más los estudios que, más que mirar hacia Portugal, prefieren profundizar en las semejanzas del portugués brasileño con el de Angola o Mozambique, por ejemplo. A nivel institucional, en cambio, queda prácticamente todo por hacer. A pesar de que en Brasil se hablan cientos de idiomas (por la presencia indígena, sobre todo), aún se ve a sí mismo como un país monolingüe, recuerda la especialista. Lo más parecido a una política pública donde podría haber un rescate de los idiomas africanos es una ley del año 2003 que obligaba a las escuelas públicas a impartir clases de historia y cultura afrobrasileña, pero apenas se cumple.

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