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El pálpito de la ciudad con prisas

El periodista y poeta Antonio Lucas, que acaba de recibir el Premio Internacional de Poesía de Loewe, se deja seducir por el jazz y el flamenco y se pierde entre los misterios de un puente muy singular

El periodista y poeta Antonio Lucas en el tablao de Casa Patas.
El periodista y poeta Antonio Lucas en el tablao de Casa Patas.SANTI BURGOS

1. Casa Patas. Es el tablao que más empaque flamenco tiene de todo Madrid hoy en día. Han hecho una gran labor con su fundación, convirtiendo el local en mucho más que un lugar donde ver un espectáculo. Es casi una universidad del cante, una cantera de artistas flamencos. Me trajo mi padre cuando era un adolescente y, desde entonces, no he dejado de venir (Cañizares, 10).

2. Librería Visor. Es mi tercera casa, después de mi piso y el periódico. Voy todas las semanas y siempre me llevo algo. Es también mi editorial y su dueño, Chus Visor, una brújula de lectura y de conversación para los poetas jóvenes (Isaac Peral, 18).

3. Puente de Toledo. Muchas noches, cuando vuelvo a casa, le pido al taxista que me deje en la entrada del puente para cruzarlo andando. Tiene un punto muy singular durante la noche, sobre todo, en las madrugadas de invierno. Según vas andando te encuentras con esas parejas de amantes furtivas debajo de las farolas y con algún que otro extraviado trasnochado que deambula sin rumbo. Me recuerda a un París de saldo, decadente.

Poeta y periodista

Antonio Lucas (Madrid, 1975) mima el lenguaje y las palabras. Es periodista de El Mundo y no hay premio de poesía que no consiga. El último ha sido el Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe.

4. Restaurante La Tavernetta. Es un restaurante siciliano al que van muchos colegas del oficio. Quizás por eso tiene platos dedicados a periodistas. El local es extraordinario, pero lo es aún más el trato (Orellana, 17).

5. Plaza del Conde de Barajas. Es una isla desconocida en pleno centro de Madrid. Lo raro es que hasta en verano puedes encontrar sitio en la terraza. Antes de irme de viaje suelo sentarme allí para observar el tumulto y el vagar de la gente.

6. Tienda de Vinos (El Comunista). Este local se abrió en 1888 y mantiene la comida casera en un barrio donde es casi imposible encontrarla, lo que lo convierte en un bastión de resistencia. Por aquí han pasado Machado, Alberti, Azorín, Ortega y Gasset… Era uno de los lugares de reunión preferidos por la gente de la farándula y por los bohemios (Augusto Figueroa, 35).

7. Café Central. La primera vez que lo pisé iba con unos amigos de padres. Recuerdo que fuimos a ver a Tete Montelíu y que me sorprendió muchísimo ver a un hombre ciego tocar tan bien. Ahora, suelo ir solo o en pareja porque es más cómplice (Plaza del Ángel, 10).

8. José Alfredo. Era un antiguo burdel, luego fue un restaurante de menús del día y ahora es un bar de copas. Van muchos artistas y escritores. Me gusta porque, aunque no es un bar de moda, siempre te encuentras a alguien conocido. Te da noches inesperadas muy gratificantes en una barra de bar (Silva, 22).

9. Museo del Prado. Como dijo Ramón Gómez de la Serna, esta es la verdadera Catedral de Madrid y también el primer sitio al que recuerdo ir con mi padre. Cuando entras y ves artistas como Jordaens, Goya o Velázquez te das cuenta de que sus miradas sobre la perspectiva, el arte, la plástica o la belleza no se han superado desde entonces (Paseo del Prado, s/n).

10. Doctor Fourquet. Es una de las calles más modernas de Madrid. Se concentran algunas de las galerías más singulares. Es una especie de Madison Avenue, pero en pequeñito, en pobre y en Lavapiés. Si quieres saber que está sucediendo en el arte contemporáneo tienes que venir aquí y no dejar de asistir a la Sala Mirador, un espacio donde la palabra todavía se vive con autenticidad.

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