“Antonio y Dolores subían al autobús cuando les dispararon”
Testigos del atentado reconstruyen el momento del ataque en el Museo del Bardo de Túnez
Josep Lluís Cusido, alcalde de Vallmoll (Tarragona), negociaba el miércoles la compra de unas postales con un vendedor ambulante a las puertas del Museo del Bardo de Túnez. “Me pidió dos euros y me fui, pero cuando estaba a tres metros de él, me dijo que por uno me las daba. Fui a comprarlas y, en ese momento, justo donde yo estaba, empezaron a disparar”. Cusidó corrió al interior del museo mientras sorteaba la lluvia de balas. Su primo, Miquel Espelt, fumaba tranquilo al lado del autobus que los había llevado de excursión cuando le sorprendieron las metralletas. “Pensé que eran petardos pero las personas que estaban a mi lado empezaron a caer, una detrás de otra”.
El relato de algunos de los turistas españoles, testigos presenciales del atentado, que llegaron ayer a Barcelona a bordo del crucero MSC Splendida —donde viajaban también los dos españoles fallecidos en el atentado—, ponía un poco de orden a la información que hasta ahora había llegado del momento del ataque.
“Lo último que vi fue los cadáveres de Antonio [Cirera] y Dolores [Sánchez, el matrimonio español fallecido] en la escalera que daba acceso al autocar. Estaban subiendo al autobus cuando les dispararon”, recordaba ayer Espelt. Los cuerpos cayeron bloqueando la puerta de acceso, por lo que los terroristas no pudieron entrar al interior del autocar y comenzaron a tirar ráfagas de balas sobre el vehículo.
Precisamente, uno de esos proyectiles rebotó en la armadura del vehículo e hirió a Galina Bronskaya, una bielorrusa afincada en Barcelona desde hace 13 años. Viajaba también en el Splendida con su hija Victoria y justo acababan de subir al autobus cuando comenzaron los disparos. “Estamos vivas de milagro. Yo estaba llena de sangre. Gracias a Dios que la bala no entró directamente”, suspiraba la mujer, que tiene un hematoma bajo el ojo y heridas en la cara.
Bronskaya corrobora la versión de Espelt sobre la muerte de los dos españoles. Aunque desconocía su identidad, la mujer relataba ayer que “dispararon por la espalda a dos personas que querían entrar al bus y los terroristas no subieron porque estaban esas personas muertas en la escalera”.
El alcalde de Vallmoll se resguardó junto a otro, tumbado en el interior de un balcón del museo. “Ni respirábamos. Los terroristas estaban a tres metros”, recuerda. Espelt y su esposa se cobijaron en la garita del vigilante. “Veíamos por las cámaras todo lo que estaba pasando, fueron horas interminables”. Bronskaya y su hija, por su parte, fueron rescatadas por los militares tunecinos y permanecieron cuatro horas protegidas en el museo. “Cuando hablo de esto, lo recuerdo y no quiero”, confesaba Galina.
Ayer a las 19.30 llegó al aeropuerto de El Prat, con una hora y media de retraso sobre el horario previsto, el avión militar que repatrió los cuerpos de los dos españoles fallecidos, informa Ana Matyszczyk. El aparato trasladó después a Valencia al matrimonio que estuvo 24 horas oculto en el museo.
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