Morir a los 30: el ADN revela la dura vida de una familia de pastores de hace 3.800 años
El análisis genético de un enterramiento de los Urales muestra que los hombres permanecían en la tribu y las mujeres se iban con otros grupos
Que los hombres se quedaban en casa de sus padres y las mujeres se iban a la de otras familias parece ser una constante en la prehistoria. Hace unas semanas se publicaba el mayor árbol familiar del Neolítico con casi un centenar de miembros excavados en Francia. En los dos clanes estudiados, las mujeres llegaron de fuera. Ahora, en el extremo este del continente, han secuenciado el genoma de una familia de pastores formada por seis hermanos, sus siete mujeres, hijos y nietos. Sus parejas también eran ajenas a la comunidad. En este enterramiento colectivo hay un misterio: no hay mujeres genéticamente emparentadas con los hombres, salvo niñas pequeñas.
Los antropólogos lo llaman patrilocalidad, costumbre humana —también observada en otros grandes simios— en la que los hijos permanecen dentro del grupo familiar y se emparejan con mujeres de otros grupos, mientras que las hijas salen del hogar. Como su alternativa, la matrilocalidad, es un mecanismo para evitar la endogamia y sus efectos genéticos indeseados. Se desconoce la extensión de esta costumbre en los inicios de la historia humana, pero en los pocos yacimientos donde la ciencia, en particular la genética, ha permitido reconstruir el árbol familiar, parece lo más habitual. El último ejemplo viene desde el sur de los Urales, frontera natural entre Asia y Europa.
En un lugar llamado Nepluyevsky, en la actual Rusia, paleoantropólogos alemanes y rusos han excavado lo que se conoce como un kurgan, un túmulo funerario en el que se entierra bajo un montículo natural o artificial a una o varias personas. Eran una práctica habitual de muchas culturas de esta parte del mundo y los hay famosos, como el túmulo del padre del rey Midas. Pero también podían ser la última morada de una familia de pastores, como la encontrada en Nepluyevsky. Los científicos, cuyos resultados acaban de ser publicados en la revista científica PNAS, desenterraron restos de 44 personas. Se encontraron hendiduras seguidas en el terreno, donde descansaban uno o más cuerpos desde hacía unos 3.800 años. Gracias a la genética se ha podido saber como era aquella familia de pastores.
La familia estaba formada por tres generaciones. Aunque solo pudieron secuenciar el genoma de 33 personas, pudieron inferir la posición del resto en el árbol familiar rellenando los huecos. En la cúspide identificaron a seis hermanos ya adultos, pero no encontraron ni rastro de los padres fundadores. La mayoría de los demás son niños. Todas las mujeres adultas que hay allí enterradas son inmigrantes. Según sus genes, las hay procedentes incluso de Asia central, a miles de kilómetros de Nepluyevsky. Todas tuvieron al menos un hijo con alguno de los hermanos. Así que las mujeres del enterramiento o eran pareja de algún hermano o eran hijas. Pero no hay hermanas. Esto indicaría que era una familia patrilocal, en la que las chicas salían del grupo, emparejándose con chicos de otros grupos. El problema con esta explicación es que no despeja uno de los misterios de esta tumba colectiva: hay mujeres adultas enterradas y también hay niñas de corta edad (de menos de 5 años), sin embargo, no hay ninguna entre los 5 y los 20 años.
Sin chicas jóvenes
Los autores del estudio no están seguros de por qué no hay ninguna de estas jóvenes. Jens Blöcher, investigador de Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania) y primer autor de la investigación, cree que el patrón observado en Nepluyevsky es probablemente el resultado de prácticas de enterramiento diferentes para niños y niñas: “Es muy posible que fueran enterrados en otro kurgan de la zona”, cuenta en un correo. “También consideramos la posibilidad de que la ausencia de niñas jóvenes se debiera a una forma extrema de exogamia femenina, con matrimonios acordados a una edad temprana”. Pero es un escenario improbable, añade, “ya que eso implicaría la presencia de niñas no emparentadas de ese grupo de edad”. Si había uniones concertadas de las niñas, debería de haber pequeñas que no estuvieran genéticamente relacionadas con los seis hermanos.
Otro de los aspectos más llamativos que desvela el enterramiento sobre aquellos pastores es que la vida debía ser muy dura: el 39% de los enterrados tenían menos de cinco años cuando murieron y el 57%, lo hicieron antes de superar los 15 años. Una elevada tasa de mortalidad infantil es propia de las sociedades del pasado, pero no tanto. Estos números no se pueden considerar como normales, dice Blöcher, “incluso en comparación con los enterramientos de la época en la región”, añade.
“Las sociedades pastoriles suelen mostrar algún grado de desigualdad, como vemos con nuestro hermano mayor”Joachim Burger, investigador de Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, Alemania
Los mayores no lo tuvieron mejor. Svetlana Sharapova, del Instituto de Historia y Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia y directora de las excavaciones, recuerda en una nota que hace 3.800 años, “la población del sur de Trans-Urales conocía la ganadería y la metalurgia, subsistiendo principalmente a base de productos lácteos y cárnicos”. Pero en el caso de estos pastores,“el estado de salud de la familia enterrada aquí debió de ser muy mala. La esperanza de vida promedio de las mujeres era de 28 años, la de los hombres de 36 años”, añade.
La genética también ha permitido detectar una sutil pero clara señal de desigualdad entre los hermanos. El primogénito, que murió a los 55 años, tuvo sus ocho hijos con dos mujeres diferentes. Joachim Burger, también de la Johannes Gutenberg y autor sénior del trabajo, recuerda que “las sociedades pastoriles suelen mostrar algún grado de desigualdad, como vemos con nuestro hermano mayor en comparación con los demás, y son predominantemente patrilineales y patrilocales”. En cuanto a si era la norma, Burger añade que “viendo los pocos estudios que existen para la Europa central y occidental prehistórica, no hay muestras claras de desigualdad, pero sí fuertes señales de patrilocalidad y exogamia femenina”.
Otro de los misterios que quedará es la corta historia de este enterramiento. No es que murieran todos a la vez. De hecho, no hay marcas de violencia o enfermedad. Pero todos los enterrados lo fueron en un lapso de no más de 15 años. Algo debió suceder para que abandonaran el lugar. Además del kurgan de los seis hermanos y sus siete esposas, en Nepluyevsky hay otros 37 túmulos funerarios. Solo otro ha sido excavado y en ninguno se ha usado la genética para conocer su historia que está por desenterrar.
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