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'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Muere Abel La Calle, el abogado que luchó por el agua

Empujó de forma permanente el avance en las políticas del agua y el medio ambiente en España, combinando perspectiva ecológica y sensibilidad social.

Abel La Calle, abogado experto en medio ambiente, miembro fundador y presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, en una imagen cedida por la familia.
Abel La Calle, abogado experto en medio ambiente, miembro fundador y presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, en una imagen cedida por la familia.

El pasado 18 de diciembre falleció a los 67 años Abel La Calle Marcos, acompañado de su familia, en su casa de Almería. Jurista de reconocida trayectoria, ejerció como abogado experto en medio ambiente, agua y derecho internacional; actividad que compartía con sus clases como profesor asociado en la Universidad de Almería, en cuyos alumnos dejó una huella imborrable. Fue miembro fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, presidente de la misma hasta fechas muy recientes y, sobre todo, un luchador incondicional, desde la fundación y desde otras organizaciones ambientales y sociales con las que colaboraba, para hacer avanzar las políticas del agua, especialmente en España y Europa.

Nacido en Madrid, pasó su primera infancia en Trujillo, desde donde se trasladó a Almería. Salvo su etapa de estudiante en Granada, Abel ha sido almeriense por trayectoria vital y por elección. Ha sido un verdadero referente en derecho ambiental y del agua, abriendo nuevos horizontes conceptuales que permitieron alcanzar verdaderos hitos para una correcta aplicación de la Directiva Marco del Agua, otras directivas europeas y diversos aspectos del derecho ambiental. Prueba de ello son sus éxitos en los tribunales, notables en un ámbito tan complejo. Abel empujó de forma permanente el avance en las políticas del agua y el medio ambiente en España, combinando perspectiva ecológica y sensibilidad social.

Abel seducía con un racionalismo vitalista realmente singular, combinado con una espiritualidad zen y con una faceta artística -fue un gran fotógrafo- que dejaba huella en quienes le conocieron. Siendo un excelente jurista, tenía una visión amplia y profunda de las otras muchas dimensiones que rodean cualquier problemática real. Siempre recordaremos su insistencia en conformar una comunidad de conocimiento, una expresión que encierra experiencias compartidas, aprendizajes mutuos y afectos entrelazados. Aportó conocimiento riguroso con el que contribuyó a la nueva cultura del agua y la protección de la naturaleza, poniéndolo generosamente al servicio de cuantos colectivos sociales y ciudadanos demandaron su apoyo. Su enfermedad no le impidió, pese a sus fuerzas debilitadas, trabajar en los diversos casos que llevaba adelante y responder a quien le llamaba para consultarle mil y una cuestiones.

Abel desprendía una elegancia innata ligada a su profunda discreción, ajena a toda necesidad de reconocimiento. Para Abel, compartir conocimientos y luchas por un mundo más bello y más justo era fuente de alegría, que contagiaba entre las personas y entornos en los que estuvo implicado. Siempre recordaremos su peculiar sentido del humor y lo feliz que se sintió, ya en momentos cercanos a su fallecimiento, al conocer alguno de los últimos hitos que consiguió, verdaderamente relevantes para la aplicación del derecho ambiental europeo. Nos deja conocimiento, inspiración, saberes y, sobre todo, un ejemplo vital. En las aguas de los ríos ibéricos o entre las intrincadas ramas de un azufaifo su memoria perdura.

Julia Martínez es directora técnica y Francesc La Roca es vicepresidente de la junta directiva de la Fundación Nueva Cultura del Agua

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