Cuando Antony encontró a Franco
Battiato y Antony & the Johnsons ofrecen un concierto en Florencia y componen juntos en Sicilia
¿Quién fue primero en declarar admiración a su compañero de escenario? ¿Antony Hegarty o Franco Battiato? "Frankenstein es una de las canciones más bonitas que se hayan escrito y yo tan solo tuve que adaptarla a nuestra lengua", dijo Battiato. Previamente, y tras hacer lo propio con el éxito de Beyoncé Crazy In Love, el líder de Antony and the Johnsons explicó el sábado por la noche en Florencia ante el Nelson Mandela Forum, que no agotó las costosas entradas: "Me siento muy excitado de estar aquí; una invitación para telonear a Battiato no es posible rechazarla".
Lo que no contó ninguno es que el inglés -estadounidense de formación- se pasó un par de semanas en la casa-estudio del italiano, en Milo (Catania, Sicilia), componiendo nuevas canciones y aceptando el papel como reina de Inglaterra en Haendel, la nueva película de su anfitrión. Seguramente allí nació tal oportunidad -que se repetirá hoy mismo en el Arena de Verona- de compartir escenario junto a la Orchestra Filarmonica Toscanini, dirigida por Rob Moose y por Carlo Guaitoli respectivamente, y hacer tres duetos: You Are My Sister, Del suo veloce volo y As Tears Go By, una simpática y sincera versión de The Rolling Stones.
El protagonista del doble cartel fue Franco Battiato, no solo por tocar en su país y obviamente cantar en su lengua, sino por ser un maestro de la canción de autor italiana, uno de esos que esquivan las rimas fáciles -el ausente escritor Manlio Sgalambro tiene buena culpa de ello- con las que cantar verdades contemporáneas o simplemente reflexionar sobre los temas de siempre, como por ejemplo la preciosa La cura o la certera Inneres auge.
Musicalmente no descubre ni presenta nada más que su bagaje desde hace casi cinco décadas. Pero el público hacia al que afortunadamente aún llega, también pertenece a las nuevas generaciones. La atención e incorporación de bandas de rock indie y artistas jóvenes sin duda le ha servido al maestro. Los yuppies, progres, culturetas de tiempos gloriosos también estuvieron presentes en primeras filas -las de 80 euros-.
De Antony and the Johnsons quizás toque hablar con otro entusiasmo, pues en menos de una década desde su crescendo incuestionable se le atisba cierta fatiga. Aunque se esfuerce por no parecer de este mundo, por arengar comprensiblemente contra las religiones en pro de las mujeres o de la ecología y por recrear maravillosamente sus propios éxitos para orquesta -de ahí el trabajo en directo Cut the World que fielmente interpretó la pasada noche-, la gran voz, que recuerda a Nina Simone, Jimmy Scott o Demis Roussos, ya solamente sorprende a aquellos que asistieron a disfrutar y cantar el repertorio de su paisano Franco, al resto esto nos va pidiendo algo más de riesgo o variedad en los registros.
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