Monstruos

Hay monstruos que asustan por su forma externa, por sus deformidades. Hay monstruos que asustan aunque no sea su intención, que tienen un alma bondadosa pero no pueden evitar dar miedo. Y hay monstruos que habitan en el interior de cada uno como una parte inseparable de nuestro ser que brota al exterior de forma incontrolada. Hay monstruos y monstruos. Y todos están en Penny Dreadful.

En su primera temporada, la serie se presentó como un curioso pastiche, una extraña combinación de elementos que, curiosamente, funcionaba en pantalla. Desde misteriosos seres venidos del inframundo hasta personajes de la literatura clásica como el doctor Frankenstein y su criatura o Dorian Gray. Un grupo variopinto de personajes en el que destacaba Vanessa Ives (interpretada por una desatada Eva Green) y sus ataques y posesiones que se apoderaban de la serie y de la atención del espectador.

La segunda entrega, que acaba de llegar a su fin y se ha podido ver en Movistar Series (ahora, en el servicio bajo demanda de Movistar +), ha recuperado esos personajes, sumado algunos nuevos y repartido el protagonismo entre todos ellos. La historia se ha adentrado en el mundo de las brujas y la magia negra y ha profundizado en los monstruos interiores de los personajes, esos que no les dejan llevar una vida como la del resto de los mortales. A unos, porque no son mortales. A otros, porque tienen conexiones con el diablo. A otros, porque la mala conciencia no les deja seguir adelante. Y a otros, porque las noches de luna llena se transforman. Monstruos que llevamos dentro, que somos de nacimiento y que otra persona ha creado.

Penny Dreadful cuenta con una cuidada puesta en escena, una estética gótica mimada al detalle a la que se suma la buena labor interpretativa de un elenco entregado a la causa. Muchos son los motivos que hacen de Penny Dreadful una serie la mar de disfrutable. Cuando se conecta con ella, el espectador encuentra un divertimento con el que es muy complicado aburrirse.