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Bueno para los productores grandes, malo para los pequeños

La Unión de Cineastas es crítica con la ley, asegura que se acentúa la separación entre el cine comercial y el cultural

El presidente de FAPAE, Ramon Colom, la entidad que agrupa a la mayoría de las productoras de cine y televisión de España, manifestó ayer a EL PAÍS que con la orden “el sistema se perfecciona, y no va en contra de la industria. Sin embargo, nos hubiese gustado un periodo de adaptación”. También echa en falta “más dinero de los presupuestos. Se van a dedicar unos 30 millones y deberíamos estar en 40”. Colom comprende el endurecimiento de la exigencia de solvencia profesional y financiera. “El Gobierno no quiere operaciones fallidas. No puede ser es que una empresa sin tradición de rodar y con un equipo ignoto pida un dinero, y se lo den”. “El primer paso para hacer una película es ir a una cadena de televisión. El cine europeo está dirigido por cadenas. En España tenemos, además, la ventaja de la televisión pública que da dinero a películas que no siempre son comerciales”. Agregó que ahora la posibilidad de fraude del “taquillazo es menor”.

José Antonio Félez, uno de los productores con más peso en la industria, dice: “En líneas generales queríamos una orden así desde hace 15 años. Ahora pueden recibir ayudas películas con menos presupuestos. Tendremos la certeza de recibir el dinero, y no habrá que esperar un par de años, si no te prorratean la ayuda. Además, se eliminan los gastos de financiación y al depender de puntos es más objetivo”.

Por el contrario, la Unión de Cineastas (agrupación de creadores y productores más centrados en cine de autor) ha sido la más crítica con la orden: “Se acentúa, aún más la tendencia a separar drásticamente el cine en dos mundos: el pretendidamente industrial/comercial y el pretendidamente cultural, dejando a este último un reducto al que es mucho más difícil acceder que antes; el resultado significa un grave retroceso en los principios de proporcionalidad y excepción cultural, ya muy mermados, y redundará en un empobrecimiento del cine y de su diversidad temática y narrativa. Es una apuesta firme en defensa de las grandes productoras y en particular a las vinculadas a las televisiones privadas”.

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