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El padre de la generación X vuelve para diseccionar las angustias del individuo en la era de las redes sociales

Tras una década de silencio literario, Douglas Coupland regresa con ‘Atracón’, un conjunto de microrrelatos sobre la aniquilación de la identidad en la sociedad capitalista contemporánea

Laura Fernández
Douglas Coupland, en Nueva York, en noviembre de 2019.
Douglas Coupland, en Nueva York, en noviembre de 2019.Steven Ferdman (Getty Images)

El año era 1989. Douglas Coupland, por entonces apenas un redactor publicitario canadiense de 28 años contratado por una editorial para escribir un ensayo sobre los boomers, se instaló en el desierto de Mojave y empezó a dar forma a una novela de maquetación fragmentada —pedazos de cielo nuboso, aquí y allá, esto es, imágenes como prehistóricos banners— que jamás había planeado escribir y que no solo dio nombre sino sobre todo contenido, prefiguración, a una generación. La tormentosa y triste generación X. Aquella a la que Kurt Cobain puso cara, marcada estéticamente por las camisas de leñador y a la que la soledad de un nihilismo ferozmente tierno y autocomplaciente moldeó hasta transformar la amistad en sustituto de la familia y de cualquier tipo de amor romántico.

El ejemplo más claro de aquello que Coupland etiquetó en Generación X es el clásico cinematográfico de Ben Stiller La dura realidad, que protagonizaron Ethan Hawke y Winona Ryder, dos iconos de la época. “Yo ni siquiera pretendía ser escritor. Acabé siéndolo por accidente”, dijo en una ocasión Coupland, que desde la publicación de aquel texto en 1991 entregó una obra —novelas, colecciones de relatos y ensayos— cada dos, tres o cuatro años, entre ellos la laureada y extremadamente visionaria novela Microsiervos (1995). Hasta que en 2013 abrió un paréntesis durante el cual se ha dedicado al arte —hizo una ballena pixelada y una escultura que los visitantes debían modificar con sus chicles mascados, entre otras cosas— que cerró en 2021 con la publicación en inglés de Binge (Atracón), una colección de 60 microrrelatos editada ahora en español por Alianza con traducción de Juan Gabriel López Guix.

El mismo sello prepara también la reedición de Generación X y Microsiervos, en un momento de renovado interés por la obra del autor canadiense. Tal vez por su habilidad para diseccionar las ansiedades y los desafíos de la sociedad hiperconectada. Las obras de ficción de Coupland, hoy un tipo de 62 años alejado de los focos hasta el punto de que comunicarse con él es misión imposible —ha esquivado la petición de una entrevista con EL PAÍS durante semanas y lleva años sin responder preguntas de ningún tipo—, pormenorizan una sociedad de individuos únicos domesticados, destruidos y colectivizados por el capitalismo, el sistema que, en busca de clientes, convierte en producto todo lo que toca —las relaciones, a las personas, todo aquello que puede llegar a sentirse— y, a la vez, aliena y aleja de la realidad a sus habitantes, sometiéndolos a una infantilización que les impide madurar. Todo lo que son es todo lo que desean, y desean sin consecuencias, como los niños o, mejor, como los adolescentes. La única salida a esa sobredosis de uno mismo es un upgrade de producto, ser otro, renacer en tu propio cuerpo.

Imagen de la película 'La dura realidad', de Ben Stiller.
Imagen de la película 'La dura realidad', de Ben Stiller.

Le ocurre a uno de los personajes de los microrrelatos de Atracón. La protagonista de ComRom no sabe por qué está viva. “Aporto cero a la sociedad”, se dice. “Me parece paradójico que, pese a mi inutilidad generalizada, si me mataras, tendrías que ir igualmente a la cárcel por asesinato”. “No quiero estar muerta, pero no quiero ser yo. Llevo 52 años haciéndolo y no me ha llevado a ninguna parte”, se repite. No sirvo entre tanto producto, luego ¿para qué existir?

Más que una crítica al sistema, la ficción de Coupland realiza una autopsia, puesto que en sus historias el capitalismo parece operar desde un más allá en el que el ser humano es una colección de neurosis apenas sujetas por una idea del yo invadida por el deseo de ser una infinidad de otros. Sus personajes son piezas de un engranaje que han olvidado que una vez fueron algo más que piezas de ese engranaje. Lo que les define son sus debilidades, aquello que les hace únicos, en el peor de los sentidos. El futuro, para ellos, es puro espejismo, una rueda de hámster que no piensa detenerse. Todo ello desarrollado con un sentido del humor enternecedoramente salvaje, un peculiar absurdo pop que ha influido sobremanera en la ficción de este siglo XXI, de Alexandra Kleeman a Sheila Heti, pasando por Paul Murray y el Pulitzer Joshua Cohen.

Lo que media entre aquel Microsiervos, primer atisbo, precario y alienante, de la vida al otro lado, esto es, dentro de la pantalla del ordenador —los protagonistas son oficinistas frikis, una aproximación a una prehistórica Silicon Valley exenta de todo glamour— y este Atracón es una sofisticación de la manera en que Coupland aborda la pérdida de la inocencia y de cualquier tipo de esperanza desde el más esperanzador de los mundos: aquel que pretende vender la perfección y, a la vez, una estandarización que en la era de Instagram ha hecho del ser humano su propio producto.

Quizá el escritor y artista canadiense que nació en la Alemania Occidental no haya hecho otra cosa en todo este tiempo que escribir eso que no pudo escribir en el desierto de Mojave. Un largo tratado —en ficción— sobre los boomers, o mejor, sus consecuencias. Después de todo, sus personajes son adultos ilusos e inmaduros, niños grandes terriblemente mimados, condenados a vivir en un mundo de deseos inaccesibles. Un mundo dividido en clientes y empleados y en el que, como reza el título de uno de sus clásicos, Todas las familias son psicóticas (2001), porque no pueden no serlo.

“Tengo curiosidad por el momento en el que la personalidad se convierta en una patología”, escribió hace no demasiado, convencido de que la era de las redes sociales está acelerando el borrado de aquello que nos hace únicos y promoviendo el producto —el yo— idéntico, lo que él denomina “la autofobia”, el miedo a ser distinto. “Seamos honestos, ser único no es fácil. Es durísimo. Es mejor ser como el resto, y sentirte solo y a la vez parte de algo. El ser humano de hoy no está preparado para pensar por sí mismo”, dictaminó en ese mismo ensayo, publicado con motivo del 30 aniversario de la llegada de Generación X a librerías, en aquel lejano 1991 en el que el fin de siglo era una amenaza y, a la vez, una oportunidad que claramente el mundo iba a desaprovechar. De ahí toda esa angustia tan estrambóticamente nostálgica que hoy sigue intacta porque todo estaba perdido ya entonces.

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.
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