Qué tecla ha tocado la traviesa Sabrina Carpenter para convertirse en la sensación pop del momento
La chispeante cantante, que acaba de agotar las 70.000 entradas de su día en Primavera Sound, cierra un vertiginoso año con su disco entre los mejores de la temporada. Todo apunta a que en 2025 crecerá más
Si algo le faltaba a Sabrina Carpenter para coronar seis meses centelleantes era actuar en Tiny Desk, esa herramienta que ha permitido a las estrellas destilar un puntito de autenticidad alejado de los cada vez más estrambóticos espectáculos musicales en estadios. Carpenter (Quakertown, Pensilvania, 25 años) tuvo el honor de cerrar el 20 de diciembre el influyente año de Tiny Desk. Seguramente resultó casual, pero no puede pasar inadvertido que ella protagonizara el final de la temporada unas pocas fechas después que Billie Eilish, que se presentó en la redacción de la radio pública estadounidense (la NPR, donde se celebran estos populares miniconciertos) a principios de diciembre. El lacito a Tiny Desk 2024 solo lo podía poner una artista, y recayó en la mano de Sabrina Carpenter.
En su actuación, de 26 minutos, ofreció una versión exprés de por qué esta mujer ha embelesado a miles de personas. Luciendo un minivestido azul pastel plisado y ligas de encaje asomando, realizó chistes sobre su corta estatura (1,50), contó anécdotas picantes, repartió simpatía e interpretó seis de sus canciones bonitas y agradables apretujada entre 11 músicos (cuarteto de cuerda incluido), todos vestidos de blanco para dejar lucir a la celeste estrella. Dulzura y feminidad ácida y sosteniblemente provocativa. Aquí todo depende de dónde se ponga el listón: algunos tapan los ojos a sus hijos cuando la de Pensilvania enseña a su audiencia en los conciertos posturas del Kama-sutra, y a otros les parece melaza inofensiva. Ashley Pointer, una de las productoras de Tiny Desk, dijo: “Cuando saludé a Sabrina Carpenter en la sede de NPR su encanto me desarmó de inmediato. Rebosante de emoción, extendió su mano, se presentó y elogió mi atuendo con genuina calidez. Una pensaría que este era uno de sus primeros conciertos importantes, no una actuación habitual para una veterana del pop que ha agotado las entradas en estadios de todo el país durante la gira de su sexto álbum, ahora nominado seis veces al Grammy, Short n’ Sweet”.
¿Veterana? ¿Sexto álbum? Sus tablas después de 14 años en la industria del entretenimiento (sí, desde sus tiernos 11) se aprecian cuando Pointer se siente halagada porque ella elogia “su atuendo con genuina calidez”, algo que enseñan a los aspirantes a celebridades los primeros días de clase: adular al entrevistador. A estas alturas ya pocos deben desconocer de dónde surge Sabrina Carpenter. Familia bien de pura cepa blanca estadounidense, padres con la misión de hacer posible los sueños de sus hijos, muchos castings, fichaje por Disney, intérprete de series infantiles, y discos. También mucho trabajo y disciplina. De 2015 a 2022 publicó cinco elepés. Los cuatro primeros ofrecen un sonido artificioso en busca de las tendencias musicales del momento. O lo que es lo mismo: un ejército de ejecutivos y productores tomando decisiones a ver si suena la flauta. No sonó. En Emails I Can’t Send (2022), el quinto, comenzaron a verse pinceladas de personalidad. También lo vio así Taylor Swift, que la contrató como telonera en algunas fechas de su The Eras Tour, un lugar en el centro del huracán donde es imposible pasar desapercibida.
En este punto se impone una ruptura con conceptos de hace unos años. Lo expone en conversación con este diario Anabel Vélez, escritora especialista en analizar la figura de la mujer en la cultura pop y cuyo último libro se titula Divas del pop. De la A a la Z: “Antes se tendía a enfrentar a las cantantes, tipo Britney Spears contra Christina Aguilera, para ver quién era la reina del pop. Ahora ya no es así: la mayoría son amigas que colaboran entre ellas y retroalimentan su éxito. No tiene que haber solo una reina del pop, puede haber muchas”.
A pesar de la exposición que le proporcionó abrir la gira de Swift, a Carpenter le faltaba la canción. La elegida fue Espresso, en abril de 2024, un tema de suave música disco, la canción que se pondría Dua Lipa para empezar el día. Aquí la diferencia es que si a Bad Gyal le quitan las expresiones explícitamente sexuales se queda sin canción; Carpenter, sin embargo, viene a decir lo mismo (que es una mujer cañón), pero con metáforas más o menos ingeniosas como: “Dices que no puedes dormir, cariño, lo sé. / Es que soy como un [café] expreso”. En agosto pasado editó el álbum completo, Short n’ Sweet, y ahí es cuando se da forma al fenómeno.
El pasado noviembre, Primavera Sound Barcelona anunció la presencia de Carpenter como cabeza de cartel de una de sus tres jornadas, para confirmar otra de las conquistas de la de Pensilvania: llegar a un público más allá del consumidor de pop a granel. El director del festival catalán, Gabi Ruiz, argumenta para EL PAÍS su apuesta: “Siempre buscamos reflejar el momento actual de la música y la temporada 2024-2025 viene marcada por el pop, en todas sus vertientes y con sus particularidades propias, de Charli XCX, Sabrina Carpenter y Chappell Roan. En el caso de Carpenter, su aproximación descarada e ingeniosa a la tradición del pop hace de ella una artista que marca el camino a seguir para el pop de masas: transversal e inteligente, autoconsciente y divertida, estética y estimulante a partes iguales”. Los tres días del festival (5, 6 y 7 de junio) han agotado sus entradas este mismo fin de semana con cinco meses de antelación, algo que no pasaba hace muchas ediciones: 70.000 personas verán a Sabrina Carpenter en Barcelona en la primera actuación de la cantante en España.
Si hay que buscar un episodio que defina el estilo travieso y sin complejos de la autora de Espresso, una naturalidad gamberra que resulta difícil de encontrar cuando se está tan arriba, este ocurrió en febrero de 2023, cuando actuó en el Live Lounge de la BBC, la cadena pública británica. Para el final de la interpretación de Nonsense, la cantante improvisó: “¿Cómo de rápido podrías quitarte la ropa? / Soy americana, no británica, así que para mí BBC significa otra cosa”. Inmediatamente se interpretó que se refería a big black cock (que podríamos traducir, a las bravas, como pollón negro). También lo creyó así la cadena televisiva, que borró el vídeo de su plataforma. Y ya sabemos que no hay mejor manera de hacer correr algo por las redes sociales que la censura, así que minutos después la trastada de Carpenter, que los malpensados tacharon también de racista, se podía ver en los móviles de miles de jóvenes.
“Lo hace muy bien con sus metáforas sexuales, se mantiene al filo, pero nunca pasa a lo chabacano”, apunta Anabel Velez. En Bed Chem, por ejemplo, confía en alcanzar el orgasmo de la mano de su pareja de cama: “Apuesto a que lo haríamos muy bien. / Y seguro que llegaríamos al mismo tiempo”. En Juno, explora el fetichismo naíf: “¿Quieres probar mis esposas peludas de color rosa?”. En Espresso expone un ejemplo de sus famosas frases con doble sentido “Abeja mía, ven y recoge este polen”. Otra de sus especialidades es ridiculizar perfiles masculinos que solo sirven para una cosa. O sea: invertir los conceptos al “mucho gimnasio, pero trabaja el cerebro un poquito también” de Shakira. Como en Slim Pickins: “Este chico ni siquiera sabe la diferencia entre ‘allí’, ‘su’ y ‘ellos son’. / Sin embargo, está desnudo en mi habitación”. O en Dumb and Poetic, donde se mofa de un joven que alardea de interesante, pero en realidad solo echa mano de manidas frases de libros de autoayuda y “se masturba con las letras de Leonard Cohen”. La traducción del título de la canción, por cierto, es Tonto y poético. “Todos estos juegos de palabras, difundidos con insistencia en redes sociales como TikTok, calan en el público español porque la generación Z sabe inglés. Quizá haya que recordar que en España hasta hace no tanto pocos sabían bien inglés”, apunta la autora de Las divas del pop.
Carpenter supone un desafío para las publicaciones que trabajan en el resbaladizo terreno de querer intelectualizar el pop. Carri Battan escribió sobre Espresso en The New Yorker: “Orgullosamente tonta y efervescente, es una canción electro-pop ligeramente funky con una letra tan boba y sin sentido que alcanzó casi instantáneamente el estatus de meme global”. Esa misma publicación, meses más tarde y con la firma de otra especialista, colocó el álbum Short n’ Sweet como el tercer mejor de 2024. “El lanzamiento pop más divertido del año”, señala la autora, Amanda Petrusich. El reconocimiento de la prensa (digamos) seria también ha llegado por la revista Rolling Stone, que posiciona el álbum en el puesto cuatro de sus 100 favoritos de la temporada, destacando “su habilidad para convertir el romance atropellado en un pop frívolo y brillante”.
Musicalmente, Short n’ Sweet propone un pop grácil y sencillo, huyendo de la producción abigarrada tan habitual en el pop comercial (a pesar de estar a los mandos Jack Antonoff, asiduo de Taylor Swift). Incluso en algunos casos recuerda a Roxette o a Cindy Lauper. A diferencia de la angustia existencial de Billie Eilish, la garra rock de Olivia Rodrigo o la chirriante nocturnidad de Charlie XCX, Carpenter ofrece una versión pizpireta y con sentido del humor de la robóticamente perfecta Taylor Swift. Podría decirse que Sabrina Carpenter es un recuerdo de cómo era el mundo antes, donde una mayoría encontraba una habitación acogedora en la templanza y los polos estaban destinados para los valientes. Solo una intérprete pop tan canónica (blanca, estadounidense, rubia) podría lograr este milagro.
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