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Novillada en Las Ventas
Crónica
Texto informativo con interpretación

Miguel Andrades, una grata sorpresa

El novillero jerezano destacó por su valor, soltura y decisión ante una mansa y descastada novillada de Sánchez Herrero, con la que pasaron desapercibidos Álvaro de Chinchón y Manuel Caballero

Miguel Andrades, en un galleo por chicuelinas en su primer novillo.
Antonio Lorca

Miguel Andrades, natural de Jerez de la Frontera, ya no es ningún niño; el próximo octubre cumple 30 años, y ya tenía 27 cuando debutó con caballos en un pueblo de Ávila. Pero ha venido a Madrid como hay que venir, valiente, decidido, arrojado y dispuesto a todo con tal de que se hable de él. No se sabe lo que le deparará el futuro, pero esta tarde ha estado hecho un jabato, como si fuera un adolescente con ínfulas de figura. Y quién sabe si algún día lo conseguirá.

Lo cierto es que estaba la plaza dormitando de aburrimiento cuando animó los tendidos con unas airosas verónicas, trazadas con mucho gusto, para recibir al tercer novillo de la tarde; instantes después, con la gente ya despierta, dibujó un garboso galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo, y, entre la sorpresa general, tomó las banderillas y clavó tres pares con facilidad.

Brindó al público y desde el centro del ruedo citó a su oponente que descansaba allá a lo lejos; y así, ante un animal codicioso y repetidor, —el único en todo el festejo— el torero demostró que también maneja la muleta con oficio y soltura. La verdad es que la demostración duró poco, de modo que lucieron más la decisión y el valor de Andrades que sus dotes artísticas. Pero por allí andaba, entre los pitones, cuando el novillo lo enganchó en un muletazo con la zurda, se lo echó a los lomos y aún tuvo tiempo de recogerlo de la arena hasta en dos ocasiones y lanzarlo por los aires para dejarlo hecho un guiñapo. Felizmente, no llevaba cornada, y tuvo tiempo para restablecer la compostura y colocarse de nuevo en el terreno apropiado para trazar un par de tandas de más calado por el lado derecho. No mató bien y todo quedó en una ovación.

Quiso esperar al sexto de rodillas frente a chiqueros, pero tardó más de la cuenta en salir del burladero y el toro —porque era un toro ese último— saltó a la arena antes de que Andrades llegara a la raya del tercio; y ahí lo esperó y, de hinojos, lo recibió con una larga cambiada. Volvió a banderillear, y su oponente, mansurrón, pero con genio y mucho brío, le dio un buen susto. Lo persiguió a la salida del primer par, lo enganchó por la chaquetilla, lo zarandeó con violencia y se libró de la cornada de auténtico milagro.

Muleta en mano, se dobló por bajo, con una rodilla en tierra, con conocimiento y hondura, y el toro, tan ufano, momentos antes, se resintió del castigo. Su comportamiento se tornó complicado, con más genio que calidad, lo que no intimidó al torero, que volvió a dar una nueva lección de arrojo y aguante, y se jugó los muslos de verdad. Falló de nuevo en la suerte suprema, la oreja que tenía ganada se esfumó, y fue obligado a dar la vuelta al ruedo.

Así se viene a Madrid, aunque se tengan 29 años en el carnet de identidad y el futuro no se presente risueño.

Álvaro Chinchón y Manuel Caballero, más jóvenes, escenificaron la otra cara de la moneda. Prefirieron mantenerse en su zona de confort, y no dijeron nada. Así no se viene a Madrid.

Sus novillos no les ofrecieron facilidades, pero ni uno ni otro dieron ese paso adelante que se le supone a todo aquel que se presenta en esta plaza con sueños de ser alguien en el toreo.

De momento, la sorpresa corrió a cargo de un veterano, Miguel Andrades.

S. Herrero/De Chinchón, Caballero, Andrades

Novillos de Sánchez Herrero, -el primero, devuelto por inválido-, bien presentados, mansos, blandos y descastados; destacó el tercero, codicioso y con recorrido en el último tercio. Sobrero de Aurelio Hernando, justo de presentación, blando, manso y descastado.

Álvaro de Chinchón: estocada que hace guardia y un descabello (silencio); estocada y dos descabellos (silencio).

Manuel Caballero: pinchazo y estocada (silencio); estocada trasera y un descabello (silencio).

Miguel Andrades: estocada baja _aviso_ y estocada (ovación); dos pinchazos y estocada _aviso_ (petición y vuelta al ruedo).

Plaza de Las Ventas. 6 de abril. Más de un tercio de entrada (8.650 espectadores según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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