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XXV FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIAN

"Casanova", el amante mecánico

ENVIADO ESPECIAL De cuando en cuando el festival se anima, al margen de la pura competición, gracias a las secciones especiales, con filmes como este monumental Casanova, de Fellini, criticado, o mejor maltratado en general, no sólo por los espectadores, sino también por gran parte de la crítica.

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Casanova, en esta nueva historia de su vida, lleva consigo a sus continuas aventuras de alcoba un singular reloj en forma de pájaro obsceno y frío, que parece más que medir el tiempo, observar con su ojo implacable los espasmos frenéticos del amo. El Casanova de Fellini es así: frío, medido, controlado, calculado gimnasta del amor, con su rostro de máscara animada por un par de ojos espantado, vacío, grandilocuente y fatuo. Fellini lo ha creado sobre un fondo escenográfico refinado y a la vez barroco, ideado también por él, sacado de las memorias de su protagonista y de sus propias memorias.Casanova navega por las lagunas venecianas, por los lechos de media Europa, a través de una fiesta de imágenes en gran medida críticas, sólo poéticas en contadas ocasiones. Tal poesía, la de los viejos filmes del realizador, se halla ausente aquí, así como su ironía meláncolica, bazas ambas tan importantes para llegar antaño al corazón, cuando no al interés de sus espectadores. Esta vez Fellini se ha contentado con llenar su cabeza de cuadros elegantes, agrias fantasías y sarcasmos punzantes componiendo en resumen un Casanova negativo un personaje, en fin, que no sabríamos decir si desdeña o admira.

Mas incluso la negación necesita cierta entidad para que el público la reconozca, y un personaje en pie que, en este caso, escapa, traído y llevado por el capricho del realizador en una fragmentaria sucesión de diversas variantes acerca del acto sexual, con o sin lecho.

Una vez el personaje definido, la historia sigue sin añadir pasión, drama o comedia, en los terrenos de lo puramente informativo. Sabemos de muchas otras aventuras, demasiadas quizá, y aunque Fellini, como su protagonista, en sus memorias, consigue hacer que entre sí no se parezcan, al final, en este desfile variado y a la vez monocorde, las unas destruyen a las otras, a fuerza de insistir en los mismos recursos acumulados.

Este Casanova insólito, fúnebre y decadente. pero nada procaz que a ratos quiere ser alegre para resultar patético a la postre, tiene momentos, sin embargo, donde el Fellini maestro mayor de escena raya a la altura de sus filmes mejores, secuencias como la de la corte de Mantua, dividida entre españoles enlutados y alegres comensales italianos, ante el ballet y los eunucos cantores, sólo admiten comparación con otras del mismo filme, como el torneo de resistencia en el amor, la bacanal de la posada suiza o el final de la muñeca mecánica, pequeña obra maestra.

Comparar este Casanova, proyectado aquí por cierto sin subtítulos, en versión original, con otros, es tiempo inútil, cuando no perdido. Reconstruir una vida está al alcance de muchos dentro del cine de hoy, bien servido de asesores y recursos; recrear una época a través de la vida de un hombre, desde un punto de vista estrictamente personal, es labor de unos poco! maestros.

Mas hoy que tanto se habla de relatos abiertos, de diversas lecturas de los filmes a diversos niveles, es preciso afirmar que este otro Casanova se abre de par en par a los sentidos, como una monumental visión que, entendida en su lenguaje y medida, nos lleva a asomarnos a un mundo cínico, liberal y cruel como los días postreros de su protagonista en el castillo de Dux, olvidado, incomprendido, borrado por la vida, comiendo y viviendo entre la servidumbre el duro trance de un voluntario exilio.

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